FINANZAS: Reforma bancaria para impedir crisis como la mexicana

La crisis financiera estallada en México a fines de 1994 evidencia la necesidad de una reforma del sistema bancario del mundo en desarrollo, que carece de solidez en la mayoría de los casos, según un informe sobre la inversión privada en los mercados emergentes.

Dos tercios de los países que integran el FMI sufrieron en los últimos 15 años al menos "un problema serio" en su sistema bancario, y el costo de las soluciones aplicadas fue en conjunto de 250.000 millones de dólares, advirtió Morris Goldstein, del Instituto de Economía Internacional (IIE), de Washington

El IIE reclamó una mayor difusión de los datos y análisis financieros que manejan los organismos multilaterales y la adopción de normas bancarias internacionales para aplicar a todos los países, y no sólo a las naciones industrializadas.

Las conclusiones y recomendaciones del IIE se hallan en "Flujos de Capital Privado hacia Mercados Emergentes después de la Crisis Mexicana", un libro que recoge los documentos presentados en una conferencia realizada en septiembre a iniciativa de ese instituto y el Banco Nacional de Austria.

Los trabajos se concentran en las raíces de la crisis mexicana, que fue desencadenada por la devaluación del peso, y en la volatilidad de los flujos de capital privado hacia los mercados emergentes, ilustrada por los problemas de ese país.

Goldstein observó que México perdió 80 por ciento de sus reservas de divisas en los cinco meses previos a la devaluación del peso, para destacar que las naciones en desarrollo deben mantener una masa suficiente de reservas internacionales como "amortiguador" de impactos.

El libro, cuya publicación se hizo coincidir con las reuniones anuales que el Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional) celebran esta semana en Washington, aconseja dotar de mayor flexibilidad de los mercados de cambios para "evitar ofensivas especulativos" sobre la moneda nacional.

Pero Goldstein puso énfasis especialmente en la necesidad de garantizar la seguridad y solidez de los sistemas bancarios nacionales en los países en desarrollo. La inestabilidad de los bancos es un problema largamente ignorado por la comunidad financiera internacional, advirtió.

Al respecto, observó que las autoridades mexicanas vacilaron a la hora de tomar las medidas indispensables para impedir la crisis por temor a poner en riesgo al sistema bancario. Clara indicación de la inestabilidad bancaria de México fue que entre 1990 y 1994 "se duplicó el porcentaje de préstamos fallidos".

Pero el caso de la banca mexicana no es único, advirtió Goldstein, ex vicedirector de investigaciones del FMI.

"Hay crisis bancarias prácticamente en todo el mundo en desarrollo y algunas cuestan 10 por ciento del producto interno", afirmó.

Pese a ese inquietante costo, no se han tomado medidas para cambiar las prácticas bancarias, y el riesgo de futuras crisis, aún más onerosas, está virtualmente asegurado, agregó.

El director del IIE, C. Fred Bergsten, indicó que importantes bancos son propiedad del Estado en varios países en desarrollo y sus operaciones están determinadas más por consideraciones políticas que por la preocupación fiscal.

En vez de funcionar como bancos, esas instituciones son "utilizadas fundamentalmente como otro tesoro" para financiar programas y proyectos "al margen del presupuesto".

El resultado final es un recuento de pérdidas. Según Bergsten, Brasil tiene "muchos problemas" con su banca de propiedad estatal y provincial.

Bergsten aconsejó a las naciones en desarrollo la privatización de los bancos del Estado y la determinación de una alta exigencia de reservas de capital, para evitar colapsos financieros.

El "efecto tequila" de la crisis mexicana se trasladó a la red bancaria argentina, pero el nivel de reservas exigido en ese país resultó suficientemente elevado como para salvar el trance, agregó.

Goldstein y Bergsten creen que las naciones en desarrollo no pueden implementar por su sola cuenta todas las reformas necesarias en su sistema financiero, y es preciso disponer de pautas internacionales para la práctica bancaria.

Los acuerdos bancarios internacionales en vigor fueron previstos para las naciones de alto desarrollo y "no se aplican a problemas (específicos) de los países en desarrollo", advirtió Goldstein.

Es necesario entonces concertar pautas globales más amplias, de seguimiento voluntario, para guiar la reforma, mejorar la información fiscal y aumentar la exigencia de reservas de capital, recomendó el experto.

Goldstein destacó que las instituciones financieras multilaterales no han promovido la reforma bancaria en los países en desarrollo. El asunto ni siquiera figura en la agenda de la actual asamblea del FMI y del Banco Mundial, observó.

La participación del FMI y el Banco Mundial en la reforma resulta imprescindible por la importancia de los datos y análisis financieros que manejan esas dos instituciones, señalaron Goldstein y Bergsten.

Los dos especialistas solicitaron al FMI y al Banco Mundial una mayor divulgación no sólo de indicadores nacionales, sino también de los análisis de las políticas y programas fiscales que esos dos organismos realizan.

Bergsten admitió el carácter "delicado" de la información pedida. "Nadie desea acelerar el desarrollo de la crisis que pretende evitar", indicó, explicando que esa publicidad de datos y análisis puede influir el comprotamiento de inversionistas y empresarios. (FIN/IPS/tra-en/pz/yjc/arl-ff/if/96

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