CHINA: Una represa ensombrece idílico valle

En la Garganta del Salto del Tigre, en China, hay un pueblo fantasma. Nadie habita los nuevos apartamentos en falso estilo tibetano, de paredes blancas y enormes ventanales. Nadie transita las calles recién ensanchadas. La belleza natural contrasta con el vacío.

Acurrucado en los pliegues de las montañas nevadas de Shangri-la, en la meridional provincia de Yunnan, y encaramado sobre las veloces aguas del río Jinsha, el lugar es tan pintoresco que altos empleados del gobierno local preveían disfrutar allí un retiro perfecto.

Todos esos funcionarios "compraron casa aquí", dijo Xiao Luo, un guía turístico local perteneciente a la minoría naxi. "Los edificios son nuevos, construidos para militares retirados. Pero todavía nadie se anima a mudarse. Si se construye la represa, toda el área se inundará."

Xiao Luo se refiere a la represa de la Garganta del Salto del Tigre. Su nombre se debe a que es tan estrecha que, según la leyenda, uno de esos felinos saltó por encima de ella.

La propia garganta —uno de los cañones más profundos del mundo, en el curso superior del río Yangtze— es casi tan famosa como las Tres Gargantas, también en China.
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En la zona viven comunidades diversas. Entre ellas la naxi, la tibetana, la yi, la han (etnia mayoritaria en China) y la zhang.

En los albores del siglo pasado, exploradores occidentales como Joseph Rock dieron fama internacional a la flora y la fauna de este espléndido escenario.

Los grandes ríos de Asia —el Yangtze, el Mekong y el Salween— se encuentran en la cuenca del Himalaya y fluyen en paralelo a través de esta zona de la provincia de Yunnan.

La belleza es tal que, en 2003, al Comité de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) le llevó menos de 20 minutos decidirse a incluir el Parque Nacional de los Tres Ríos Paralelos en la lista de Patrimonio Mundial.

El honor puso de relieve la frágil belleza de un lugar que ha sobrevivido a interminables campañas de tala y al reasentamiento de cientos de miles de recién llegados durante las tres décadas del régimen del líder comunista Mao Zedong (1949-1976).

Mao creía que "el hombre debe conquistar la naturaleza", más que vivir en armonía con ella.

Pero una nueva amenaza para la rica diversidad del área resurgió en 2004, cuando el gobierno local anunció su pretensión de construir una represa y una planta eléctrica en la Garganta del Salto del Tigre.

Desde entonces, la oposición a la represa concentró la atención del naciente ambientalismo chino.

La oposición al proyecto congregó a campesinos del lugar, a los medios de prensa nacionales y a organizaciones ambientalistas, en una rara demostración de desafío a los poderosos grupos de presión integrados por los operadores del sector de la energía y funcionarios orientados al desarrollo.

Los aldeanos locales incluso se comprometieron, a través de una petición firmada y dirigida al gobierno en Beijing, a poner fin a un proyecto por el que se prevé el desalojo de unos 100.000 agricultores.

Al principio, la protesta tuvo éxito. Beijing pareció inclinarse ante la demanda pública y suspendió el proyecto. El primer ministro Wen Jiabao ordenó una evaluación del impacto ambiental de la represa y una investigación sobre las acusaciones sobre irregularidades en su trámite.

Desde entonces, la cobertura periodística del proyecto se fue apagando y las protestas locales fueron acalladas.

"Hubo un cambio de lenguaje", explicó el ambientalista local Yu Xiaogang.

"Los funcionarios de aquí ya no hablan de construir represas sino de desviar el río Jinsha para aliviar la falta de agua en la capital provincial de Kunming. Los proyectos de transferencia hídrica no son redituables. Nadie puede acusarlos de tener objetivos comerciales", agregó.

El plan original de construir una represa sobre la Garganta del Salto del Tigre fue reemplazado por uno nuevo, para construir otra en el río Jinsha en Longpan. Se propone que este embalse —todavía en discusión— esté ubicado unos 150 kilómetros corriente arriba de la Garganta del Salto del Tigre.

Otros detalles, como la construcción de una cascada de otras siete represas corriente abajo, aún siguen en pie. Se prevé que la serie de represas propuestas producirán unos 88.300 millones de kilovatios al año..

En noviembre, el gobernador de Yunnan, Qin Guangrong, describió el plan de transferencia hídrica a esa provincia como "el proyecto de ingeniería más costoso y difícil" asumido por las autoridades locales desde la Revolución Comunista triunfante en 1949.

"El proyecto de transferencia fluvial sólo puede concretarse si se construyen las ocho represas sobre el Jinsha", dijo el geólogo Yang Yong, que estudia el desarrollo de los recursos hídricos en las provincias del occidente de China.

"Eso deja poca duda. Si el gobierno se toma en serio el suministro de agua a Kunming, el proyecto seguirá adelante", añadió.

Además de aliviar la falta de agua en Yunnan, la propuesta de construir represas en el Jinsha tiene la finalidad de desviar el río hacia Kunming para limpiar el muy contaminado lago Dian Chi, uno de los mayores espejos de agua dulce de Asia.

En los últimos 50 años, el lago se redujo a un tercio de su tamaño original y se enpantanó.

Yunnan ha gastado miles de millones de dólares para reducir la contaminación en el lago, con pocos resultados. Las algas de Dian Chi están destruyendo los ecosistemas del lago, agotando el contenido de oxígeno de sus aguas.

Ahora, mientras la capital Kunming se expande, la provincia se prepara para invertir aún más —7.200 millones de dólares— en un costoso proyecto para desviar agua del río Jinsha.

"La idea es desviarlo casi 600 kilómetros, algo caro y difícil", dijo Yu Xiaogang, director de la organización no gubernamental Cascadas Verdes, de Kunming.

"Los funcionarios locales movilizaron mucha propaganda para justificar el costo. Dicen que el sustento de 10 millones de personas en la central Yunnan obligan a desarraigar a 100.000 personas en la Garganta del Salto del Tigre", agregó.

El nuevo sitio de la represa de Longpan presuntamente desplazará a menos personas —se estima que unas 20.000, principalmente de minorías— que el plan original para la represa de la Garganta del Salto del Tigre.

Según los expertos, el impacto sobre los bosques y la biodiversidad del área será igualmente severo. Ellos sugieren otras soluciones posibles para la falta de agua en Yunnan que podrían minimizar la necesidad de desviar agua del Jinsha.

"En los últimos años hubo una explosión de proyectos intensivos de energía en la provincia, muchas de ellos transferidos de las áreas costeras del este, donde tanto la electricidad como los recursos se están agotando lentamente", dijo Yang Yong.

"Es preciso tratar, primero, la contaminación existente, y luego mantener en jaque el crecimiento de las industrias contaminantes antes de darles la luz verde a esos proyectos" de desvío hídrico, sostuvo.

En el antiguo pueblo comercial de Shigu, donde el río Yangtze hace su primera curva, la atmósfera es tensa. Las autoridades se muestran cautas ante las protestas contra la represa.

Tres automóviles policiales patrullan el pequeño mercado y el acceso a un gran monumento dedicado a la Larga Marcha que precedió el triunfo de la Revolución China.

"Los policías nos observan todo el tiempo. No les gusta mucho que hablemos con extranjeros", dijo furtivamente Chen Jing, una residente en el lugar.

Fue en este destino turístico que, en 1235, el emperador mongol Kublai Khan lideró al ejército invasor, que cruzó el río Yangtze a nado sobre sacos de cuero inflado.

También fue aquí, en Shigu, pero en los años 30 del siglo XX, que los ejércitos guerrilleros del presidente Mao cruzaron las rápidas aguas del Yangtze durante su Larga Marcha hacia el norte.

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