atrasados como créditos baratos destinados a empresas individuales.
También hubo acusaciones y contraacusaciones de abuso electoral. Georgi Satarov, asesor de Yeltsin, afirmó que se registraron "graves violaciones de la ley" en la "franja roja" el 16 de junio, y acusó a los comunistas de llenar las urnas con hojas de votación adulteradas.
En respuesta, Zyuganov puso en cuestión la amplia cobertura ofrecida al presidente por la prensa, la cual, al decir de algunos periodistas occidentales, "abandonó cualquier pretensión de objetividad y se subió al vagón de Yeltsin".
El personal de la campaña de Yeltsin repartió dinero generosamente entre periodistas rusos a cambio de la publicación de artículos favorables.
"Gané unos 1.000 dólares por publicar artículos sobre la represión durante la época de Stalin", confesó a IPS un periodista de uno de los periódicos más vendidos de Moscú. "Sin embargo, nunca mentí. Esas cosas horribles realmente sucedieron", aclaró.
Yeltsin transformó al anticomunismo en su principal instrumento luego del 16 de junio, mientras dejaba a un lado los problemas económicos y la guerra de Chechenia, a la que el mandatario prometió poner fin en mayo.
Aunque esta estrategia le valió a Yeltsin un segundo período presidencial, ambos temas constituirán los verdaderos escollos del gobierno en las próximas semanas.
Si el mandatario no logra mejorar la situación económica, los comunistas podrían resucitar, fortalecidos por la nueva legitimidad que les otorga haberse constituido en la principal fuerza de oposición.
"A juzgar por su calma reacción ante el resultado electoral, parecería que los comunistas planean una estrategia de bajo perfil", señaló el analista político independiente Alexander Kakotkin.
Los comunistas "claramente consideran que Yeltsin finalmente llevará al país a una situación tal que ellos volverán al poder, y por un largo tiempo", sostuvo el analista.
La suerte del próximo gobierno dependerá en gran parte de la integración del nuevo gabinete. Aunque Yeltsin ya solicitó al primer ministro Viktor Chernomyrdin la presentación de un plan al respecto en 15 días, aún se habla de la necesidad de un gobierno de coalición.
El Kremlin actualmente rechaza la idea de un gobierno de coalición, pero aceptará "cualquier profesional a quien le importe su trabajo y no su política", según palabras de Sergei Filatov, jefe de campaña de Yeltsin.
"El presidente tiene ahora una oportunidad única de formar un gobierno auténticamente liberal y acelerar las reformas radicales necesarias para sacar al país de la crisis", dijo a IPS la parlamentaria demócrata independiente Galina Starovoitova.
Pero las perspectivas de un gobierno puramente reformista se complican con la formidable presencia de Lebed, un acérrimo nacionalista.
Tras respaldar a Yeltsin en la segunda ronda electoral y ser compensado con la jefatura de todo el aparato militar y de seguridad civil, Lebed reclama ahora un papel en el ámbito político y económico como vicepresidente.
El general retirado prometió combatir la corrupción y el crimen en entrevista con el periódico Nezavisimaya Gazeta. Requirió además un mayor control del Estado sobre la economía, aunque "en calidad estrictamente limitada de garante de estabilidad".
Lebed también exhortó a realizar una "nacionalización punitiva" y "un control estricto sobre todas las relaciones económicas externas y la fijación de precios en el sector estatal".
Por otra parte, Yeltsin procura una inversión privada extranjera de 5.000 millones de dólares anuales para amortiguar los efectos de la reforma estructural industrial.
Las políticas propuestas por Lebed podrían desanimar a los potenciales inversores, sin importar sus efectos sobre la voluntad de las instituciones financieras multinacionales para apoyar la balanza nacional de pagos. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/ml-mj/ip/96
