La protesta de la generación Z en Nepal: cómo las noticias falsas intentaron reescribir una revolución

Algunos titulares de portadas e interpretaciones falsas de las protestas en Nepal han caracterizado la cobertura de los medios nacionales e internacionales y de las redes sociales. Collage: IPS

KATMANDÚ / NUEVA DELHI – Las afirmaciones de que Ravi Laxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro nepalí Jhala Nath Khanal, fue quemada viva en su casa son falsas. Las noticias sobre una turba enfurecida que destruyó y vandalizó el templo de Pashupatinath son falsas. Las acusaciones de que los manifestantes exigían una nación hindú en Nepal son falsas.

Cuando Katmandú y otras ciudades nepalíes estallaron en disturbios, que tuvieron su momento culminante entre el 8 y el 13 de septiembre,  el fuego de las noticias falsas se extendió con la misma intensidad por todo Nepal y llegó a la vecina India y al resto del mundo.

Estas sensacionistas afirmaciones, que circularon ampliamente durante los disturbios en Nepal, resultaron ser información errónea.

Impulsadas por diversos actores y amplificadas por algunos medios de comunicación indios e internacionales, estas historias dominaron los titulares, los debates en horario de máxima audiencia y los vídeos virales en Instagram, TikTok y otras plataformas, enmarcando el movimiento como una «protesta de la generación Z» contra la prohibición de las redes sociales.

En realidad, los jóvenes de Nepal se manifestaban contra algo mucho más profundo: décadas de corrupción arraigada y la exigencia de una verdadera rendición de cuentas por parte de los que ostentaban el poder.

En una soleada mañana de septiembre, la Generación Z de Nepal se echó a las calles de Katmandú en lo que se convertiría en el levantamiento juvenil más importante del país en décadas. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas para exigir puestos de trabajo, responsabilidad gubernamental y libertades digitales pronto se convirtió en una revuelta nacional que finalmente derrocó al primer ministro K.P. Sharma Oli.

Las protestas se tornaron mortales el 8 de septiembre de 2025, cuando la policía abrió fuego contra los manifestantes, matando al menos a 19 personas solo en el primer día y dejando cientos de heridos.

Los disturbios se extendieron rápidamente desde Katmandú a las principales ciudades del país enclavado en la cordillera del Himalaya, como Pokhara, Biratnagar, Butwal, Bhairahawa y Bharatpur, mientras los jóvenes nepalíes se manifestaban contra la corrupción y la prohibición generalizada de las redes sociales.

La crisis alcanzó su punto álgido cuando los manifestantes irrumpieron y prendieron fuego al edificio del Parlamento, lo que obligó a Oli a dimitir y llevó al ejército a tomar el control de las calles. La agitación política culminó con el nombramiento de la primera mujer primera ministra de Nepal, la expresidenta del Tribunal Supremo Sushila Karki, en calidad de lideresa interina.

A medida que se va calmando una de las revoluciones juveniles más dramáticas del sur de Asia, sigue saliendo a la luz el alcance total de las víctimas y la destrucción en todo Nepal, con los últimos informes que indican al menos 72 muertos y al menos 2113 heridos en todo el país.

Las llamas envuelven el edificio del Tribunal Supremo de Nepal en Katmandú. Imagen: Barsha Shah / IPS

El caos de la desinformación

En medio del torbellino de rumores y desinformación durante las protestas, una noticia que conmocionó a la población fue la de Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro Jhala Nath Khanal. Comenzó a circular la noticia de que había muerto quemada dentro de su casa. La falsa noticia se difundió rápidamente, fue recogida por grandes youtubers como Dhruv Rathee e incluso fue publicada por el diario indio Times of India, amplificando la afirmación a millones de personas.

«En realidad, había sufrido graves quemaduras durante un ataque y fue trasladada al Hospital de Quemados de Kirtipur en estado crítico, pero está viva», dijo Rohit Dahal, miembro de la generación Z y observador cercano del movimiento.

Más tarde, el medio indio de verificación de datos Alt News publicó una noticia desmintiendo la desinformación.

Inicialmente, muchos medios de comunicación reformularon la narrativa de la protesta, reduciéndola a una reacción de los jóvenes contra la prohibición de las redes sociales.

Deepak Adhikari, periodista independiente, investigador y verificador de datos afincado en Katmandú, afirma que el movimiento comenzó cuando los jóvenes compartieron vídeos en los que se contrastaba el lujoso estilo de vida de los hijos de los políticos, también llamados «Nepo Kids», con las dificultades cotidianas de los ciudadanos de a pie, pero pronto se convirtió en un importante foco de desinformación.

«Las falsedades más comunes eran las afirmaciones de ataques a políticos y sus propiedades y los rumores de que los líderes estaban huyendo del país. Aunque parte de este contenido engañoso se originó en las redes sociales nepalíes, los canales de televisión y los usuarios indios lo amplificaron, convirtiéndolo en un problema mucho mayor», afirma Adhikari, que dirige Nepal Check, una plataforma de verificación de datos dedicada a desenmascarar la desinformación y proteger el discurso público.

Adhikari añade que también se viralizaron afirmaciones infundadas sobre lugares sagrados.

El 9 de septiembre, una página de Facebook llamada Corporate Bazaar publicó un vídeo en el que se afirmaba que los manifestantes habían llegado al templo de Pashupatinath e intentado cometer actos de vandalismo.

El clip mostraba a personas trepando por la puerta del templo, pero una verificación posterior reveló que había sido subidas casi dos meses antes por un usuario de TikTok durante el festival Vatsaleshwori Jatra.

Los youtubers también amplificaron esos rumores, según Adhikari. Por ejemplo, un creador nepalí afincado en Estados Unidos, Tanka Dahal, afirmó que la policía había detenido a 32 niños dentro del Parlamento de Nepal, lo que alimentó afirmaciones aún más dramáticas —y falsas— de que los niños habían sido asesinados allí.

Aportaciones de la India

Mientras los jóvenes nepalíes luchaban por su futuro, las emisoras de radio y otros medio de la vecina India, así como influenciadores en las redes sociales reformularon el movimiento.

Dainik Jagaran, un popular medio de comunicación, publicó en primera plana una noticia en la que afirmaba que las protestas de la generación Z exigían un Hindu Rashtra (una nación hindú).

Esto se convirtió en un claro ejemplo de cómo la desinformación puede secuestrar un movimiento.

Aunque Nepal ha sido testigo de manifestaciones a favor de la monarquía en el pasado, en las que se pedía la reversión del estatus secular del país, las protestas actuales no incluían tales demandas.

En cambio, el movimiento de la Generación Z se centró en poner de relieve la marcada brecha de riqueza del país, el nepotismo rampante y una crisis migratoria que obliga a casi uno de cada 10 nepalíes a trabajar en el extranjero. Los hijos de los políticos hacen alarde de su lujo, mientras que la mayoría de los ciudadanos luchan por llegar a fin de mes.

Cuando se le preguntó cómo los medios de comunicación indios y los usuarios de las redes sociales amplificaron las narrativas falsas sobre las protestas de Nepal, la subdirectora de Boom Live, Karen Rebelo, explicó que los movimientos antigubernamentales a gran escala suelen atraer la desinformación, especialmente cuando llaman la atención más allá de las fronteras nacionales.

«La desinformación se nutre de la incertidumbre. En el vacío creado por la información incompleta, la gente inventa historias o recicla información antigua para que se vuelva viral», afirmó.

Rebelo señaló que las redes sociales determinan quién controla la narrativa: las autoridades, los manifestantes u otros actores.

En el caso de Nepal, al que rodea India al Sur y China al norte, muchos medios de comunicación indios informaron erróneamente que las protestas eran únicamente una reacción a la prohibición de las redes sociales, cuando en realidad los manifestantes de la generación Z protestaban contra la corrupción sistémica, el nepotismo y la desigualdad.

Esa prohibición del acceso a la redes solo puso de relieve frustraciones mucho más profundas.

Rebelo también señaló cómo algunos medios de comunicación de derecha enmarcaron las protestas como esfuerzos para restaurar la monarquía o establecer una nación hindú, narrativas que tergiversaban las preocupaciones genuinas de la juventud nepalí.

«Estas historias se amplificaron en Internet y distorsionaron lo que realmente estaba sucediendo sobre el terreno», afirmó.

Del mismo modo, uno de los grupos cruciales que forman parte de la protesta de la Generación Z es Hami Nepal, una organización sin ánimo de lucro dedicada a apoyar a las comunidades y personas necesitadas.

Según el Nepal Times, «el grupo desempeñó un papel central en la orientación de las manifestaciones, utilizando sus plataformas de Instagram y Discord para difundir información sobre las protestas y compartir directrices».

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Curiosamente, el líder del grupo, Sudan Gurung, se convirtió en otra víctima de la desinformación.

A medida que las protestas de la Generación Z en Nepal cobraban impulso, la desinformación complicó rápidamente la historia. Upendra Mani Pradhan, periodista y analista político afincado en Darjeeling y editor general de The Darjeeling Chronicle, señaló este caso.

«Un error garrafal que casi pintó la revolución de la Generación Z como ‘patrocinada por la India’ fue el caso de Sudan Gurung», dijo Pradhan.

Explicó que los canales de noticias indios News18 y Zee News publicaron fotos de Sudhan Gurung, de la ciudad india de Darjeeling, afirmando que era uno de los principales artífices del movimiento de la Generación Z y líder del grupo Hami Nepal.

«El problema fue que ambos medios, quizá en su prisa por informar, no hicieron las comprobaciones necesarias. Escribieron ‘activista Sudhan Gurung’ en lugar de ‘Sudan Gurung, Nepal’ y utilizaron la primera imagen que encontraron en Internet», explicó Pradhan.

Casualmente, Sudhan Gurung, de Darjeeling, también es un activista anticorrupción. Un mes antes había sido agredido, presuntamente por matones políticos en las colinas de Darjeeling, en la India, por denunciar el fraude en la contratación de profesores en la Administración Territorial de Gorkhaland.

El periódico The Telegraph, publicado en Calcuta, escribió sobre esta confusión y la reacción negativa a la que se enfrentó el nepalí Sudan, y muchos cuestionaron su credibilidad.

Las tensiones por la cobertura mediática de las protestas se tradujeron en una reacción visible contra los periodistas indios. El 11 de septiembre, un reportero indio fue supuestamente maltratado por manifestantes que coreaban consignas contra la India.

«Es muy lamentable que el periodista tuviera que enfrentarse a esto», afirma Rebelo. «Pero esta reacción violenta no surgió de la nada. La información imprudente y la desinformación de algunos medios de comunicación indios provocaron la ira. Podríamos haber cubierto la noticia con mucho más cuidado y responsabilidad», reflexionó.

Rebelo destacó un problema más profundo, afirmando que el incidente refleja lo poco que muchos en la India entienden a sus países vecinos. «Esta falta de matices hace que la desinformación sea aún más perjudicial», añadió, señalando que la información sensacionalista a menudo empeora la situación.

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