Las primeras elecciones parlamentarias en Tailandia desde el golpe militar del año pasado, previstas para el 23 de diciembre, están generando un gran revuelo a causa de las restricciones impuestas a los candidatos por parte de las autoridades.
Según las nuevas reglas anunciadas por la comisión electoral, los tradicionales actos y caminatas de los postulantes están prohibidos. También se declaró ilegal la práctica de recurrir a figuras populares del mundo del espectáculo para que expresen su apoyo a los candidatos.
Los programas de radio y televisión, por otra parte, no tendrán la libertad editorial de invitar a los candidatos que desean para entrevistarlos antes de los comicios, sino que estarán forzados a convocar a representantes de todos los partidos.
Incluso las universidades no podrán realizar los seminarios y discusiones habituales en los que participaban algunos postulantes, que ayudaban al debate público y la difusión de información sobre los temas más relevantes. También tendrán que invitar a un candidato de cada partido.
La prensa local señaló que las nuevas reglas limitan las libertades democráticas. En una columna de opinión publicada el domingo en el diario The Nation, Nophakhun Limsamarphun dijo que esas restricciones, y la decisión de confinar los actos de campaña a áreas especialmente designadas, "son medidas riesgosas contrarias a los principios básicos de la democracia, en la que no debe haber trabas al acceso a la información".
[related_articles]
Las organizaciones de periodistas difundieron declaraciones señalando que estas regulaciones violan el derecho a la libertad de expresión e información, consagrado por la actual Constitución, aprobada por mayoría simple en un referéndum que se realizó en agosto pasado.
"Las restricciones pueden generar una falta de información suficiente sobre los candidatos, lo que afectará la decisión de voto de los electores", dijo el presidente de la Asociación de Periodistas de Radio y Televisión, Thakerng Somsap, en declaraciones al diario Bangkok Post.
La comisión electoral está siendo acusada de excederse en su mandato. "Este intento de controlar hasta el más mínimo detalle no tiene precedentes", dijo a IPS Giles Ungpakorn, un politólogo de la Universidad Chulalongkorn de Bangkok. "Se trata de limitar la libre discusión de temas políticos que es normal en una campaña electoral", agregó.
Otros analistas, como Michael Nelson, académico alemán especializado en la cultura política local, acusaron a las autoridades de reforzar los rasgos conservadores de la clase dirigente tailandesa. "Estas reglas son una forma de autoritarismo burocrático", dijo en una entrevista.
Según Nelson, "demuestran que su pensamiento es completamente ridículo. Estas disparatadas disposiciones son ajenas a una conducta razonable", agregó.
"El proselitismo es una actividad de los ciudadanos en la esfera pública, en la que el Estado no debe intervenir de esta manera", afirmó. "Se confirma que la comisión electoral no es neutral. Había una atmósfera mucho más democrática cuando las elecciones se realizaron" durante el mandato del ex primer ministro Shinawatra Thaksin (2001-2006), derrocado por los militares.
Este enrarecido clima electoral coincide con un momento incómodo para la junta militar gobernante y sus simpatizantes. Los comicios han sido presentados como su compromiso de recuperar para Tailandia sus credenciales de nación democrática. El sábado, el primer ministro, Surayud Chulanont, instó a los 45 millones de votantes a concurrir masivamente a las urnas.
Los esfuerzos de Bangkok para recomponer su deteriorada imagen tras el golpe del año pasado van más allá del frente doméstico. Por primera vez, Tailandia no ha sido invitada a la reunión de la Comunidad de Democracias que se realizará en noviembre en Malí. El foro reúne a 126 países con gobiernos constitucionales y esta nación había participado en los anteriores encuentros en 2000, 2002 y 2005.
Esta exclusión no es lo que los militares tenían en mente cuando derrocaron a Thaksin. El golpe de Estado fue presentado como un intento de restaurar la cultura democrática que, según los generales, había sido destruida durante los cinco años de gestión del ex primer ministro.
Sin embargo, desde entonces, las libertades políticas se han visto amenazadas por leyes, decisiones judiciales y reglas impuestas por organismos supuestamente independientes, como la comisión electoral.
La campaña electoral previa al referéndum de agosto, para aprobar la nueva Constitución, estuvo plagada de manifestaciones autoritarias: se forzó a los partidos políticos a desempeñar un papel secundario y se amenazó con arrestar a las personas que propiciaran votar "No".
"La intención de las decisiones de la comisión electoral es la misma que la de la junta: no quieren que el partido de Thaksin, o el que tome su lugar, vuelva al poder", señaló Giles. "No toman conciencia de que el golpe de Estado que derrocó a un gobierno surgido de elecciones destruyó, en primer lugar, la democracia tailandesa", concluyó.