India emplea la agricultura ecológica para ganarle al tsunami

Los agricultores de Tamil Nadu usan biofertilizantes para revivir las tierras afectadas por los depósitos de sal tras el tsunami asiático de 2004. Crédito: Jency Samuel/IPS
Los agricultores de Tamil Nadu usan biofertilizantes para revivir las tierras afectadas por los depósitos de sal tras el tsunami asiático de 2004. Crédito: Jency Samuel/IPS

De pie entre sus exuberantes arrozales verdes en Nagapatnam, un distrito costero en el estado meridional indio de Tamil Nadu, el granjero Ramajayam recuerda cómo una ola cambió toda su vida.

El tsunami asiático de 2004 arrasó con los cultivos de Ramajayam y de miles más, a medida que los enormes volúmenes de agua salada inundaron las tierras fértiles de la zona.[pullquote]3[/pullquote]

El desastre mató a 6.065 personas en Nagapatnam, más de 85 por ciento de la cifra de muertos del estado. Los agricultores que sobrevivieron tuvieron que recuperar sus campos, que en algunos lugares quedaron anegados incluso a tres kilómetros de distancia del mar. Las olas arrasaron unas 24.000 hectáreas de cultivos.

El agua salada no retrocedió y arruinó la cosecha de arroz que iba a estar lista para su cosecha 15 días después de la catástrofe. Pequeños estanques que los campesinos cavaron con ayuda del gobierno se volvieron salinos, y la evaporación del agua tuvo un «efecto corrosivo”, según los agricultores, que mató la materia orgánica fundamental para futuras cosechas.

Las parcelas de pequeños productores como Ramajayam, no mayores de cinco hectáreas, parecían salinas. Ni siquiera los árboles que resistieron el embate del tsunami sobrevivieron a la inundación de la sal, recordó Kumar, otro granjero.

«Estábamos acostumbrados a los desastres naturales, pero a nada como el tsunami «, destacó Ramajayam.

El Estado y las organizaciones de asistencia ofrecieron medios de vida alternativos a los damnificados, pero los cerca de 10.000 pequeños productores afectados, que labraron estas tierras durante generaciones, no estaban dispuestos a cambiar de ocupación.

Muchos ignoraron  los informes técnicos que les advertían que la recuperación del suelo podría llevar unos 10 años, y sembraron semillas apenas un año después del tsunami. Pero ni una sola llegó a brotar.

Fue entonces que entraron en acción varias organizaciones no gubernamentales (ONG) y comenzó un período de renovación y regeneración de suelos orgánicos que se convirtió en un modelo para un sinfín de lugares afectados por el cambio climático.

La «doctora de la tierra”

Una de las primeras ONG en intervenir fue el Movimiento de Productores Orgánicos de Tamil Nadu (TOFarM), que adoptó al pueblo de South Poigainallur como sitio para su trabajo piloto.

El primer paso fue medir la magnitud del daño. Cuando se confirmó que la tierra era incultivable, la ONG elaboró soluciones adaptadas para cada granja que incluyó la selección de semillas y equipos basados en las condiciones del suelo y la topografía.

Se eliminaron los depósitos de lodo marino, se levantaron estructuras de contención y se araron los campos. Se abrieron profundas zanjas en las parcelas para llenarlas con los árboles desarraigados por el tsunami. A medida que estos se descomponían aireaban el terreno.

También se sembraron semillas de dhaincha, una leguminosa conocida por su nombre científico sesbania bispinosa.

La dhaincha “es conocida como la ‘doctora de la tierra’ porque es un cultivo de abono verde que crece bien en suelos salinos», explicó M Revathi, el fundador de TOFarM.

Cuando las plantas dhaincha, ricas en nutrientes, florecieron al cabo de unos 45 días, fueron aradas nuevamente a la tierra, para aflojarla y abrir sus poros. El compost y el abono agrícola se añadieron en etapas antes de la siembra.

Hoy en día, el proceso es una muestra de la capacidad que encierran las soluciones orgánicas.

Prácticas orgánicas salvadoras

Los agricultores pobres de Tamil Nadu dependen de la ayuda pública para subsistir. Cada mes el Sistema de Distribución Pública del estado reparte tres toneladas de arroz a más de 20 millones de personas.

A la vez, el Estado compra las cosechas por un precio fijo que es muy inferior al del mercado, aunque les garantiza a los productores un ingreso estable.

De esta forma, los aproximadamente 13.000 pequeños agricultores del estado apenas ganan lo suficiente para cubrir sus necesidades mensuales. Y en lugares como Nagapatnam, donde las fuentes de agua dulce se encuentran 25 metros bajo el nivel del suelo, quienes dependen de la agricultura de secano corren con una gran desventaja.

Cuando el tsunami se apoderó de la tierra, muchos temían que nunca se recuperarían.

«La cantidad de microbios en la cabeza de un alfiler, que deberían ser 4.000 en tierra buena, cayó a menos de 500 en esta zona», observó Dhanapal, un agricultor de Kilvelur, en Nagapatnam y director de la Asociación de Agricultores del Delta Cauvery.

Pero la ayuda no estaba lejos.

El granjero S. Mahalingam tiene una parcela de arroz de poco más de tres hectáreas próxima a un canal en North Poigainallur, cuyos cultivos fueron arrasados por el tsunami.[related_articles]

Varias ONG, con respaldo privado y de organismos humanitarios, bombearon el agua marina de los campos de Mahalingam, y distribuyeron semillas gratuitas y plantines, mientras el gobierno estatal le perdonó la deuda pendiente por un préstamo agrícola.

Además del estiércol producido por la granja, Mahalingam utiliza las hojas de distintos árboles autóctonos como abono verde.

Las lluvias posteriores también ayudaron a eliminar parte de la salinidad. El granjero sembró entonces variedades tradicionales de arroz resistentes a la sal, llamadas kuruvikar y kattukothalai. En dos años su granja se recuperó, lo que le permitió seguir con el cultivo de arroz y verduras.

La ONG Kudumbam, con sede en Trichy, ha innovado con otros métodos, como el yeso, para rehabilitar las tierras inutilizadas.

El agricultor P. I. Manikkavasagam, por ejemplo, recibió ayuda de la organización para recuperar sus dos hectáreas de tierras. Recurriendo a una práctica milenaria, cavó trincheras y las llenó de hojas de palmeras que crecen en abundancia a lo largo de la costa.

Kudumbam le suministró biofertilizantes como fosfobacteria, azospirillum y acetobacter, cruciales para  darle vida a la tierra anegada.

«La percepción general es que la agricultura orgánica necesita años para generar buenos resultados e ingresos. Sin embargo, durante los trabajos de rehabilitación tras el tsunami… demostramos que en menos de un año los métodos orgánicos pueden dar mejores resultados que los… químicos», aseguró Revathi, de TOFarM.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducido por Álvaro Queiruga

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