La paz sostenible en Afganistán necesita mujeres en primera línea

Fawziya Koofi, ex vicepresidenta del Parlamento de Afganistán, durante el encuentro de alto nivel sobre "La inclusión de las mujeres en el futuro de Afganistán". Imagen: Mark Garten / ONU

NACIONES UNIDAS – Las mujeres de Afganistán siguen defendiendo sus derechos y piden a la comunidad internacional que  se solidarice con ellas y que además tome medidas decisivas para evitar la erosión de sus derechos y de su presencia en el espacio público.

El lunes 23, las misiones ante las Naciones Unidas de Qatar, Indonesia, Irlanda y Suiza, junto con el Foro de Mujeres sobre Afganistán, celebraron una reunión de alto nivel para debatir la situación actual de los derechos de las mujeres en ese país del sur de Asia.

Desde agosto de 2021, cuando los talibanes retomaron el poder en Afganistán, las autoridades han revertido sistemáticamente los derechos de las mujeres y las niñas, reduciendo y anulando su capacidad de participación en la sociedad afgana.

A pesar de los reiterados llamamientos de la comunidad internacional para que protejan los derechos de las mujeres, los talibanes no han hecho más que redoblar sus esfuerzos.

Sus últimos edictos de leyes morales restringen aún más las actividades de las mujeres y las niñas, prohibiéndoles hablar o cantar en público.

Asila Wardak, del Foro de Mujeres sobre Afganistán, dijo en la reunión que las mujeres estaban siendo sistemáticamente borradas de la vida pública.

«El futuro de Afganistán no puede construirse sobre la exclusión de la mitad de la población», afirmó. «Las mujeres deben formar parte de la solución, no ser marginadas», añadió.

El acto incluyó mensajes de destacados miembros de la comunidad internacional en los que expresaban su solidaridad con las mujeres de Afganistán.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas,  António Guterres, afirmó que el organismo mundial continuará sus esfuerzos para implicar a las mujeres y a los grupos dirigidos por mujeres en Afganistán.

Además, dijo, continuará con su labor a fin de garantizar a las mujeres afganas sus espacios de actuación, haciendo un llamamiento para que «desempeñen un papel pleno, tanto dentro de sus fronteras como en la escena mundial».

«Sin mujeres educadas, sin mujeres empleadas, incluso en puestos de liderazgo, y sin reconocer los derechos y libertades de la mitad de su población, Afganistán nunca ocupará el lugar que le corresponde en la escena mundial», afirmó Guterres.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

La subsecretaria general de la ONU para Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz, Rosemary DiCarlo, reiteró que tanto Guterres como todos los estamentos de la ONU la protección y amplificación de la voces de las mujeres afganas.

En su declaración, resumió el proceso de Doha, que pretendía aumentar el compromiso internacional con Afganistán y los talibanes, de los que se esperaba que hicieran una gobernanza más integradora y protegieran los derechos de las mujeres.

Esa flexibilización del régimen taliban, destacó DiCarlo, sería un requisito para que la comunidad internacional  suavizara las restricciones en Afganistán.

Lamentablemente, las nuevas leyes de moralidad ha puesto en peligro ese proceso, sobre todo porque los talibanes se han negado a reunirse con la sociedad civil afgana en encuentros anteriores.

DiCarlo añadió que los talibanes «deben empezar a cumplir sus obligaciones internacionales, especialmente en lo que respecta a las mujeres».

En uno de los paneles del encuentro, la actriz estadounidense Meryl Streep recordó que Afganistán concedió a las mujeres el derecho al voto en 1919, muchos años antes de que países como Estados Unidos y Suiza hicieran lo mismo. Lamentablemente, mucho ha cambiado desde entonces, observó.

«Hoy, en Kabul, una gata tiene más libertades que una mujer. Una gata puede sentarse en la entrada de su casa y sentir el sol en la cara. Puede perseguir a una ardilla en el parque. Una ardilla tiene más derechos que una niña en Afganistán hoy en día, porque los parques públicos se han cerrado a mujeres y niñas», se lamentó la galardonada actriz.

Streep advirtió que «la forma en que esta cultura, esta sociedad, ha sido trastornada es un cuento con moraleja para el resto del mundo. Añadió que los numerosos edictos de los talibanes sobre las mujeres habían «encarcelado de hecho a la mitad de la población» del país del sur de Asia.

La actriz estadounidense Meryl Streep presentó un cortometraje titulado “Un filo afilado de paz”, de Roya Sadat. Imagen: IPS

Durante el encuentro se dio a conocer también un documental que sigue a las cuatro parlamentarias afganas que participaron en las conversaciones de paz de 2020 entre la comunidad internacional y los talibanes, poco después de que Estados Unidos retirara sus tropas, lo que dejó el campo libre para el retorno de los talibanes al poder.

El cortometraje, presentado por Streep, tiene como título “Un filo afilado de paz”, su autor es Roya Sadat y pone de relieve lo que estaba en juego para las mujeres líderes de Afganistán.

Incluye escenas de las parlamentarias escuchando a las jóvenes durante las consultas previas a las conversaciones de paz en Doha (Qatar), en las que las jóvenes suplicaban a los talibanes que no tomaran medidas que restringieran sus derechos y su dignidad.

Antes de las conversaciones de paz, una de las mujeres del documental dice: «La paz no es un lujo. Es una necesidad».

Lo que el documental puso de relieve fue que, incluso con la presencia (limitada) de mujeres líderes y defensoras durante las negociaciones, evidentemente no influyó en los talibanes para que actuaran de acuerdo con las exigencias de la comunidad internacional.

La ex vicepresidenta del Parlamento afgano, Fawzia Koofi, observó que los talibanes y la comunidad internacional dirigían en gran medida las negociaciones de paz tras la retirada de Estados Unidos del país, dejando poco espacio al pueblo afgano o a su gobierno electo.

Habiba Sarabi, exministra afgana de Asuntos de la Mujer, señaló que los talibanes seguirán impulsando lo que consideran un «régimen islámico puro». Advirtió que esto ya estaba afectando a las generaciones más jóvenes, que corrían el riesgo de sufrir un lavado de cerebro en las escuelas religiosas controladas por los talibanes.

Sarabi imploró a la comunidad internacional que mantenga en vigor la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), junto con la Resolución 1325 (del 2000) del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige la protección de los derechos de las mujeres y las niñas en aras de la paz y la seguridad.

Koofi también instó a ejercer más presión sobre los talibanes, ya que ésta sería «la única palanca que tiene la comunidad internacional».

Pidió que las instituciones y las cartas de la ley y el orden internacionales mantuvieran su solidaridad con el pueblo de Afganistán y le aseguraran que la «cultura de la impunidad terminaría».

T: MF / ED: EG

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