Las organizaciones de mujeres que llegaron a esta ciudad de Turquía batallando por sus derechos a la Cumbre de las Ciudades que concluye este viernes, regresan con un nuevo trabajo: vigilar que se cumplan los compromisos.
"La mujer latinoamericana está sobrecargada con su triple labor, en el hogar, en la producción de ingresos y en el trabajo comunitario, y ahora las ONG (organizaciones no gubernamentales) tienen trabajo adicional", dijo a IPS la colombiana Clara Angel, de la Coalición Internacional para el Hábitat.
Sin embargo, "la vigilancia ya no de las ONG solamente, sino de toda la población, y en particular de las mujeres, es la garantía de que la agenda de Estambul no sea una lejana letra muerta", agregó la dirigente.
Estambul albergó durante dos semanas la segunda Conferencia de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos (Hábitat-II), centrada en la ciudad porque desde el año 2000 la mayoría de la población del planeta será urbana, y en paralelo se efectuó un foro de ONG con centenares de diálogos entre 7.000 activistas.
Las ONG de mujeres actuaron como vanguardia en la presión por el reconocimiento como fundamental del derecho a la vivienda, tesis de los países en desarrollo que se adoptó aunque con el agregado de que su plena instrumentación será progresiva.
También consiguieron que la agenda, una guía de la que se dotaron los 180 gobiernos participantes en la conferencia, se estableciera como objetivo la igualdad de géneros en el desarrollo de los asentamientos humanos.
La perspectiva de género deberá estar presente en las políticas, programas y proyectos, con promoción de la participación de la mujer en su diseño, y deberán desarrollarse metodologías para incorporar esa perspectiva en los planes, ejecuciones y evaluaciones en la materia.
"Desde que organizamos para Río (en la Cumbre de la Tierra de 1992) el 'caucus' (asamblea) de mujeres, luchamos por cambiar las cosas y ver un mundo mejor", dijo en una reunión de ONG en Estambul la dirigente estadounidense Belle Abzug.
Pidió a las participantes que vigilen los acuerdos de Estambul con coraje, porque es responsabilidad de las mujeres "garantizar los derechos humanos de todos los ciudadanos y hacer que la agenda sea un verdadero contrato que los gobiernos deban cumplir, y no un papel blanco inútil".
James Speth, administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dijo que "es bienvenida la vigilancia y la interaccion de la ONG", como del sector privado, sobre la actuacion de los gobiernos y entes multilaterales.
"Creo que la comunidad de las ONG representa el futuro", dijo Speth, lo que en el caso de seguir Habitat-II "debe implicar más participacion, más adelanto de la mujer y vigilancia de la lucha contra la pobreza en un contexto urbano".
La malasia Susanna George, también del PNUD, dijo que en buena medida el éxito de la agenda estará en el seguimiento que hagan las ONG, "y dentro de ellas las de mujeres, para un desarrollo holístico de las ciudades: económicamente viable, ambientalmente sostenible y culturalmente vibrante".
Para Angel, "el primer paso para dotar la agenda de Estambul con una perspectiva de género en América Latina, que vive bajo políticas de ajuste estructural, debe ser aplicar indicadores que muestren los desequilibrios y las diferencias".
En América Latina, "las mujeres tienen baja calidad de vida, por sobrecarga de trabajo, precarias condiciones de existencia de millones de ellas y derivaciones terribles como la violencia".
También "el modelo consumista asociado a las políticas económicas en boga es una causa no sólo de insatisfacciones materiales sino de depresión constante y enfermedad para la mujer, en tanto se le niega por ejemplo la recreación".
En cualquier ciudad sudamericana, puso como ejemplo, si hay un espacio público para la recreación, la comunidad inmediatamente se organiza para hacer una cancha de futbol, un deporte que no practican las mujeres, confinadas a sus casas y al estrés.
El transporte en ciudades como Bogotá evidencian la poca calidad de vida para la mujer, "porque el autobús nunca pasa a tiempo, los choferes son agresivos, la contaminación es muy fuerte y las mujeres llevan la peor parte".
Angel utilizó el ejemplo de Colombia al subrayar que la agenda de Estambul debe dejar herramientas para nuevas luchas, desde las jurídicas hasta las económicas, destacando las políticas.
En Colombia un proyecto de ley para que la vivienda familiar no pueda venderse sin la firma de los dos cónyugues "representa un problema adicional para la mujer cuando el marido la abandona y la deja sin posibilidad de disponer de un bien que muy seguramente fue ella quien consiguió o construyó".
La consigna de Estambul para incorporar la perspectiva de género ayuda a las posibilidades de otro enfoque, observó.
Ante los procesos de descentralizacion y participacion que se abren paso en América Latina, ahora se impondrá con más fuerza la necesidad de organización, dijo Angel.
"En nuestros municipios rehenes del clientelismo político las mujeres no van a ser llamadas, sin presión, a la mesa de negociación", aseguró Angel, quien recordó que las mujeres tienen sólo 11 por ciento de los cargos públicos de elección en América Latina". (FIN/IPS/hm/ag/pr/96)