GUATEMALA: Mujeres en armas

Maricela cumplió este mes 23 años, su hija tiene cuatro, pero hace más de dos y medio que no la ve, ya que decidió entrar en la guerrilla.

Esta joven nacida en la Costa Sur guatemalteca, optó por empu~ñar las armas contra el gobierno de ese país y sumarse a los cientos de combatientes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), en guerra desde hace 35 años.

~La "combatiente Maricela" comparte labores con otros 80 guerrilleros del Frente Luis Ixmatá, de la Organizacion del Pueblo en Armas, miembro de la URNG, en las faldas del volcán Lacandón, a 250 kilómetros al oeste de la capital guatemalteca.

"Me duele no poder ver a mi hija, pero así es la guerra, así es el enfrentamiento armado", dice, mientras observa el camino que lleva al puesto de mando, centro neurálgico de la guerrilla que opera en esa región.

Al igual que sus compa~ñeros de armas, Maricela debe realizar una vez al día, durante una hora, guardia o "posta" en la entrada del campamento.

"Si aparece el enemigo, tengo que disparar, para dar la alarma y para repeler el ataque. Antes de que llegue el apoyo, tendría que enfrentarme a ellos durante 20 minutos, podría ser mi último combate", afirma.

Maricela recuerda con a~ñoranza a su madre, a quien vio hace dos a~ños y a quien a veces escribe. "Nunca se sabe si es seguro enviar una carta o hacer alguna comunicación, el enemigo controla mucho nuestros movimientos" apunta.

Maricela, así como las otras 15 combatientes del Frente Luis Ixmatá tiene un pasado que, según ella, "obliga a las armas".

Sin futuro, destinadas a trabajar por menos de un dólar al día y sufrir la discriminación que vive la mujer campesina, estas jóvenes han encontrado una alternativa en la guerrilla.

"Tal vez la gente se sorprende porque estamos acá, pero hemos aprendido que si nuestras abuelas ayudaron a los guerrilleros y nuestras madres también, es nuestro tiempo para pelear", dice Victoria, otra guerrillera.

Ex estudiante de medicina en la Universidad estatal y con 14 a~ños en la guerrilla, Victoria dice haber encontrado "una nueva familia" en las filas del Ixmatá.

"No puedo ver a los compas (compa~ñeros) como hombres y mujeres, los veo como a los hermanos y hermanas que elegimos para llevar a cabo la guerra, la liberación del pueblo de Guatemala", dice.

El campamento del Frente Luis Ixmatá se encuentra en un lugar protegido, ya que las faldas del volcán que ocupa son perfectos lugares para emboscar al Ejército.

"Hace dos años que los militares no llegan aquí", asegura Alejandra, una indígena Quiché de 18 años de edad, que ya lleva cuatro años en la guerrilla.

Para Alejandra, la guerra es dura, y no olvida la primera vez que disparó su fusíl AK-47, de fabriación rusa, que a toda hora y en cualquier lugar la acompa~ña: "Estaba lloviendo, esperábamos al enemigo en una emboscada. Cuando llegaron, tuvimos que disparar".

"Sudaba y me temblaban las maños, hasta que disparé y comencé a calmarme, pero el enemigo respondió. Las balas pasaban silbando sobre nuestras cabezas y las hojas de los árboles nos caían encima", cuenta.

"El estar en combate te ense~ña a pensar las cosas, a cuidar por tu vida, por la de los compas. Se termina el aventurismo, esto es en serio", asegura Victoria, la más experimentada de las combatientes del Ixmatá.

"El combate no es como en las películas, aquí las balas son de verdad y los muertos tienen rostro y nombre. Para nosotros la guerra es la única forma que tenemos de quebrar la columbra vertebral de la oligarquía", opina.

Victoria, quien vive en pareja con otro guerrillero del Frente, reconoce que para una mujer de la ciudad es mas difícil acostumbrarse a caminar largas distancias, a llevar pesadas cargas y a estar en la monta~ña.

"Al principio tenía dolor de piernas todo el tiempo, pero luego me acostumbré y ahora me gusta. Este es un lugar sano, no hay contaminación, el agua es pura y la gente de las aldeas se sorprende de que jamás nos enfermemos" asegura.

Aunque el gobierno guatemalteco y la URNG, mantienen conversaciones de paz desde hace cinco años y éstas parecen encaminadas a llegar a un acuerdo definitivo este año, las y los combatientes de Luis Ixmatá están listos para "seguir su lucha" en otros campos.

"Estamos preparando nuestra nueva trinchera: será la política, por eso estudiamos la Ley Electoral y de Partidos Políticos y los acuerdos de paz, para conocer nuestros derechos", afirma Victoria.

"Para nosotras, nuestro papel y nuestro trabajo no termina con la firma de la paz. Nuestra lucha sigue, tenemos la mentalidad de seguir luchando de la forma que sea necesario, durante el tiempo que sea necesario", agrega.

"Esperamos que la paz que se firme sea una paz con contenido, que solucione los problemas por los que nos hicimos guerrilleras. Yo no quiero que mi hija tenga que llegar a tomar las armas, para tener educación, salud y buen trabajo", dice Maricela.

Según esta madre guerrillera, quien sabe que esta perdiendo valiosos años de la vida de su hija, cuando ella le pregunte el porqué de su ausencia en estos importantes años de su vida, le dirá que era "orgullosamente guerrillera". (FIN/IPS/rm/dm/pr- ip/96)

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