Trump activa el súper arancel contra Brasil como castigo político

El presidente estadounidense, Donald Trump, durante uno de sus anuncios de aranceles unilaterales para el resto del mundo, en la ofensiva iniciada el 2 de abril. Este miércoles 30 de julio confirmó un súper arancel de 50 % para las importaciones de Brasil, desde el 6 de agosto, como retaliación por el juicio por intento de golpe de Estado contra su aliado Jair Bolsonaro. Imagen: Daniel Torok

RÍO DE JANEIRO – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, divulgó este miércoles 30 el decreto que pone vigor desde el 6 de agosto el súper arancel de 50 % sobre los productos de Brasil, con algunas excepciones, y reafirmó el carácter político del castigo más alto del mundo contra la principal economía latinoamericana.

Aviones, petróleo y derivados, jugo de naranja, variados equipos y máquinas, minerales, productos químicos y plásticos quedaron exentos del sobrearancel de 40 % que sumado a la tasa de universal de 10 % anunciada en abril, compone el nuevo arancel que en la práctica hará inviable la exportación de la mayoría de los bienes al mercado estadounidense.

El gobierno brasileño reaccionó con un cierto alivio porque están en las excepciones productos de alto valor agregado, como los aviones, pero quedaron gravados con el máximo arancel el café y las frutas, cuyas pérdidas provocan muchos efectos sociales negativos por emplear muchos trabajadores y agricultores familiares.

“Exportamos frutas, un alimento perecedero que merece un mejor tratamiento, una solución para mantener las exportaciones”: Jailson Lira.

Además de ser el arancel más elevado de todos los anunciados por Trump en la última oleada, lo impuso como retaliación política a una supuesta persecución al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, enjuiciado por un intento de golpe de Estado.

Ese juicio debe acabar “inmediatamente», demandó Trump en un mensaje al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, al anunciar la tarifa excepcional el 9 de julio. El decreto de activación acentuó las razones políticas e ideológicas.

Ahora, asegura que las “acciones del gobierno de Brasil amenazan la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos”, destacando que el juez Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal que lleva adelante el juicio contra Bolsonaro, actúa contra la libertad de expresión y los derechos humanos.

Por eso, en otra medida del Departamento del Tesoro, Moraes fue castigado por una ley interna que impone sanciones financieras en Estados Unidos. Él y otros siete jueces del Supremo ya tuvieron sus visas de entrada cancelados en territorio estadounidense.

Los daños al sector productivo brasileño empezaron a notarse antes de confirmarse este miércoles 30 la medida, que ya no entrará en vigor el 1 de agosto sino el 6. Importadores estadounidenses cancelaron compras que no alcanzarían a llegarles antes del viernes 1 de agosto. El mango, principal fruta exportada a Estados Unidos, empieza a cosecharse justamente ahora.

Despidos, interrupción de la producción, con vacaciones forzadas para los empleados, y la amenaza de cierre de las empresas anticipan los efectos del “arancelazo”, como se lo define localmente, mientras merman las esperanzas de un aplazamiento o una rebaja de la tarifa anunciada.

 

Un huerto de mangos dentro del polo de fruticultura en las riberas del río del São Francisco, en el nordeste de Brasil, donde hay 3300 fincas dedicadas principalmente a la producción de mango y uva para exportación. A Estados Unidos se destinaban hasta ahora 14 % de sus mangos exportados y 23,5 % de las uvas, lo que se hará inviable si entra en vigor el arancel de 50 % para todas las importaciones de ese país de Brasil. Imagen: Mario Osava / IPS

Una situación desesperada viven los exportadores de pescado que ya no pudieron embarcarlo en los navíos, porque llegarían al destino solo en agosto.

Cerca de 1000 toneladas quedaron bloqueados en los puertos brasileños, según la Asociación Brasileña de las Industrias de Pescados (Abipesca). Algunas empresas enviaron el producto por avión, a un costo cuatro veces superior.

Estados Unidos absorbe 70 % del pescado exportado por Brasil, un negocio de 244 millones de dólares anuales, según los datos de Abipesca, que estima en 20 000 los trabajadores empleados en el sector, incluyendo pescadores artesanales y piscicultores.

En el sur de Brasil empresas exportadoras de madera suspendieron su actividad, con vacaciones colectivas y despidos de una parte de sus trabajadores. El temor es de colapso del sector, ante la importancia del mercado estadounidense.

Pero las frutas son emblemáticas de la destrucción provocada por el arancel punitivo, aunque en términos de valor el petróleo, semiacabados de acero, aviones y café constituyan las principales exportaciones brasileñas a Estados Unidos.

Las exportaciones brasileñas al país norteamericano alcanzaron 40 330 millones de dólares en 2024, 12,2 % del total, mientras las importaciones sumaron 40 580 millones.

Se trata del segundo mayor mercado de Brasil, solo detrás de China, que importa casi solo productos primarios, como petróleo, hierro y soja, en contraste con las importaciones diversificadas de Estados Unidos, que incluyen manufacturas.

Sumando los servicios, el superávit estadounidense en el intercambio con Brasil alcanza 410 000 millones de dólares desde 2009, según datos del mismo Estados Unidos.

Dentro de las exportaciones que escaparon al súper arancel, el jugo de naranja es relevante en el comercio binacional. Brasil exportó 305 000 toneladas de ese producto por 1300 millones de dólares en la cosecha 2024/2025 terminada en abril, según la Asociación Nacional de los Exportadores de Jugos Cítricos (CitrusBR).

Se trata de una producción concentrada en el sudoriental estado de São Paulo, que será también el más afectado como el mayor productor y exportador de bienes manufacturados.

La imposibilidad de buscar otro destino para los productos perecederos hace más probable la alternativa de dejar pudrir las frutas, como el mango y las naranjas, en los pomares para ahorrar los gastos de la cosecha. Además de las pérdidas, hay el riesgo de proliferación de plagas.

Mangos ya envasados y listos para su exportación a Estados Unidos, donde en 2024 se adquirieron 45,8 millones de esa fruta brasileña. Imagen: Mario Osava / IPS

Sin alternativas

Es una “tempestad perfecta”, definió Paulo Henrique Sales, gerente ejecutivo del Distrito de Irrigación Nilo Coelho, un área de 24 000 hectáreas dedicadas a la fruticultura en el municipio de Petrolina, en la región del Nordeste de Brasil.

El distrito integra el mayor polo fruticultor de Brasil en las orillas del río São Francisco, en su tramo medio, en la frontera de los estados de Bahía y Pernambuco.

Cuenta con una administración que ofrece la infraestructura de irrigación y transporte a los 2350 usuarios, siendo 1971 pequeños productores familiares y los demás empresas grandes o medianas, todos cultivadores de variadas especies de frutas, con predominio del mango y la uva.

La tempestad ocurre porque “faltan alternativas para venta del mango”, cuya cosecha comienza ahora en el país, no hubo tiempo para buscar otros mercados como el europeo y, aunque si fuera posible, generaría un exceso de oferta, con el hundimiento  de los precios y alza de los costos, explicó Sales a IPS, por teléfono desde Petrolina.

De la misma forma no se puede canalizar la cosecha al mercado interno, sin una preparación previa y con “una demanda incompatible con la nueva oferta”, observó. A las pérdidas del producto se suman otras del transporte ya contratado con los armadores, contenedores, puertos y agentes comerciales, acotó.

Jailson Lira, presidente del Sindicato de Productores Rurales, destacó que el polo fruticultor de la cuenca del São Francisco ocupa a 120 000 trabajadores y es el mayor exportador de frutas de Brasil, con 3300 unidades productoras entre pequeñas, medianas y grandes.

Estados Unidos importa 14 % del mango cosechado allí, lo que representó el año pasado un ingreso de 45,8 millones de dólares.

La uva es otra fruta de gran exportación al mercado estadounidense, que absorbió 23,5 % del total exportado por 41,5 millones de dólares, según detalló Lira.

Destinar las frutas al mercado interno provocaría una caída de precios que no compensaría siquiera el costo de su cosecha, que emplea mucha mano de obra, dijo a IPS en entrevista telefónica, también desde Petrolina.

Pero no cosecharlas tampoco es una opción, porque dejarlas en el suelo atraería la mosca de la fruta, la plaga que más atormenta la fruticultura en el polo.

Estados Unidos exige un tratamiento hidrotérmico, en agua calentada a 60 grados centígrados, para matar la mosca. Por eso el mango exportado a ese país se limita a la especie Tommy Atkins, que soporta esa temperatura.

“Exportamos frutas, un alimento perecedero que merece un mejor tratamiento, una solución para mantener las exportaciones”, reclamó Lira. En su opinión es necesario negociar, un diálogo directo entre los dos presidentes, Lula y Trump.

La uva de mesa es otro producto de exportación del polo del São Francisco, en el nordeste de Brasil. Europa es el principal mercado de esta fruta, seguido de Estados Unidos. Imagen: Mario Osava / IPS

Negociaciones bloqueadas

Bajar el arancel de 50 % a 15 % como el que finalmente aceptaron Japón y la Unión Europea tras negociaciones con Trump “seria aceptable, permite sobrevivir”, concluyó.

Los intentos negociadores, por parte de Brasil, se desplegaron en varios frentes. Un grupo de ocho senadores estuvo del 26 al 29 en Estados Unidos, para dialogar con empresarios, políticos y colegas del Senado estadounidense con el objetivo de abrir camino a algún acuerdo.

Contactos entre medios empresariales de los dos países también intentaban presionar el gobierno estadounidense para aplazar el arancel de 50 %, reducirlo o introducir excepciones. Solo se aplazó en cinco días su aplicación y las excepciones no borran la retaliación política.

Por Brasil el vicepresidente Geraldo Alckmin, también ministro de la Industria y el Comercio, coordina las negociaciones, más bien intentos, porque no llegan al único que decide: Trump.

Esos intentos, a veces sobre cuestiones políticas, otras comerciales, tienen pocas posibilidades de éxito, ya que “cualquier solución representaría una derrota para Trump”, evaluó José Augusto de Castro, presidente ejecutivo de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil.

Lo que está en cuestión es el comercio mundial, mezclar política en eso no lleva a ningún resultado, opinó. Los ocho senadores que asumieron una misión negociadora pertenecen a cuatro partidos, ni siquiera se entienden entre ellos, es solo una operación de propaganda política, comentó.

Será necesario tiempo y varios intentos hasta que se pueda promover una negociación entre los presidentes, de Lula y Trump, sostuvo.

Pero hechos precedentes, como la humillación de los presidentes Volodímir Zelenski, de Ucrania, y Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica, no recomiendan una visita ahora de Lula a la Casa Branca, sede de la presidencia de Estados Unidos.

Según muchos comentaristas locales, Brasil sufre un tratamiento especialmente duro de Trump, incluso con exigencias de poner fin al juicio a su aliado Bolsonaro -algo en que el gobierno no puede incidir-, porque se aproxima a su propia situación.

Una condena de Bolsonaro es un peligroso precedente, porque sería condenado por acciones similares a las que cometió Trump en Estados Unidos. Se considera que en enero de 2021 instigó el asalto al Capitolio, sede del Congreso, por seguidores radicales que no aceptaban su derrota en las elecciones presidenciales de noviembre anterior, que lo sacaron de la Casa Blanca, a la que volvió en enero.

ED: EG

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