El uso extensivo y descontrolado de pesticidas en los países en desarrollo podría empeorar la salud, debilitando el sistema inmunológico de las personas, sostienen expertos.
El efecto de los pesticidas en el sistema inmunológico comenzó a estudiarse recientemente, "pero hay crecientes evidencias que sugieren un efecto inhibidor", explicó Peter Beaumont, director del Pesticides Trust, con sede en Londres.
Trabajos preliminares revelan este efecto sobre todo en los grupos de pesticidas como organofosfatos, organocloruros, carbamatos y compuestos de fenóxidos, indicó el especialista.
En América Latina, el uso de pesticidas casi se triplicó en los últimos 20 años y crece en Asia, donde el arroz representa 14 por ciento del consumo mundial de estos productos. Aunque el uso de pesticidas no crece tan rápidamente en los países industrializados, continúa aumentando en el Tercer Mundo.
En China, la utilización se duplicó durante la década pasada, y ahora totaliza unas 300.000 toneladas anuales, mientras muchos países en desarrollo aún autorizan el uso de productos desde hace tiempo prohibidos en el mundo industrializado.
Beaumont señaló que los experimentos sobre los efectos inmunológicos de los pesticidas debe ser responsabilidad de los fabricantes, lo cual "sería imposible" en los países en desarrollo".
El Instituto Mundial de Recursos (WRI), con sede en Washington, identificó cientos de estudios en los que insecticidas de uso generalizado, herbicidas y fungicidas son capaces de suprimir la respuesta normal del sistema inmunológico.
Los países en desarrollo corren especiales riesgos porque gran parte de su población trabaja en la agricultura, aumenta el uso de pesticidas y las normas regulatorias son insuficientes. Los agricultores carecen de equipos apropiados para la manipulación de los productos, señaló el vicepresidente del WRI, Robert Repetto.
En el mundo en desarrollo, las enfermedades infecciosas y parasitarias son causa fundamental de muerte, y el sistema de salud es en general inadecuado.
Repetto examinó evidencias epidemiológicas de la ex Unión Soviética, Asia y América del Norte.
En el antiguo bloque soviético, en áreas con alto uso de pesticidas, los agricultores presentaron irregularidades en sus sistemas inmunológicos como escasos glóbulos blancos en la sangre, y la presencia de anticuerpos que revela una respuesta autoimune – un desorden en el cual el sistema inmunológico comienza a atacar los órganos del cuerpo.
Entre cultivadores de algodón de Uzbek expuestos a grandes cantidades de productos químicos, se registró una alta incidencia de enfermedades crónicas, bastante más alta que la de personas que vivían en áreas no afectadas.
Otros estudios revelaron altos índices de mortalidad en Filipinas, entre agricultores de arroz expuestos a pesticidas, mientras sus esposas y hombres de áreas vecinas no resultaron afectados.
Los indígenas inuit del norte de Canadá corren serios riesgos, ya que los pesticidas y los organocloruros se acumulan en gran parte de los alimentos que consumen, como pescado.
Transportados por las corrientes oceánicas, los vientos y los ríos, los químicos se acumulan en los ecosistemas árticos en concentraciones extramadamente altas. Los más expuestos son los bebés, a quienes las sustancias llegan a través de la leche materna.
Como resultado, en lugar de fortalecer la inmunidad, el amamantamiento conduce a su inhibición. En relación a los bebés alimentados con biberón, los que toman leche materna presentan índices extremadamente altos de enfermedades infecciosas, incluyendo meningitis.
Sus sistemas inmunológicos están tan comprometidos que no pueden ser vacunados contra las enfermedades infantiles comunes porque son incapaces de producir suficientes anticuerpos.
"Hay ahora suficientes evidencias que relacionan la exposición a pesticidas a la inhibición inmunológica como para justificar estudios más amplios y determinar con claridad los riesgos", sostuvo Repetto. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/lp/en/96)
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