Los gobiernos utilizan sumas milmillonarias para subsidiar industrias destructoras del clima

Joseph Loree vive en la zona petrolera de Lokichar, en Turkana, en el norte de Kenia, y ha debido su rebaño a unas pocas cabras debido a las recurrentes sequías. Los gobiernos del Sur global gastan miles de millones de dólares en subsidiar industrias que dañan el clima, como la de Lokichar. Imagen: Maina Waruru / IPS

NAIROBI – Las industrias que alimentan la crisis climática, incluidas las de los combustibles fósiles, drenan los fondos públicos en el Sur global, exprimiendo a los gobiernos 700 000 millones de dólares en subsidios públicos cada año, según acusa un nuevo informe que analiza la captura corporativa de las finanzas públicas.

El informe, titulado “Cómo fluyen las finanzas: la captura corporativa de las finanzas públicas que alimentan la crisis climática en el Sur global”, publicado el 17 de septiembre, señala que los sectores destructores del clima se están beneficiando de dinero que podría destinarse a pagar la escolarización de todos los niños de África subsahariana 3,5 veces y más.

Además, los proyectos de energía renovable y limpia del Sur global siguen carentes de fondos y reciben 40 veces menos financiamiento público que el sector de los combustibles fósiles.

Se insta a los gobiernos del mundo en desarrollo a asignar una mayor parte de sus limitados recursos de manera que “realmente satisfagan las necesidades de sus pueblos” a través de soluciones climáticas para la alimentación y la energía,.

Pero el estudio sobre los flujos financieros realizado por ActionAid revela que el sector de los combustibles fósiles en la región de África subsahariana recibió un asombroso promedio anual de 438 600 millones de dólares en subsidios, entre 2016, cuando se firmó el Acuerdo de París, y 2023.

Solo el sector de la agricultura industrial se benefició de subsidios gubernamentales equivalentes a 238 000 millones de dólares al año en promedio entre 2016 y 2021, incluso mientras seguía contribuyendo al empeoramiento de la naturaleza.

El informe revela además que las industrias que provocan la crisis climática también están drenando la mayor parte de los fondos públicos, incluso en los “países afectados por el clima”, en lugares como el África subsahariana, mientras que las iniciativas que ofrecen soluciones climáticas siguen estando gravemente infrafinanciadas.

El estudio resalta que la captura corporativa de las finanzas públicas, combinada con la falta de financiación climática internacional, son algunos de los factores que frenan la acción climática en algunos de los “países y comunidades que más la necesitan”.

También se concluye que las subvenciones de financiación climática del Norte global para los países afectados por el clima siguen siendo extremadamente insuficientes para apoyar la acción climática y las transiciones necesarias en el hemisferio sur.

Y, además, se dan ejemplos de varios países de África donde las políticas en vigor estaban en conflicto con las acciones reales.

Entre ellos se incluyen los países africanos ricos en combustibles fósiles de Sudáfrica y Nigeria, que se ha descubierto que están subsidiando fuertemente al desacreditado sector.

Por ejemplo, Action Aid afirma que los países, incluido Bangladesh en el sur de Asia, estaban proporcionando subsidios a los combustibles que representaban entre 22 y 33 veces el “nivel por habitante de inversión pública anual en energía renovable”.

Como resultado, en el Sur, las iniciativas de energía renovable están recibiendo 40 veces menos financiación pública que el sector de los combustibles fósiles.

Mientras, los subsidios para la financiación climática ascienden a solo una vigésima parte de la financiación pública del Sur global destinada a los combustibles fósiles y la agricultura industrial.

“Si bien se necesitan billones de dólares en financiación climática del Norte global al Sur global para abordar adecuadamente las crisis climática y de desarrollo, los gobiernos del Sur global deben asignar sus limitados recursos de manera que realmente satisfagan las necesidades de sus pueblos a través de soluciones climáticas para la alimentación y la energía”, sostiene.

Y añade: “Mientras tanto, el fracaso de los países del Norte global a la hora de proporcionar una financiación climática adecuada para las transiciones climáticas significa que los países del Sur global están atrapados en vías de desarrollo perjudiciales que destruyen los ecosistemas, se apropian de tierras y agravan la injusticia del cambio climático”.

Pone como ejemplo a Zambia, en el sur de África, para poner en evidencia la contradicción en el destino de los recursos financieros.

Afirma que el sector agrícola industrial del país absorbió 80 % del presupuesto agrícola nacional en 2023, a través de subsidios para “fertilizantes sintéticos y semillas comerciales perjudiciales para el clima”.

“Mientras tanto, solo 6 % del Programa de Desarrollo y Productividad Agrícola del Ministerio de Agricultura se gastó en apoyar a los agricultores para que adoptaran enfoques agrícolas agroecológicos y respetuosos con la naturaleza, que fortalecen naturalmente la fertilidad del suelo y reducen la dependencia de los insumos agroquímicos”, detalla.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

El vecino de Zambia, Zimbabue, ha hecho declaraciones de política pública en apoyo de un cambio hacia la agroecología, un cambio evidenciado por el hecho de que este año 34 % del presupuesto agrícola del país se ha destinado a apoyar a los agricultores para que adopten prácticas que les permitan abandonar los agroquímicos destructivos para el clima.

A pesar de ello, Zimbabue sigue utilizando aproximadamente 50 % de todo su presupuesto agrícola nacional para subvencionar insumos de la agroindustria industrial, como fertilizantes y semillas híbridas, lo que indica que la industria sigue controlando el sector y el presupuesto, así como el potencial de liberar más finanzas públicas para el bien público.

Se descubrió que dos países de África occidental, Gambia y Senegal, y Brasil, en América del Sur, también incurrían en prácticas contradictorias, al realizar inversiones públicas en energía renovable a una escala casi comparable a la de los subsidios públicos per cápita para los combustibles fósiles.

En Gambia, la escala de la inversión pública en energía renovable es más de cuatro quintas partes de la financiación pública destinada a los combustibles fósiles, mientras que en Brasil y Senegal, la escala de la inversión en energías renovables era dos tercios de la de los subsidios a los combustibles fósiles.

“La ambición de Kenia de convertirse en un líder mundial en energía renovable se ve confirmada por el hallazgo de que la inversión per cápita en energías renovables en el país supera el gasto público en subsidios a los combustibles fósiles», analiza el informe.

Pero la investigación concluye que «sin embargo, las recientes protestas en Kenia contra la reducción de los subsidios a los combustibles fósiles por parte del gobierno subrayan la importancia de los principios feministas de Transición Justa”.

“Los cambios en la financiación pública deben secuenciarse cuidadosamente para proteger los derechos de las personas, especialmente las mujeres, que viven en la pobreza», detalla ActionAid.

El análisis concluye que «cualquier reducción en los subsidios a los combustibles fósiles debe apuntar primero a las corporaciones ricas».

Ello, aduce, porque «solo cuando haya alternativas accesibles y democráticas y protecciones sociales integrales disponibles para las personas con ingresos bajos, se deberían cambiar las políticas progresistas”.

El informe también determinó que los gobiernos del Norte siguen alimentando desproporcionadamente la crisis climática y, aunque el mundo desarrollado tiene solo una cuarta parte de la población mundial, sus subsidios anuales promedio a los combustibles fósiles ascendieron a 239 700 millones.

Action Aid lamenta que la inversión pública en energía renovable en el Sur global alcance un promedio anual de 10 300 millones de dólares cada año.

Añade que, lo que es aún peor, la inversión en energía renovable en el Sur ha seguido una tendencia a la baja, reduciéndose a más de la mitad, pasando de 15 000 millones en 2016 a 7000 millones en 2021.

El informe hace un llamamiento a los gobiernos para que aceleren la transición hacia soluciones climáticas verdes, resilientes, democráticas y dirigidas por las personas en materia de alimentación y energía, como la energía renovable y la agroecología.

“Para los países del Sur global que ya están sufriendo las devastadoras consecuencias del cambio climático, la necesidad de una transición global es aún más urgente”, reclama el estudio.

Según Arthur Larok, secretario general de ActionAid International, el informe contribuye a exponer aún más el comportamiento “parasitario” de las corporaciones ricas.

“Están drenando la vida del Sur global al desviar fondos públicos y alimentar la crisis climática. Lamentablemente, las promesas de financiación climática por parte del Norte global son tan huecas como la retórica vacía que han estado pronunciando durante décadas», aseguró.

A su juicio, «es hora de que termine este circo; necesitamos compromisos genuinos para poner fin a la crisis climática”.

El informe también desacredita la “falsa narrativa» de que la expansión de los combustibles fósiles y la agricultura industrial en el Sur global es necesaria para abordar la inseguridad alimentaria y la pobreza energética y para proporcionar medios de vida e ingresos públicos, señaló Teresa Anderson, directora mundial de justicia climática en ActionAid International y una de las autoras del informe.

“Parece que el dinero es la raíz de todos los trastornos climáticos. Las industrias destructoras del clima están privando al Sur global de los fondos públicos que deberían estar utilizando para lidiar con la crisis climática», dijo.

Y agregó: “La falta de financiación pública y climática para las soluciones significa que en los países vulnerables al clima, la energía renovable está recibiendo 40 veces menos financiación pública que el sector de los combustibles fósiles”.

En sus conclusiones, el informe plantea que ha llegado el momento de que los pobres se enfrenten a las industrias que están drenando sus finanzas y arruinando el clima.

Por ello, recomienda que los recursos públicos se dirijan a apoyar una transición justa que abandone los combustibles fósiles y la agricultura industrial, que destruyen el clima, y ​​favorezca “soluciones climáticas impulsadas por las personas que salvaguarden sus derechos a la alimentación, la energía y los medios de vida”.

También deberían destinarse a ampliar los sistemas descentralizados de energía renovable para proporcionar acceso a la energía y a servicios de extensión agrícola con perspectiva de género que ofrezcan capacitación en agroecología y adaptación.

El documento hace un llamamiento a los países ricos para que proporcionen “billones (millones de millones) de dólares en financiación climática basada en subvenciones cada año a los países del Sur global que están en la primera línea de la crisis climática”,.

Ello incluye acordar un nuevo y ambicioso objetivo de financiación climática en la 29 Conferencia de las Partes (COP29) sobre el cambio climático, se realizará en Bakú, la capital de Azerbaiyán, en noviembre.

Además, demanda la regulación de los sectores bancario y financiero para poner fin a la financiación destructiva, lo que incluye el establecimiento de normas mínimas en materia de derechos humanos, marcos sociales y ambientales, y la transformación de las instituciones financieras internacionales que están empujando a los países vulnerables al clima a una “espiral de deuda”.

T: MLM / ED: EG

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