Mientras los brillantes reflectores y las cámaras de televisión mostraron al mundo la apertura de los Juegos Olímpicos de 1996, con políticos y dignatarios en primera fila, miles de personas esperan aún ser reconocidas porque su anónimo trabajo hizo posible el certamen.
Se trata de gente sin hogar y ciudadanos pobres que construyeron, allanaron el terreno y prepararon la infraestructura de todos los eventos deportivos por mucho menos de un salario mínimo en esta capital del estado sureño de Georgia.
Estas personas fueron reclutadas en la bolsa de trabajo diario de Atlanta para realizar tareas peligrosas y difíciles como la construcción del estadio olímpico de 107 millones de dólares y el Parque del Centenario Olímpico de 25 hectáreas.
"Lo que hace tan peligrosas las condiciones de las bolsas de trabajo es que uno nunca sabe qué tipo de tarea le va a tocar", dijo Todd Cherkis, un organizador de Vacíen los Refugios, un grupo juvenil de activistas contra la pobreza.
Las bolsas de trabajo son un ejemplo extremo de una tendencia nacional, mediante la cual empleos bien pagados con seguro de salud y otros beneficios fueron reemplazados por ocupación a la jornada con sueldos bajos y ninguna seguridad.
Las bolsas proveen mano de obra a contratistas a un costo de 10- 15 dólares la hora por obrero, y las tareas incluyen construcción, servicios de comedor, remoción de tierras y limpieza. A cada obrero le pagan el estipendio mínimo y se guardan la diferencia.
Despues de pagar tasas y deducciones ilegales por comida, transporte y uso de equipos de seguridad, además de otros gastos de administración, los trabajadores a menudo llevan a sus casas menos de 25 dólares por una jornada de ocho horas.
Hay 60 bolsas de ese tipo en actividad si bien solo 16 tienen licencia para desempeñar legalmente su actividad.
"Uno puede ser afectado a un trabajo pensando que simplemente deberá hacer limpieza en una obra en construcción, y de pronto se encuentra manejando un martillo neumático aunque nunca lo hizo antes… O debe hacer limpieza de materiales peligrosos", explicó Cherkis.
Cuando un obrero se lesiona, la indemnización puede generar una prolongada batalla con la administración de la bolsa por el pago de los beneficios.
Cherkis contó el caso de un trabajador que perdió el uso de una pierna cuando una aplanadora a vapor que operaba volcó y lo aplastó. Debió luchar por un año y medio para obtener una compensación.
"Ese tipo de situación no es una rareza", apuntó Cherkis. "Es la norma". Añadió que incluso cuando se cobra, "uno obtiene una fracción del salario que, a su vez, fue reducido al nivel mínimo".
Los trabajadores sin techo descubrieron que una cosa es trabajar en los predios olímpicos y otra disfrutar del panorama.
Aquellos que trabajaron a la sombra de los Juegos afrontaron luego un gran peligro: la policía realizó redadas de gente sin techo y los expulsó de las áreas publicas, o los confinó en celdas recién construídas que un funcionario municipal calificó como "el primer proyecto olímpico terminado a tiempo".
Organizadores de Copwatch, un proyecto de monitoreo que documenta abusos policiales contra pobres y personas sin techo, informaron de un significativo descenso en la cantidad de gente sin hogar hallada en el Círculo Olímpico y otras áreas turísticas.
"Atlanta hizo lo posible para esconder el verdadero rostro de la pobreza durante los Juegos", aseveró Kavi Rajanna, un organizador de Copwatch.
"Antes de las olimpíadas pareció que a la ciudad no le importaba mucho que hubiera gente sin vivienda, en tanto estuvieran disponibles para construir los parques y estadios", añadió Rajanna. "Pero ahora que llegaron los turistas, la quieren fuera de las calles y en la cárcel".
En un comentario editorial titulado "Trabajo Olímpico", el último número de la revista "The Nation" señaló que millones de dólares adicionales fueron a manos de familias pobres durante la preparación de los Juegos, simplemente porque el movimiento obrero de Atlanta no se plegó ni volvió atras.
No obstante, la revista señalo que mientras algunas de las ganancias fueron mantenidas bajo control, el Comité Olímpico de Atlanta (ACOG) hizo todos los recortes de presupuesto que pudo.
"El estado de Georgia reclutó a trabajadores inmigrantes que construyeron gran parte de los dormitorios olímpicos y recibieron en cambio sueldos miserables", apuntó el editorial.
"ACOG apeló a contratistas independientes -con pagos mínimos y ninguna compensación por tareas extraordinarias- para hacer el tendido de cables de alimentación para las transmisiones de la TV Internacional, y burló así a la Hermandad Internacional de Trabajadores Electricistas", denunció.
Según organizadores de Vacíen los Refugios y la Unión de Sin Hogar de Atlanta, una organización de justicia social para personas carentes de vivienda, los trabajadores víctimas de las bolsas laborales se están organizando para poner fin a los abusos.
Los trabajadores de una de las bolsas, Interim Personnel, se han unido en un sindicato informal para exigir más salarios por tareas especializadas, el cese de las prácticas discriminatorias de reclutamiento y tambien de las deducciones ilícitas en los pagos.
Hasta ahora, la compañía ha concedido un cuarto de baño a los trabajadores que deben esperar horas en pie antes que les asignen un puesto, y ha aceptado reunirse con los delegados sindicales para escuchar sus demandas.
Los obstáculos que los trabajadores pobres y sin techo afrontan en su organización, son formidables.
"Realmente, el mayor escollo para organizarse son los gerentes de las bolsas, porque tienen el poder de discriminar a los trabajadores y nos consideran agitadores", dijo Cherkis. "Si uno protesta por la deducción de tres dólares por transporte, lo mandan al diablo", agregó.
"Una vez que el obrero se quejó, la bolsa puede optar por no darle más trabajo, o hacer que espere todo el día antes de asignarle una tarea específica. Las mujeres, en estos casos, son tan discriminadas como los hombres. El abuso contra todos, sin distinción, es lo único democrático en esto…", dijo con ironía.. (FIN/IPS/tra-en/st/yjc/ego/if).
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