«Sigo viendo la corrupción como un peligro extraordinario» para el país, pues su «poder corrosivo» la convierte en un asunto de «seguridad nacional», enfatizó Esteban Morales, separado de las filas del Partido Comunista de Cuba (PCC) luego de hacer públicas sus advertencias.
Morales presentó su apelación ante el PCC, recurso al cual tiene derecho según los estatutos de ese partido que ejerce el gobierno y es el único permitido en este país.
"Una comisión debe analizar el asunto y decidir. Si no me satisface la respuesta, puedo llevar el caso hasta el congreso del partido. Seguiré apelando porque creo que tengo razones para ello", dijo a IPS.
Mientras tanto, continúa "muy activo" como académico e investigador, aunque en septiembre dejará de pertenecer a la plantilla del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Estados Unidos, de la Universidad de La Habana, del cual es fundador y al que dedicó buena parte de su vida profesional.
"Me jubilaré con 68 años. Tendré más tiempo y mayor libertad para dedicarme a mis labores académicas y de investigación", añadió este doctor en ciencias y en economía, experto en las relaciones cubano-estadounidenses y autor de ensayos, libros y numerosos artículos sobre el no menos delicado tema del racismo en su país.
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IPS: Luego de hacerse pública su separación del PCC, usted prefirió evitar contactos con la prensa, sobre todo la extranjera acreditada. ¿Qué lo hizo cambiar esa decisión y acceder a esta entrevista?
ESTEBAN MORALES: Considero saludable aclarar ciertos puntos. Algunas personas han dicho que fui un privilegiado, un agente de la seguridad (servicios secretos) y ahora me propongo decir estas cosas. Nunca encontrarán mis privilegios, no los tengo. En cuanto a la seguridad, si así lo fuera, no lo tengo a menos, porque eso en Cuba es un honor.
Lo que habla por mí es mi currículo. Soy un académico de verdad, no soy un inventado, son decenas de trabajos los que he escrito y no siempre de asuntos sencillos, además de impartir mucha docencia, dictar conferencias y hacer asesorías académicas. Si alguien aún duda, que ponga mi nombre en Google (el motor de búsqueda en Internet).
Otros se han afilado los dientes pensando que voy a cambiar de bando, a pasarme a la "disidencia". Quizás la contrarrevolución, tan falta de liderazgo, pudo pensar que yo les llenaría ese vacío. Pero quienes me conocen de verdad, saben que eso es imposible, que soy un revolucionario inclaudicable. Además, nunca he tenido ínfulas de líder, ni busqué protagonismo.
IPS: ¿Ni siquiera ha dudado de sus convicciones políticas?
EM: No, nunca. El sol, con ser el sol, tiene sus manchas, puede haber apreciaciones diferentes. Uno también puede dar lugar a malas interpretaciones, aunque el espíritu de mis textos está claro y se ve que fueron escritos desde posturas revolucionarias.
Antes de ser militante del partido, ya era revolucionario y lo seguiré siendo. Es una militancia política que decidí hace más de 50 años, por mi propia voluntad. Jamás me ha gustado jugar a los "mentirazos".
Lo sucedido no me paraliza. Simplemente tendré mucho más cuidado al expresarme y escribir, pero no dejaré de hacerlo, como un intelectual que la Revolución ha preparado para alertar con honestidad de aquellas cosas que nos pueden hacer daño. Es lo que he hecho siempre. Son los riesgos que hay que correr.
IPS: El hecho de que a usted se lo sancione tras expresar públicamente sus criterios sobre la corrupción y sus riesgos para la estabilidad política y social del país, ¿no contradice al propio presidente Raúl Castro, quien el 1 de este mes dijo que la unidad "se fomenta y cosecha en la más amplia democracia socialista y en la discusión abierta de todos los asuntos, por sensibles que sean, con el pueblo"?
EM: Yo creo que el debate y la crítica son promovidos por Raúl y la dirección del partido. Pero puede haber circunstancias en que alguien en algún nivel piense que las cosas no son tan así.
Diría que el proceso de aplicación de la crítica es mucho más complejo que la mera decisión de ejercerla, tiene que ver con las estructuras, con los hombres y el modo diferente en que algunos a veces comprendemos las cosas. O tal vez, de lo que dije, algo pudo ser dicho de otra forma. Hay mucha distancia entre deseos y práctica concreta.
IPS: ¿Qué es lo que considera más preocupante de la corrupción?
EM: Su poder corrosivo desde el punto de vista moral. Cuando la moral y la ética se afectan, nuestro sistema político se desprestigia, va abajo todo. Por eso estoy de acuerdo con quienes dicen que es un problema de seguridad nacional.
Pero eso no se resuelve sólo a partir de inspecciones o de crear más papeleos, sino de estar muy vigilantes y creando continuamente mecanismos para que esas cosas no ocurran. Para que la gente que maneja dinero y recursos tenga que rendir cuentas continuamente. En nuestro país es una realidad que los bienes son del pueblo, no es un mero discurso.
IPS: Usted es muy conocido por temas sobre Estados Unidos, las relaciones de Cuba con ese país y el racismo. ¿Qué lo llevó a escribir sobre la corrupción, un asunto que, según sectores oficialistas, alimenta "campañas de desprestigio" contra el país si se ventila públicamente?
EM: Escribí esos artículos porque creo que son los peligros de ahora. Y tengo un lema: en medio de la situación que hemos vivido estos años, creo que quien quiera ser revolucionario tiene que tener su propia guerra, librar sus propias batallas y correr los riesgos que sean. En caso contrario, que se quede en su casa, bajo la cama.
Eso de que el enemigo va a aprovechar las cosas tampoco me inmoviliza, porque el enemigo no nos va a resolver el problema, sino al contrario. Soy de los que piensa que a veces es más saludable que seamos nosotros mismos quienes reconozcamos nuestras deficiencias a que sea el enemigo quien nos las lance luego a la cara, o nos las guarde, que es peor.
IPS: ¿Cuándo dice enemigo, a quién se está refiriendo?
EM: Nosotros no podemos obviar que desde fines de los años 80 el foco de la política de Estados Unidos hacia Cuba cambió. Ahora, todo lo que está ocurriendo internamente en la isla está siendo observado, monitoreado por los políticos estadounidenses y en particular por los servicios especiales de Estados Unidos.
Es en ese contexto que veo el problema de la corrupción, que lo sigo viendo como un peligro extraordinario.