Una "eclosión guerrillera" habría seguido a la matanza de campesinos sin tierra perpetrada por la policía hace dos semanas en la Amazonia brasileña, si ese hecho hubiera ocurrido hace 20 años, afirmó Alberto Junco, ex militante de una organización armada peruana.
Junco es uno de los sobrevivientes de la ola insurgente de la década del 60, una etapa histórica que comenzó con la revolución cubana y se extendió hasta los 80, con punto culminante en la instalación en Nicaragua, hacia 1979, del segundo gobierno latinoamericano surgido de una guerrilla triunfante.
Los movimientos rebeldes de esa primera etapa se caracterizaban no sólo por su proyecto socialista, sino también por su explícita condena del terrorismo y por no aceptar cualquier medio posible para la obtención de recursos logísticos.
La derrota electoral del sandinismo en Nicaragua, la crisis mundial del socialismo y la desaparición del bloque soviético restaron objetivos y capacidad política a las insurrecciones armadas de la izquierda latinoamericana.
Salvo el grupo peruano Sendero Luminoso, que se autodenomina maoísta, pero no ha expuesto nunca su modelo social, las guerrillas que aún operan abandonaron el socialismo como meta.
Así mismo, los guerrilleros colombianos y peruanos emplean tácticas terroristas, extorsionan a empresarios, realizan secuestros para cobrar rescate y en algunos casos aparecen asociados con el narcotráfico.
Mientras, antiguos guerrilleros salvadoreños no adaptados a las condiciones de paz compiten en bandolerismo con ex soldados desempleados y asaltan autobuses en las carreteras o recurren al secuestro para obtener dinero.
Los diarios de Costa Rica informan de incursiones en su país de bandas armadas de "recontras" nicaragüenses, que se dan al atraco y al secuestro.
La composición social y cultural de los movimientos insurgentes en actividad es diferente del perfil de grupos del decenio del 60, como el Ejército de Liberacion Nacional (ELN) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, de Perú, ambos conformados por estudiantes universitarios deslumbrados por la experiencia cubana.
"El ejemplo cubano nos embriagó y tratamos de imitarlo. Para tomar el poder parecía suficiente aportar coraje y voluntad política a la lucha de los campesinos por la tierra", dijo Junco.
"Estábamos tan hipnotizados por el modelo cubano que, cuando entramos en Perú llevábamos hamacas en las mochilas", como Fidel Castro y sus compañeros en Sierra Maestra, "aunque en la sierra peruana no hay donde colgarlas", recordó.
La mayoría de los supervivientes de las guerrillas peruanas de 1965, incluyendo a Hector Béjar, que fue comandante del ELN, se desempeñan ahora en organizaciones no gubernamentales que reciben apoyo financiero de Estados Unidos y Europa para programas de desarrollo social.
"Es cierto que ya no combatimos la economía de mercado, pero estamos en contra de esa ley de la selva que es el neoliberalismo económico", aclara Béjar.
La evolucion de los ex guerrilleros peruanos, que abandonaron no sólo los métodos violentos, sino también las tesis maximalistas, y asimilaron propuestas populistas, es semejante a la experimentada por antiguos insurgentes de otros países latinoamericanos.
"Los ex guerrilleros brasileños, que no fueron muchos, se integraron a la vida normal. Son profesionales, y algunos ingresaron en el parlamento", comentó un analista en Río de Janeiro.
"Eran casi todos de clase media, universitarios, y no tuvieron grandes problemas para reinsertarse" en la vida civil. "Pero no tienen propuestas politicas alternativas y sólo demandan justicia social", agregó en analista.
En Uruguay, los "tupamaros" del Movimiento de Liberación Nacional, que en opinión de algunos expertos conformaron la fuerza guerrillera mejor estructurada de América del Sur, comenzaron a buscar en 1985 vías de acción dentro de la legalidad democrática que su país había recuperado ese mismo año.
Cuatro años después, los tupamaros se pronunciaron por la opción parlamentaria. Se incorporaron a la coalición izquierdista Frente Amplio y tienen representantes en el Poder Legislativo.
En Venezuela, varios ex comandantes guerilleros colaboran desde 1974 con el gobierno: primero con el régimen socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez, y ahora con Rafael Caldera, que aplica un ajuste neoliberal acordado con el Fondo Monetario Internacional.
Caldera tiene en su gabinete a dos ex líderes guerrilleros: los ministros Pompeyo Márquez, de Asuntos Fronterizos, y Teodoro Petkopff, de Planificación, dirigentes del Movimientro Al Socialismo.
En Costa Rica, un país sin graves tensiones sociales, los izquierdistas radicales derivaron hacia el ecologismo, lo que dio lugar al chiste político que llama "sandías" a los defensores del ambiente, por ser "verdes por fuera y rojos por dentro".
En Chile, gran parte de los cuadros históricos sobrevivientes del Movimiento de Izquiera Revolucionaria (MIR) se refugiaron en el mundo académico o en el Partido Socialista, y según versiones, algunos trabajan hoy como analistas de inteligencia en la Oficina de Seguridad Pública, creada por el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994).
La sospecha de que ex guerrilleros se convirtieron en policías aparece también en Argentina, donde se cree que algunos antiguos integrantes del grupo Montoneros y del Ejército Revolucionario del Pueblo, activos en la década del 70, se desempeñan en servicios de inteligencia
Segun esas versiones, ex insurgentes serían utilizados para infiltrar nuevos movimientos, como la Organización Revolucionaria del Pueblo (ORP).
Un periodista creyó identificar como agente de inteligencia a un militante de la ORP que apareció en un video para adjudicarse la autoría del atentado en Buenos Aires contra un ex torturador.
Pero tambien hay activistas recalcitrantes, como los miembros del MIR chileno recluidos en una cárcel peruana tras participar hace varios anos en el frustrado proyecto de creación de un ejército popular latinoamericano junto con grupos insurgentes de Colombia, Ecuador y Perú. (FIN/IPS/al/ff/ip/96)
