Silvio Leimig tenía 18 años y hacía poco que había sido habilitado para conductor automóviles cuando a inicios de los años 80 visitó Suape, a 40 kilómetros de su residencia en la capital del nororiental estado de Pernambuco. Presintió que ese lugar se desarrollaría y que ahí estaba su futuro.
El puerto de Suape era por entonces poco más que un proyecto ambicioso, diseñado en la década del 70 para acoger un conjunto de industrias y concretar el sueño de promover en la región del Nordeste de Brasil un desarrollo económico similar al que ya disfrutaba el sur del país.
Unos 30 años después, Leimig, ya como ingeniero eléctrico especializado en transportes, cumplió su propia premonición. Es hoy uno de los directores del Complejo Industrial Portuario de Suape, que es visto como la locomotora del proceso de súbita industrialización de Pernambuco, con reflejos en otros estados vecinos.
El despegue del proyecto demoró tres décadas, desde que fue incluido en los planes del gobierno de Pernambuco, en 1975. Pero finalmente ocurrió a un ritmo fulminante. En pocos años se instalaron en la zona más de 100 empresas y otra treintena más están construyendo sus estructuras de producción, destacándose una refinería acompañada de tres plantas petroquímicas.
Por ejemplo ya operan en Suape el mayor molino latinoamericano de trigo, propiedad de la firma transnacional Bunge, y un astillero en el que se asociaron tres empresas brasileñas con la coreana Samsung, que emplea a 7.400 personas y tiene pedidos que cubren las entregas por "los próximos 10 años". Otros establecimientos similares también decidieron instalarse allí.
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Diariamente arriban y salen de Suape "cerca de 80.000 trabajadores", estimó Leimig, al responder a IPS con cierto apuro para poder volver a su casa antes de las 16 horas, porque más tarde las carreteras "se vuelven infernales", ocupadas por camiones y autobuses en exceso para las pistas estrechas y deterioradas.
Hasta hace un mes llegaban hasta 70.000 los empleados, en sus cuentas de director de Suape Global, el foro en que participan variados sectores de la sociedad para atraer inversiones, especialmente para hacer de Pernambuco un polo proveedor de bienes y servicios para la industria de petróleo, gas y naval.
Pero Felipe Chaves, gerente de Segmentos Económicos en el gobierno de Pernambuco, reconoce que la infraestructura y la mano de obra calificada para esa explosiva demanda son aún insuficiencias y son los problemas que traban y lastiman el proceso de desarrollo.
La población local y sus gobernantes, después de tanto esperar las industrias que atraería el puerto, fueron sorprendidos por la brusca conversión del sueño en realidad. No hubo tiempo ni recursos para adaptar las carreteras turísticas al tránsito diario de miles de vehículos pesados, así como tampoco para preparar a la ciudad para la llegada en avalancha de obreros de todas partes del país.
"Unos 3.000 autobuses transportan a los trabajadores, con una circulación que se triplicó", describe Rubia Melo, coordinadora de Recursos Naturales del municipio de Cabo Santo Agostinho. En tres años "cambió todo", observó.
Hoteles y residencias familiares se convirtieron en alojamientos de obreros ante la insuficiencia de los sitios construidos por las empresas para hospedar a más de 10.000 empleados. El alquiler de las casas más simples subió de unos 300 a 800 reales (162 a 432 dólares), apuntó como ejemplo de la consecuente inflación producto de la explosión laboral.
En Cabo viven cerca de 20.000 trabajadores de Suape, que emplea un poco más de residentes locales, según Abel dos Santos Neto, secretario municipal de Desarrollo Económico y Turismo. El municipio tenía 185.025 habitantes, según el censo brasileño del año pasado, pero su población crece diariamente.
La consecuente explosión de demanda exacerbó los precios y la urgencia inexequible de invertir en infraestructura, educación y seguridad pública, destacó Neto.
En cambio, los homicidios se redujeron del promedio de 12 al mes a cuatro o cinco en la actualidad, celebró Melo, que lo atribuyó al buen desempeño de la guardia municipal.
Sin embargo, "aumentaron las agresiones, así como el embarazo precoz, las madres solteras, la prostitución y el narcotráfico, admitió Neto, señalando que su ciudad sufre el impacto de ubicarse entre la capital, Recife, y Suape, que queda en el municipio vecino al sur, Ipojuca.
Convertidos en "dormitorios de Suape", esos municipios costeros tienen ahora el turismo afectado por el acceso congestionado, especialmente Ipojuca, conocido internacionalmente por sus playas y la concentración hotelera de Porto de Galinhas.
Son dolores del progreso. Neto se manifiesta orgulloso de "participar en un gobierno que transforma la vida de las personas", en la construcción de "un gran futuro" para su ciudad. "Desde niño veía la potencialidad de Suape y de Cabo de Santo Agostinho, dijo.
Ampliar las carreteras, componiendo un Arco Metropolitano, para sacar vehículos cargueros de las ciudades, y llevar ferrocarriles a Suape son medidas en marcha para descongestionar la Región Metropolitana de Recife, que comprende 14 municipios y 3,7 millones de habitantes, informó Roberto de Abreu e Lima, encargado de Gestión en la Secretaria de Desarrollo Económico de Pernambuco.
Otro desafío es interiorizar el crecimiento económico, ya que 80 por ciento del producto pernambucano se concentra hoy en un radio de 60 kilómetros en torno de Recife, acotó. Para eso será vital el ferrocarril Transnordestino, que se espera concluir en dos años y que cruzará todo el estado de este a oeste y llegará a dos distritos vecinos.
Suape buscó inicialmente atraer todo tipo de empresa, tratando de formar polos de desarrollo de alimentos, cerámica, energías y partes de automóviles. Pero ahora comenzó a seleccionar, aceptando solo las que "necesitan instalarse allí" junto al puerto, y las vinculadas a la vocación elegida, de centro petrolero, gasífero, naval y "offshore" (actividades oceánicas), aclaró Leimig.
La decisión de la firma transnacional de origen italiano FIAT, que desistió de construir su nueva planta en Suape para hacerlo en Goiana, 100 kilómetros al norte, contribuye a la desconcentración deseada, comentó Daniel Cabral, asesor de Leimig.
El nuevo sitio, de 14.000 hectáreas, permitirá ampliar la producción anual a 300.000 vehículos e instalar productores de partes de automóviles, justificó la montadora italiana. Es más que toda el área de Suape, de 13.500 hectáreas, donde 59 por ciento se destina a la preservación ambiental.
El gobierno estadual estudia construir un nuevo puerto y un aeropuerto en Goiana para servir el polo automovilístico, pero el puerto de Suave, que fue decisivo para atraer a la FIAT a Pernambuco, seguirá siendo importante para su operación.
Elegido el mejor puerto estatal brasileño por dos distintas instituciones, Suape "recuperó el orgullo de los pernambucanos", al impulsar la economía del estado, evaluó Leimig. La población "vivía deprimida" por el estancamiento y el fracaso en atraer grandes proyectos, como un planta que la empresa Ford decidió, en 1999, levantar en el vecino estado de Bahia, concluyó.