ECONOMÍA-EUROPA: Viento helado azota el este

La región que le gustaría verse a sí misma como el motor del crecimiento económico de Europa e inmune a la crisis internacional es ahora señalada como la próxima en desplomarse.

En los países miembro de la Unión Europea (UE) del centro y este del continente, el capital extranjero huye, las monedas se debilitan y se espera un enlentecimiento o incluso una contracción del producto interno bruto (PIB).

El primer ministro de Hungría, Ferenc Gyurcsány, quien anunció que abandonaría el cargo frente a las crecientes críticas sobre su manejo de la crisis económica, le pidió a Europa occidental que rescatara a toda la región con un paquete por 180.000 millones de dólares. El pedido causó controversia.

"Fue un error intentar dar la impresión de que la región es homogénea y que los problemas son los mismos", dijo a IPS el economista húngaro Andras Nagy. "Pensó que ganaría una más fuerte posición de negociación, pero esto no fue preparado en forma adecuada, y los otros países no estuvieron de acuerdo con esta táctica".

En Eslovaquia, una de las economías europeas de más rápido crecimiento pero donde los ingresos presupuestarios están disminuyendo, el gobierno prometió ambiciosamente ahorrar en la administración estatal, llevar adelante inversiones públicas que favorezcan a los proveedores internos y ayudar a las fábricas de vehículos, preservando a la vez todo los programas sociales y manteniendo el presupuesto bajo control.
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En Polonia, después de un optimismo inicial, los ingresos presupuestarios resultaron ser más bajos de lo esperado y varios ministerios, como los de Salud, Justicia, Interior y especialmente el de Defensa, sufren escasez de fondos.

Los efectos de la crisis también se sienten en República Checa, a pesar de que ese país lo negara.

Cuando las potencias de la UE acordaron en febrero fortalecer el control de los mercados, Miroslav Kalousek, ministro de Finanzas del gobierno neoliberal checo, país que ejerce la presidencia rotativa del bloque y que planteó el objetivo inicial de "desregular" Europa, hizo un llamado de alerta sobre lo que consideró "populismo en la regulación financiera".

"Esto es principalmente político", dijo Nagy. "Los checos y los polacos dijeron que no serían afectados seriamente. Son muy nacionalistas y han intentado crear la imagen de que son mejores que los otros, mientras que los húngaros se quejan de una catástrofe. Yo no creería ni las previsiones optimistas ni las fatalistas, porque no pueden saber qué va a ocurrir", añadió.

Ha habido poca colaboración entre los países de la región, excepto por una cierta intervención verbal coordinada de los bancos centrales checo, húngaro, polaco y rumano para proteger sus monedas.

También se habla de una coalición liderada por el primer ministro polaco Donald Tusk contra lo que el periódico Gazeta Wyborcza calificó de "espectro de un proteccionismo económico que una vez más está rondando en Europa".

Esto fue en reacción a la sugerencia del presidente francés Nicolas Sarkozy de que los fabricantes de autos de su país debían abandonar sus fábricas en la República Checa, país con el que las relaciones nunca están del todo bien.

"Europa occidental claramente no es muy útil, porque ellos están en muchos problemas", dijo Nagy. "Pero aun si están en grande dificultad, ayudarán". Esa ayuda ha sido dada a Hungría y Letonia, y Rumania podría ser el siguiente en la fila, pues Occidente teme que la bancarrota de uno de esos países tenga un efecto de expansión.

Austria ha sido el más activo promotor de un paquete de ayuda a la región debido a sus importantes acciones en los mercados de Europa oriental. Los bancos austriacos Raiffeisen y Erste tienen más de 230.000 millones de euros —70 por ciento del PIB de Austria—en préstamos en el exterior, la mayor parte en monedas extranjeras que los han hecho más caros para los deudores.

Hungría y Rumania están en una posición delicada en términos de deudas privadas de hogares. Un gran número de préstamos se han otorgado en divisas que los han convertido en mucho más costosos tras las devaluaciones de las respectivas monedas nacionales.

Especuladores han aprovechado la devaluación, con peligrosas y costosas consecuencias para la credibilidad de los países. Muchos funcionarios de gobierno incluso acusan a esos mismos especuladores de intentar influir a los inversionistas en la región promoviendo siniestras proyecciones económicas.

La moneda húngara, el florín, perdió 20 por ciento de su valor en medio año, y las personas temen por sus casas y negocios. Sólo Eslovenia y Eslovaquia, que adoptaron el euro este año, están protegidos de las consecuencias catastróficas de las oscilaciones monetarias.

Gyurcsány sugirió un ingreso anticipado a la zona euro de los países de la UE que aún no han adoptado esa moneda, pero analistas consideran que la propuesta es políticamente irrealista.

Conocido en los años 90 como el "hijo modelo" de los reformadores occidentales, el estado húngaro fue señalado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, como un ejemplo a evitar. Muchos húngaros consideran que la línea de crédito que goza su país por 20.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) es degradante.

"El mayor problema de Hungría es un extremadamente alto déficit causado por la mala administración de gobiernos previos", dijo Nagy.

Se teme que la economía de Hungría se contraiga entre tres y 3,5 por ciento este año, y que las condiciones del FMI impuestas para su préstamo perjudiquen a jubilados y a empleados públicos en este país en gran medida con un sistema de bienestar.

"Estamos en vías de ser colonizados", alertó Tibor Szanyi, del gobernante Partido Socialista de Hungría, en una entrevista el mes pasado. "El FMI nos dice lo que tenemos que hacer y lo que no".

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