La ruptura de las conversaciones entre los actores principales de la OMC precipitó este lunes el derrumbe de las negociaciones de la Ronda de Doha que se arrastraban a los tumbos desde hace casi cinco años. La Unión Europea y países en desarrollo endilgaron el fracaso a Estados Unidos.
En apariencia, la desavenencia final entre los ministros del Grupo de los Seis (G-6), conformado por Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Australia, Brasil, India y Japón, provino del tema agrícola, el mismo que enrareció el clima de las negociaciones a lo largo de todos estos años en la OMC (Organización Mundial del Comercio).
La UE, principalmente, pero también India y Brasil, los coordinadores del Grupo de los 20 gobiernos de naciones en desarrollo con intereses agrícolas comunes, responsabilizaron del hundimiento de las negociaciones a Estados Unidos por no haber accedido a reducir el sostén que otorga a sus agricultores mediante medidas internas.
El comisario de Comercio de la UE, Peter Mandelson, sostuvo que Washington no estuvo dispuesto a aceptar "o en efecto reconocer la flexibilidad mostrada por los demás" negociadores del G-6.
En consecuencia, la representación estadounidense "se sintió incapaz de flexibilidad alguna" en el tema de las subvenciones a los agricultores, insistió el funcionario europeo.
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Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, coincidió en que, "sin afán de encontrar culpables, sí hay que reconocer un área que estuvo rezagada, esa fue el apoyo doméstico", la cuestión más celosamente protegida por Estados Unidos.
Con evidencias de liderazgo en ese tema, las posibilidades de acuerdo hubieran sido otras, lamentó el negociador brasileño.
También el ministro de Comercio de India, Kamal Nath, opinó que la UE mostró flexibilidades, al modificar su propuesta sobre los aranceles que impone a las importaciones agrícolas.
"Todos pusieron algo sobre la mesa de negociaciones, con excepción de un país que dijo que no veía nada en la mesa", expresó Nath en referencia a Estados Unidos.
Pero el ministro indio aportó un enfoque diferente sobre las causas del desacuerdo que provocó el fiasco de la Ronda de Doha.
Nath descartó que hayan sido las disparidades de los números contenidos en las distintas propuestas de las cuestiones agrícolas y de los aranceles industriales.
El fracaso de las negociaciones es intrínseco porque las diferencias son ideológicas, estimó el representante indio. "Hasta que no seamos capaces de reducir esas brechas, esos contrastes entre mentalidades, esta ronda no tendrá futuro", vaticinó.
En apoyo de su argumentación, Nath dijo que, tan importante como la conclusión de la ronda es el contenido de sus acuerdos, que debe demostrar nuevas oportunidades para el mundo en desarrollo.
La sustancia de la Ronda de Doha debe demostrar en primer lugar el acceso para los países en desarrollo a los mercados de las naciones industrializadas, reclamó
El ministro indio expuso una de las constantes que signado los debates durante los cinco años de negociaciones: "Esta ronda no ha sido lanzada para perpetuar los defectos estructurales del comercio mundial, especialmente en la agricultura", apuntó.
Por otro lado, Nath se hizo eco de una demanda de las organizaciones no gubernamentales críticas de la Ronda de Doha al advertir de que "esta Ronda es para abrir los mercados de los países en desarrollo desplazando a millones de agricultores de subsistencia para permitir que las naciones ricas dispongan de acceso a los mercados para sus productos agrícolas subvencionados".
En esas condiciones, la situación ahora es muy seria, resumió el director general de la OMC, el francés Pascal Lamy, quien adelantó que este jueves propondrá a los 149 estados miembro de la institución que suspendan las negociaciones de Doha, programadas para concluir en diciembre próximo, luego de dos años de atrasos.
La idea de una reanudación de la Ronda de Doha todavía no ha sido barajada seriamente entre los delegados. Mandelson estimó que "esa posibilidad no se encuentra a la vuelta de la esquina".
Lamy condensó la opinión de la mayoría de los negociadores al manifestar que "no se puede ocultar la amarga verdad: nos encontramos en aprietos".
En prueba de la gravedad del caso, Amorim advirtió que la Ronda de Doha no se limita a cuestiones comerciales sino que alcanza también a la lucha contra el hambre y la pobreza, a la gobernanza política, a la seguridad internacional y al desarrollo económico con justicia social.
A causa de que esos elementos son esenciales para la paz y trascienden a la misma OMC, Amorim sugirió que conciernen directamente a otros cuerpos, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Podemos considerar la posibilidad de comprometer al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la búsqueda del impulso político para superar las dificultades, propuso.
"No estoy queriendo transferir el encargo para Annan, pero eso afecta la credibilidad del sistema multilateral, nuestra capacidad de resolver las cuestiones", aclaró Amorim a IPS .
El canciller brasileño opinó que la situación es grave porque, si en la reunión de jefes de Estado y de gobierno del G-6 realizada el San Petesburgo la semana pasada, los ministros "recibimos el mandato de llegar rápidamente a un acuerdo y en apenas un día en Ginebra reconocemos que el acuerdo es imposible, algo no está bien".
"Cuando hablo de Annan, me refiero más bien a su papel de líder que puede hablar con otros dirigentes y decirles: 'amigos, pongamos un poco más de visión política en esto y no solamente unas tantas toneladas de carne o de otros productos'", confió Amorim.