La actual modalidad de integración económica mundial se asemeja a una "recolonización del Tercer Mundo", según participantes del Foro Internacional sobre Globalización celebrado en la Universidad George Washington.
Las corporaciones transnacionales dominan ahora a los países en desarrollo en lugar de los palacios europeos, afirmaron unos 1.000 activistas que asistieron el pasado fin de semana a una serie de talleres para estudiar alternativas a la globalización.
El objetivo final de la nueva estructura comercial mundial consiste en otorgar "total libertad a las corporaciones multinacionales y hacernos volver a la era del colonialismo", sostuvo el economista político Martin Khor, presidente de la Red del Tercer Mundo, con sede en Malasia.
"El libre comercio implica el saqueo de nuestros recursos y nuestro conocimiento", concordó Vandana Shiva, fundadora y directora de la Fundación de Investigación para la Ciencia, la Tecnología y los Recursos Naturales, de India.
Shiva añadió que los promotores de la integración económica utilizan el término "libre comercio" para disfrazar el proteccionismo mundial a corporaciones que "roban y luego huyen".
Los más vulnerables a esta política son los 300 millones de indígenas pertenecientes a 500 culturas diferentes, señaló Victoria Tauli-Corpuz, representante de la comunidad kankanaey, de Filipinas.
Tauli-Corpuz condenó la reciente decisión del gobierno de Brasil de destinar dos tercios de tierra indígena a la explotación de recursos naturales, y advirtió que la globalización económica representa "una nueva invasión de territorios ancestrales".
Este fenómeno pone en riesgo la democracia, ya que las corporaciones y sus instituciones financieras aliadas, principalmente el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han usurpado el poder de decisión que alguna vez perteneció a naciones individuales, señalan los críticos.
"En Chile, pasamos de una dictadura militar a una dictadura económica", afirmó Sara Larrain, directora de la Red Chilena de Acción Ecológica.
Desafortunadamente, el poder adquisitivo y político de la mayoría de los chilenos se redujo, y "tras 12 años de sostenido crecimiento económico, 30 por ciento de la población permanece en la pobreza", agregó Larrain.
Tales estadísticas no sorprenden, puesto que las corporaciones multinacionales y sus aliados promueven "una agenda elitista, esencialmente incapaz de beneficiar a la mayoría", indicó David Korten, fundador y presidente del Foro de Desarrollo para los Pueblos, de Nueva York.
Sin embargo, esta nueva forma de dominio no es irreversible, y los activistas pueden comenzar por limitar el poder político de las transnacionales reformando la forma de financiación de las campañas electorales en todo el mundo, sugirió Korten.
Además, debe limitarse la especulación financiera no relacionada con la producción, por ejemplo mediante un impuesto mundial sobre esas transacciones, agregó.
El economista estadounidense James Tobin, galardonado con el premio Nobel, sugirió la misma idea, y varias organizaciones no gubernamentales opinaron que la iniciativa también podría ser útil para recaudar fondos para proyectos de desarrollo.
La globalización debe ser enfrentada en forma directa, enfatizó Khor, quien puso en duda la eficacia de los recientes esfuerzos del Banco Mundial y el FMI para impedir el agravamiento de la pobreza, la degradación ambiental y otros males causados por la globalización económica.
"No queremos que estas instituciones adquieran la imagen de luchadoras contra la pobreza, porque ellas son las principales generadoras de pobreza. Además, por cada dólar que invierten para salvar el medio ambiente, debemos invertir cinco para arreglar los desastres", destacó Khor.
Enfrentados a tantos desafíos, los activistas de Washington se abocaron esta semana a encontrar un nuevo paradigma para el desarrollo.
"Lo que ellos tratan de hacer es imposible; lo que nosotros tratamos de hacer es difícil", dijo el ambientalista británico Edward Goldsmith. "Optemos por lo difícil", exhortó. (FIN/IPS/tra-en/pz/fah/ip-if/96)
