BILBAO, España -Son las 8:00 de la mañana cuando el hospital Nasser de Gaza abre sus puertas. Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el territorio asediado, lleva ya más de tres horas trabajando.
“Lo primero es intentar averiguar a través de las redes dónde han ocurrido las explosiones o los tiroteos que he escuchado durante la noche. Todo ayuda a organizar el día”, explica este vasco de 61 años durante la entrevista con IPS realizada en Bilbao, a 400 kilómetros al norte de Madrid sobre el mar Cantábrico. Acaba de volver temporalmente a casa tras una estancia de dos meses en Gaza.
“Más allá de los heridos de guerra, lo más común también te mata: si eres diabético perderás el pie porque no tendrás insulina; si estás desnutrida no puedes cuidar de tus hijos; si eres celíaco, mueres…Y hablamos de decenas de miles así”: Aitor Zabalgogeazkoa.
“Para las 8:30 de la mañana ya se ha cubierto el cupo de personas que puede atender el hospital durante el día. Hay niños, mujeres y heridos que se quedan fuera porque la situación está desbordada, todo resulta muy difícil de gestionar”, lamenta este cooperante con tres décadas de experiencia a sus espaldas.
Esa ha sido la tónica desde que, en octubre de 2023, Israel lanzara una ofensiva militar sobre la Franja de Gaza, un alargado enclave palestino fronterizo con Egipto pero separado físicamente de Cisjordania, donde viven la mayoría de los palestinos.

Según datos del Ministerio de Salud de Gaza, la campaña militar ha dejado más de 60 000 muertos y 145 000 heridos hasta la fecha. La mayoría son civiles, incluyendo miles de mujeres y niños.
Israel esgrime que su operación busca destruir la capacidad militar de Hamás — milicia palestina y autoridad en Gaza— tras el ataque del 7 de octubre de 2023 en el que murieron alrededor de 1200 personas en territorio israelí y más de 240 fueron secuestradas. De ellas, 50 permanecen aún cautivas, aunque se cree que solo 20 siguen con vida.
Naciones Unidas ha alertado sobre una “crisis humanitaria sin precedentes”, con más del 90% de la población desplazada internamente y amplias zonas del enclave reducidas a escombros. Numerosos Gobiernos, así como organizaciones internacionales y expertos en derechos humanos de Naciones Unidas hablan de “genocidio”.
“Son dos millones de personas atrapadas entre las bombas y el hambre, en 365 kilómetros cuadrados donde las condiciones de vida se deterioran cada día que pasa”, explica Zabalgogeazkoa.
“Más allá de los heridos de guerra, lo más común también te mata: si eres diabético perderás el pie porque no tendrás insulina; si estás desnutrida no puedes cuidar de tus hijos; si eres celíaco, mueres…Y hablamos de decenas de miles así”, detalla.

“Masacre orquestada”
El coordinador de emergencias de MSF recuerda que solo funcionan dos de los cuatro puntos de distribución de alimentos gestionados por la Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), una organización respaldada por Estados Unidos e Israel cuya labor ha sido objeto de fuertes críticas.
“La gente tiene que atravesar zonas de guerra para llegar, y luego se forman tumultos en los que muchos resultan heridos por la desesperación. Al fin y al cabo, son miles luchando por un puñado de sacos de harina˝, explica el cooperante vasco.
Un informe de Reporteros Sin Fronteras publicado el 7 de agosto bajo el título “Esto no es ayuda, es una masacre orquestada” describe dichos centros como “trampas mortales”, reclama el fin del programa, el restablecimiento del mecanismo coordinado por la ONU y pide a gobiernos y donantes privados que suspendan todo apoyo a la FHG.
“El reparto comienza a las nueve de la mañana pero dos horas antes ya se oyen los disparos. Israel dice que no hay otra forma de controlar a las multitudes, pero muchos llegan de allí con un tiro en la cabeza o el pecho”, denuncia Zabalgogeazkoa.
Desde el inicio de la ofensiva, ocho centros de salud en Gaza se han convertido en objetivo del Ejército israelí. La mayoría de ellos han sido bombardeados desde el aire.
“En el hospital Nasser han matado a pacientes metiendo un misil por la ventana en dos ocasiones. También entró el ejército y hubo que evacuar. No pudimos volver hasta semanas más tarde. Fue uno de los centros donde quedaron niños en incubadoras de los que nunca más se supo”, recuerda el coordinador de MSF.
Precisamente, la escasez de combustible que alimenta los generadores de los hospitales obliga a los sanitarios en Gaza a tomar medidas excepcionales tales como a mantener a varios bebés en una sola incubadora. Personal de MSF ha reportado casos de hasta seis bebés en un mismo dispositivo.
Incluso el suministro de agua supone un quebradero de cabeza. Zabalgogeazkoa recuerda que 70 % de la red urbana está destruida, por lo que el agua se acaba perdiendo por el camino.
Israel insiste en que, a menudo, los centros de salud gazatíes esconden objetivos militares que incluyen “centros de mando de Hamás” o “redes de túneles subterráneos”.
El cooperante vasco discrepa: “Siempre lo justifican todo con la misma narrativa, como cuando matan a periodistas que viven en tiendas de campaña levantadas dentro de hospitales. Para Israel, todos son miembros de Hamás. ¿Lo eran todos los periodistas que han matado?”.

“Testigos incómodos”
Naciones Unidas denuncia el asesinato de al menos 242 informadores en Gaza desde el inicio de la ofensiva. Es la cifra más alta registrada en un conflicto bélico.
La inmensa mayoría de ellos eran gazatíes, dado que Israel veta el acceso a la prensa internacional. Los escasos informadores extranjeros que han accedido a la zona acompañaban a las tropas israelíes y no podían trabajar de forma independiente.
Nada parece poder cortar la cadena de ataques contra los periodistas locales. Sobre ellos recae la responsabilidad de documentar el horror.
El 30 de junio, un bombardeo israelí destruyó el café Al Baqa. Murieron al menos 41 personas, entre ellas el fotógrafo y cineasta palestino Ismail Abu Hatab. Era un punto de encuentro popular para jóvenes, periodistas y artistas, así como uno de los pocos lugares donde los residentes podían acceder a internet y cargar sus teléfonos durante la guerra.
El 11 de agosto, cuatro periodistas de la cadena de noticias catarí Al Jazeera y un colaborador fueron asesinados por una bomba lanzada contra el hospital del Al Shifa. El responsable de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa) ha acusado a Israel de “silenciar las voces que denuncian las atrocidades en Gaza».
“Están matando a los periodistas uno a uno. Ahora casi todo queda en manos de chavales de 16 años, que suben vídeos a las redes sociales con un móvil”, asegura Zabalgogeazkoa, quien apunta a una “eliminación sistemática de testigos incómodos”.
Con Hamás descabezada, y sin un gobierno local que gestione recursos y administre justicia, la franja queda abocada al caos. “Israel está haciendo lo imposible para provocar la descomposición más absoluta de la sociedad gazatí”, asegura el cooperante vasco.
“Se juega de forma muy cruel con los medicamentos, la comida, el fuel… Cuando están a punto de acabarse, Israel permite el suministro para otros tres o cuatro días. La gente está tan ocupada en sobrevivir que no puede pensar en otra cosa”, añade.
Zabalgogeazkoa volverá a Gaza a mediados de septiembre, pero teme que la situación se haya deteriorado aún más para entonces.
El 10 de agosto, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció la aprobación de un plan para la toma total de Gaza como la “manera más rápida de poner fin a la guerra, acabar con Hamás y liberar a los rehenes en su poder”.
El anuncio ha provocado una importante condena internacional. Nadie alberga dudas de que la ya crítica situación humanitaria se agravará aún más.
ED: EG