AGUA-VENEZUELA: La garganta se seca en la tierra del petróleo

La capital y otras ciudades de Venezuela están sometidas a un estricto racionamiento de agua, debido a los umbrales críticos que registran los embalses de suministro. Una sequía que se prolonga desde 2001 es la causa de la escasez.

”No es nada nuevo para nosotros. Llevo 10 años subiendo estos escalones (54) con una lata de agua cada día”, dijo a IPS Hilda Hernández, de 42 años, ocho horas diarias de trabajo como cocinera en un restaurante de la zona residencial El Paraíso, en cuyos altos, el empinado e informal barrio ”905” vive con sus cuatro hijos.

Nada nuevo en absoluto. En 1958, cuando el Nobel colombiano de Literatura Gabriel García Márquez trabajaba como periodista en Venezuela, escribió una serie de reportajes recogidos en el volumen ”Cuando era feliz e indocumentado”.

Uno de esos trabajos, ”Caracas sin agua”, lo protagonizaba un ficticio turista alemán afectado por la sequía en la ciudad.

Los residentes de los barrios regulares, la mitad de los cuatro millones de habitantes de la urbe, han tenido más suerte que personas como Hernández, aunque no están a salvo de la sed.

”Les racionamos el agua uno o dos días a la semana desde hace dos años. Ahora duplicaremos ese racionamiento”, advirtió Jacqueline Farías, presidenta del ente estatal Hidrocapital.

Josué Castro, ”albañil cansado del desempleo”, como él mismo se define, vendió bidones plásticos para almacenar gasolina cuando una huelga contra el presidente Hugo Chávez hizo escasear el combustible desde diciembre hasta febrero.

Ahora ”reconvertí el negocio, vendo los mismos bidones para agua”, explicó a IPS en una calle del residencial barrio de Santa Mónica.

Son las paradojas de un país rico en petróleo -los mayores depósitos de crudo en el hemisferio- y en agua, pero sediento.

Ochenta y cinco por ciento de la población es urbana, y más de 80 por ciento vive en el norte, junto a las costas del mar Caribe y el petrolero Lago de Maracaibo.

Pero la costa septentrional dispone de sólo 5 por ciento del agua dulce, que llega desde embalses mediante costosos y a veces obsoletos sistemas de tuberías, por contraste con el sur, pletórico de caudalosos ríos tributarios del Orinoco.

Venezuela no es pobre en agua. Al contrario, tiene abundantes recursos hídricos y ocupa el puesto 23 en el índice establecido por la Organización de las Naciones Unidas, con 51.021 metros cúbicos disponibles por persona al año, seis veces menos que la vecina Guyana (316.689) pero más que Brasil (48.314) y Colombia (50.635), también limítrofes.

El país ha vivido periodos de intensas lluvias. Un temporal causó deslaves en Vargas, el litoral Caribe vecino a Caracas, en diciembre de 1999, y miles de personas perecieron.

Pero desde 2001 casi no llueve sobre el embalse de Camatagua, al norte de las llanuras centrales del país, y su suministro de 17.000 litros por segundo a la capital se redujo a 12.000 y luego a menos.

El último recorte, este mes, mermó el abastecimiento de agua a la capital de 9.000 a sólo 7.400 litros por segundo.

Camatagua guarda ahora unos 200 millones de metros cúbicos, contra 1.200 millones de unidades que mantuvo durante la década pasada.

”Si en el periodo tradicional de lluvias (de mayo a octubre) no se recupera el embalse, desde noviembre se utilizará el 'volumen muerto', que es el agua que se acumula en el fondo del estanque, y el racionamiento será mucho más riguroso”, advirtió Farías.

Además de la falta de lluvia, las cuencas son afectadas por incendios de bosques, que proliferan en el caluroso verano austral, la estación seca en Venezuela.

Incluso el cerro Avila, que separa a Caracas del mar y es un parque nacional, padeció por los incendios.

La sudoriental represa de Guri, con capacidad para 10.000 megavatios y que vende parte del fluido a Brasil, también se ha visto afectada.

Del otro lado de la frontera, en el septentrional estado brasileño de Roraima, los incendios están causando estragos en la vegetación.

En su programa semanal de radio y televisión, ”Aló, presidente”, Chávez exhorta constantemente a sus compatriotas a dejar la costa norte y mudarse a las calurosas pero irrigadas llanuras del centro y el sur.

Otras contradicciones de la potencia petrolera: 56 por ciento de sus familias viven en situación de pobreza, y de la población activa (11 de los 23 millones de habitantes) la mitad trabaja en el sector informal, 18 por ciento está desempleada y a sus flagelos suma ahora la amenaza de la sed.

”Es que este es el país más urbano y expuesto al mercado en América Latina”, dijo a IPS Ricardo Villasmil, del Instituto de Investigaciones Sociales y Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello.

En el III Foro Mundial del Agua que concluirá este domingo en la sudoccidental ciudad japonesa de Kyoto, volvió a emerger el problema global de la asociación entre pobreza y la escasez de agua limpia, a la que se considera causa de muerte de 2,2 millones de personas cada año en el mundo en desarrollo.

Villasmil señaló que ”hay una asociación del tema de las posibilidades de vida urbana con la pobreza, porque la condición urbana es un potencial del país para superarla. La lógica del desarrollo moderno supone la concentración de la población en las ciudades”.

El mundo conmemora este sábado el día mundial del recurso, mientras 1.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable y 2.400 millones carecen de saneamiento.

La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable que se realizó el año pasado en Johannesburgo, Sudáfrica, estableció la meta de reducir a la mitad la población mundial sin agua y saneamiento para 2015.

Pero ante la ausencia de programas específicos que requieren inversiones de más de 40.000 millones de dólares anuales, 2.700 millones de personas, un tercio de la población mundial, estarán afectadas por la falta de agua dulce hacia 2025, según el foro de Kyoto.

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