BURUNDI: Las sanciones ya golpean donde más le duele al régimen

Las sanciones económicas impuestas a Burundi por los países vecinos está provocando graves efectos, sobre todo en perjuicio de la recaudación fiscal y de empresas cuyos propietarios pertenecen a la minoritaria etnia tutsi.

A las consecuencias de las sanciones se han sumado campañas civiles y acciones violentas promovidas por rebeldes pertenecientes a la mayoría hutu, que también han dañado los bolsillos del empresariado tutsi y las arcas públicas.

Las agencias de asistencia internacionales temen que las medidas precipiten la violencia contra sus funcionarios si se producen saqueos a los depósitos de alimentos, pues granjeros hutu suspendieron el suministro a las ciudades donde viven la mayoría de los tutsi.

Algunos temen que la junta militar de Burundi, integrada por dirigentes tutsi, se debilite ante la eventualidad de que se produzcan hambrunas e inquietud entre la población hutu, especialmente en áreas rurales, lo que desataría enfrentamientos violentos.

El secretario general de Naciones Unidas, Boutros Boutros- Ghali, alertó este martes la posibilidad de masacres similares a las que ocurrieron en la vecina Ruanda hace dos años si el país no recibe ayuda internacional.

"La intervención militar para salvar vidas podría ser un imperativo ineludible", dijo Boutros-Ghali.

Pero la comunidad internacional prefiere mantener la presión a través de sanciones, dispuestas en una cumbre de naciones del este y centro de Africa pocos días después del golpe militar que devolvió al mayor del ejército Paul Buyoya a la presidencia de Burundi, el 25 de julio.

Las sanciones incluyen una prohibición de vuelos comerciales, embarques de petróleo y suministros esenciales desde y hacia el país bloqueado.

Las potencias regionales e internacionales ejercen distintas presiones políticas para restaurar el gobierno del derrocado presidente Sylvestre Ntibantunganya, pero también advierten que las sanciones elevarán la temperatura de la crisis.

Distintos analistas creen que las sanciones tendrán efectos más duros en Bujumbura, la capital, y en otras ciudades en las que se concentra la población tutsi y donde esa minoría ha supuestamente atacado a la mayoría hutu desde el golpe de estado.

Buyoya y su junta intentan convencer a la comunidad internacional de que la ruptura institucional tuvo por objeto la restauración de la calma en el país y no un intento de devolver los privilegios políticos, militares y económicos que tradicionalmente ha detentado la minoría hutu.

Las gestiones internacionales de los golpistas tuvieron efecto, especialmente en Estados Unidos, pero las presiones se mantienen.

Las opciones de permitir a Buyoya llevar, como dice, el país a la paz o desplegar una fuerza internacional de mantenimiento de la paz en Burundi tienen pocos partidarios.

"Las sanciones están golpeando duramente" al régimen, según Martin Cottingham, de la organización de asistencia británica Christian Aid.

Si las medidas persisten, "la presión sobre las agencias de ayuda aumentarán y la población podría apelar a la violencia para tomar las mercancías que hemos almacenado para eventuales emergencias", agregó Cottingham.

Los centros urbanos, extremadamente dependientes de alimentos procedentes de las áreas rurales, han sufrido escasez de productos esenciales desde que el principal grupo rebelde hutu, el Consejo para la Defensa de la Democracia (CNDD), llamó a los granjeros a frenar el suministro.

Los precios subieron de forma alarmante para una gama de productos tan amplia como sal, pan y cereales.

Los rebeldes también atacaron camiones con cargas de café y té, productos que, en su conjunto, constituyen 80 por ciento de los ingresos del gobierno en concepto de exportaciones.

Pero aun si esas cosechas pudieran ingresar a las plantas de procesamiento en Bujumbura, la producción no podría salir del país debido al bloqueo.

La capacidad fiscal del gobierno se vio gravemente sacudida cuando los rebeldes destruyeron la fábrica de té del poblado de Teza. La planta aportaba al ejército, predominantemente tutsi, unos 200.000 dólares al mes de ingresos extra empleados en el combate a la insurgencia, según distintas fuentes.

El sabotaje rebelde contra plantas de generación de electricidad provocaron un corte en la producción de grandes fábricas de Bujumbura, entre otras la cervecera Baraudi.

Esta empresa aporta por sí sola más de 40 por ciento de los impuestos recaudados en Burundi, y la interrupción de las actividades amenaza el pago de sueldos de empleados del estado y del ejército de 17.000 hombres.

"Las sanciones golpearon donde más duelen, pues impiden al ejército y a los poderosos empresarios tutsi acudir a sus principales fuentes de dinero", dijo un analista africano que reside en Londres.

Varios observadores en Europa consideran que las sanciones son menos costosas que la intervención militar, y que estas medidas reforzarán los intentos del ex presidente de Tanzania Julius Nyerere de mediar en el conflicto.

Pero no todos están convencidos de eso.

"No digo que las sanciones sean equivocadas, pero no se las debería utilizar para poner al régimen contra la pared", opinó Peter Willets, experto en terrorismo y mantenimiento de la paz de la Universidad de Londres.

"Sería mejor utilizar las sanciones para persuadir al régimen a que invite a una fuerza de mantenimiento de la paz", agregó.

Sin embargo, los partidarios de una intervención militar son cada vez menos.

De 80 países consultados por Naciones Unidas, apenas tres (los africanos Chad, Malawi y Zambia) se mostraron dispuestos a enviar tropas, informó Boutros-Ghali en un informe al Consejo de Seguridad.

Otros tres países africanos (Tanzania, Etiopía y Uganda) están preparados para enviar soldados como parte de una fuerza voluntaria africana planificada durante las últimas semanas, dijo el subsecretario general de Naciones Unidas Kofi Annan.

Pero "una fuerza voluntaria no actuará tan rápidamente", agregó Annan, quien consideró que será necesaria una acción urgente "antes de que todo explote".

Funcionarios de Naciones Unidas advirtieron que ningún país occidental ofreció soldados para participar en una fuerza internacional, lo cual se considera esencial para que una operación de este tipo tenga éxito.

El material logístico y de transporte necesario para operar en un país mediterráneo y de territorio accidentado como Burundi sólo podría obtenerse en Occidente. (FIN/IPS/tra- en/ljs/mom/rj/mj/ip/96

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