La emigración de mexicanos a Estados Unidos tiene más de 100 años, pero nunca fue eje de negociaciones bilaterales. Ahora, el asunto está en primer plano y será el punto principal de la visita que el presidente Vicente Fox realizará esta semana a Washington.
Fox tiene previsto entre este miércoles y el jueves reunirse con su par estadounidense George W. Bush y hablar ante el Congreso de ese país. En ambos encuentros abogará por concertar un acuerdo sobre emigración.
La visita de Fox, la primera de un mandatario que recibe el gobierno de Bush desde que asumió en enero, incluye además conversaciones con el director de la Reserva Federal, Alan Greenspan, con directivos del Fondo Monetario Internacional y con líderes sindicales.
También visitará la sede de la Organización de Estados Americanos, se reunirá con comunidades de origen mexicano y viajará al sudoriental estado de Florida, uno de los de mayor población latinoamericana, donde será el orador principal de la «Conferencia de las Américas», organizada por el diario The Miami Herald.
Aunque en esta oportunidad no se firmará un tratado sobre emigración, ese será el asunto central de la visita de Fox, indicó su canciller, Jorge Castañeda.
Estados Unidos y México, países que comparten una frontera de 3.200 kilómetros, negocian acuerdos sobre emigración desde comienzos de año. Pero los portavoces de los dos gobiernos reconocen que la complejidad del fenómeno impide lograr un rápido entendimiento.
El gobierno de México pide legalizar la situación de unos cuatro millones de compatriotas indocumentados que viven en Estados Unidos, mejorar la seguridad en la frontera y ampliar la cantidad de visas de residencia permanente para los emigrantes y los permisos de trabajo temporario.
A pesar de la importancia económica de la emigración mexicana y de los fenómenos sociales y culturales que provoca, nunca antes México y Washington colocaron este asunto a la cabeza de su agenda.
Por el contrario, las acciones unilaterales y los continuos roces diplomáticos marcaron las relaciones en ese punto.
Cada año, alrededor de un millón de emigrantes indocumentados intentan ingresar a Estados Unidos, la mayoría de ellos procedentes de México. En esa aventura fallecieron 1.013 personas indocumentadas entre octubre de 1997 y junio de este año.
Se calcula que en Estados Unidos viven unos 20 millones de personas nacidas en México o descendientes.
Analistas locales coinciden en atribuir a Fox, quien asumió el cargo en diciembre, y a su canciller Castañeda el haber logrado que la emigración se coloque como eje de la agenda con el país vecino.
Pero también apuntan el interés de Bush en el asunto, lo cual estaría influenciado por una estrategia del Partido Republicano, al que pertenece el mandatario, dirigida a conquistar la simpatía de la población de origen latinoamericano en Estados Unidos.
En los últimos años, los republicanos ganaron fama de oponerse a la emigración. Esa impresión cobró fuerza en 1993, cuando el entonces gobernador republicano de California, Pete Wilson, inició una ofensiva contra las comunidades latinoamericanas.
Bush, que asumió la presidencia el 20 de enero, sostiene que la relación con México es la más importante de su país y aseguró tener una estrecha amistad con Fox, lo cual facilita el diálogo, declaró.
La primera visita de Estado que realizó el mandatario de Estados Unidos fue en febrero a México. En esa ocasión acordó con su Fox dar prioridad al tema migratorio.
«Ojalá logren algo los presidentes, (pues) ya me quiero regresar (a Estados Unidos) con mis hermanos. Aquí en México no se paga bien y la familia necesita el recurso», apuntó a IPS Francisco, un mexicano que trabaja como conserje en un edificio residencial de la capital de México.
«Cuando estuve allá (en Estados Unidos) ganaba más de cinco dólares la hora. Claro que trabajaba 10 horas al día, pero pude mandar mucho lana (dinero) a la familia. Ahora, en cambio, ganó menos de 1.900 pesos al mes (200 dólares) y no alcanza», relató.
Francisco, de 38 años, tiene cinco hermanos que viven cerca de Nueva York y que trabajan como carpinteros. «Sólo yo regresé (a México), y fue porque me enfermé de los nervios por tanto trabajo, pero ya estoy bien y quiero volver», apuntó.
Como este mexicano, miles sueñan con ir a Estados Unidos para trabajar por un tiempo o quedarse a vivir. Muchos optan por viajar sin los documentos necesarios ante la imposibilidad de conseguir un permiso oficial.
El gobierno de Estados Unidos endureció los controles migratorios en los últimos años y levantó muros en la frontera con México, en su intento por frenar el ingreso de inmigrantes indocumentados.
Sin embargo, la llegada de extranjeros continuó, con el agravante de que éstos se exponen a mayores riesgos en el intento, pues buscan las zonas más inhóspitas y menos vigiladas para ingresar.
Cifras oficiales indican que en la frontera de Estados Unidos con México murieron 236 personas en 1999, 367 en 2000 y 275 en lo que va del año. (FIN/IPS/dc/dm/ip/01