ABUJA – Cuando Stanley Anigbogu escuchó su nombre anunciado como la Persona Joven del Año 2025 de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth) en Londres, a principios de marzo, no podía creerlo. No esperaba ganar, especialmente entre un grupo de brillantes nominados de todo el mundo.
Este innovador energético nigeriano de 25 años fue reconocido por transformar residuos en soluciones solares que brindan energía limpia a más de 10 000 personas refugiadas en África.
Anigbogu es cofundador de LightEd, una empresa que convierte desechos plásticos en estaciones de carga solares. Estas estaciones proveen electricidad a comunidades con poco o ningún acceso a la red.
La compañía trabaja en zonas de difícil acceso y presta servicios en distintas partes de Nigeria, incluyendo miles de personas desplazadas.
“No esperaba para nada ganar el premio”, contó. “Cuando dijeron mi nombre, me sorprendí. Me tomó un momento creerlo. Estaba realmente agradecido porque fue un logro increíble”, añadió, el “representar a África, ser el mejor del continente entre 56 países”.
El joven dijo que “sabía que el trabajo que hacemos es importante, pero las demás personas finalistas también estaban haciendo cosas asombrosas. Me sentí agradecido de que nuestro trabajo recibiera atención porque eso le da un nivel diferente de reconocimiento. Es un logro muy grande”.
Para Anigbogu, el premio no es solo un logro personal. Lo considera un motivo de orgullo para Nigeria y para la juventud de todo el continente.
“Este premio me da esperanza”, afirmó, «demuestra que la gente ve nuestro trabajo y que importa”.

Los Premios Juveniles a la Excelencia en el Trabajo para el Desarrollo, conocidos como Premios de la Juventud de la Commonwealth, son un proyecto emblemático de la Secretaría de la Commonwealth, que apoya el desarrollo juvenil desde hace más de 50 años.
El jefe de Desarrollo de Políticas Sociales de la Secretaría, Layne Robinson, destacó la importancia de visibilizar el trabajo de líderes jóvenes como Anigbogu y de empoderarlos para que logren más.
“Estos premios nos permiten conocer más sobre el trabajo que están haciendo personas jóvenes en toda la Commonwealth y nos dan la oportunidad de apoyarlas de manera concreta. Al amplificar su labor, los premios ayudan a que se conviertan en referentes para otras personas y contribuyan a formar la próxima generación de líderes”, dijo.

Iluminar comunidades
Anigbogu creció en Onitsha, una ciudad bulliciosa en el sureste de Nigeria. Como muchas familias en el país, la suya no tenía electricidad confiable. Los cortes de energía eran frecuentes. A veces, tenían luz solo unas pocas horas por semana. A menudo, tenía que estudiar con velas o lámparas de querosén.
Estas dificultades despertaron su curiosidad por entender cómo funcionaba la electricidad.
Se interesó en encontrar soluciones a los problemas que lo rodeaban. A los 15 años, empezó a construir pequeños inventos.
Creó robots y cohetes con chatarra y componentes electrónicos usados. Fabricó herramientas simples para ayudar en su casa e incluso fundó un club de ciencias en la escuela.

Después de terminar la secundaria, se mudó a Marruecos para estudiar en la universidad. Allí fundó una startup con la idea de convertir cáscaras de naranja en energía. El proyecto fracasó, pero le dejó valiosas lecciones.
“Cometí muchos errores porque no entendía bien el mundo de los negocios”, explicó, “pero aprendí mucho”.
Durante el confinamiento por la covid-19 en 2020, Anigbogu volvió a Nigeria. Quería crear algo útil que ayudara a comunidades pobres.
Así nació LightEd. Su innovación busca aportar soluciones al problema eléctrico de Nigeria. Según el Banco Mundial, 85 millones de nigerianos no tienen acceso a la electricidad de la red nacional. Esto representa 43 % de la población, lo que convierte a Nigeria en el país con la mayor cantidad de personas sin electricidad.

Uno de los proyectos principales de LightEd es la construcción de estaciones de carga hechas con plástico reciclado, equipadas con paneles solares. La gente las usa para cargar teléfonos, lámparas y pequeños dispositivos. En muchas de estas zonas, es la única fuente de electricidad disponible.
LightEd ya capacitó a más de 6000 estudiantes y recicló más de 20 000 kilos de plástico. La empresa también consiguió más de 500 000 dólares en donaciones y asociaciones para expandir su trabajo.
“Nuestro objetivo es que todas las personas tengan acceso a energía limpia”, dijo Anigbogu, y añadió que trabajan estrechamente con las comunidades para crear soluciones adaptadas a sus necesidades.

“Las soluciones que ofrecemos están lideradas por las comunidades. Cada comunidad tiene necesidades distintas», explicó en joven innovador.
Detalló que «empezamos haciendo preguntas como: ¿dónde debería construirse la estación? ¿Qué necesidades energéticas tienen? ¿Qué requiere la comunidad?»
«También decoramos las estaciones con arte que refleje lo que la estación representa para la comunidad», añadió.
Y amplió: «Cuando trabajamos con una persona artista, organizamos un taller y recolectamos ideas del vecindario. Además, definimos junto a ellas cómo se gestionará la estación. Una vez construida, se la entregamos a la comunidad”.
Ayuda para personas desplazadas
El interés de Anigbogu por ayudar a personas desplazadas comenzó cuando vivía en Marruecos. Se unió a un grupo de voluntariado que visitaba familias en las montañas del Atlas. Muchas habían sido desplazadas y no tenían acceso a electricidad ni agua potable.
LightEd instaló estaciones de carga solar en dos grandes campamentos de personas desplazadas en Nigeria. También distribuyeron lámparas solares, lo que les permitió desplazarse con mayor seguridad durante la noche, especialmente a mujeres y niñas.
“Quiero que los niños en los campos de refugiados puedan estudiar de noche. Antes todo era oscuridad, pero cuando se colocan farolas, se ilumina el entorno, se genera una sensación de seguridad, y eso también favorece la salud mental», remarcó Anigbogu.
Se mostró convencido de que «cuando vivís en un ambiente oscuro y ya estás en una situación hostil, tener buena iluminación ayuda a sentirte más seguro».
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«Además, reduce los gastos, como el dinero que se destina a querosén o velas, porque solo necesitas cargar tu lámpara o dispositivo. También disminuye los efectos negativos para la salud por el humo y los gases que se inhalan con los métodos tradicionales de iluminación”, explicó el joven.

Mirando hacia el futuro
El camino de Anigbogu no estuvo libre de obstáculos. En sus comienzos, uno de los mayores desafíos fue la falta de orientación sobre cómo iniciar una organización en Nigeria, incluyendo trámites de registro, documentación e impuestos.
Hoy, su principal dificultad es escalar el proyecto. Aunque la financiación es importante, él asegura que lo más difícil es encontrar estrategias y estructuras adecuadas para expandirse a nuevas regiones y países.
Pero para Anigbogu, nada de esto es motivo para rendirse. Ahora está trabajando en estaciones de carga que también sirvan como espacios de diálogo para la paz.
“Estoy colaborando con personas ganadoras del Premio de la Paz de la Commonwealth, que también son nigerianas. Estamos planificando una estación de carga que funcione como espacio de diálogo intergeneracional e interreligioso», dijo.
Y el premiado joven concluyó: «En Nigeria, donde hay tantos conflictos religiosos, creo que es una buena idea usar el acceso a la energía como medio para reunir a personas de distintas religiones, para que dialoguen y se comprendan mutuamente”.
T: GM / ED: EG