PORTLAND, Estados Unidos – En lo que respecta a cuestiones cruciales como la vida y la muerte, Estados Unidos representa una anomalía costosa. En pocas palabras, las mujeres y los hombres en Estados Unidos pagan más por la salud, pero viven menos.
Aunque tiene el mayor gasto sanitario por habitante entre los países industrializados, su desempeño en los aspectos vitales de la vida y la muerte es deficiente en comparación con otros países del mismo grupo.
Estados Unidos gasta cerca del doble por persona en atención sanitaria que otras naciones desarrolladas. En 2023, por ejemplo, el país gastó aproximadamente 13 400 dólares por persona, mientras que el promedio en otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) fue de unos 7 400 dólares. (Imagen 1)

La baja posición de Estados Unidos en materia de vida y muerte persiste a pesar de contar con: (1) la economía más grande del mundo; (2) las fuerzas armadas más poderosas; (3) el tercer mayor territorio, población y fuerza laboral; (4) enormes recursos; (5) una población altamente educada; (6) ser uno de los principales destinos migratorios; y (7) un gasto sanitario per cápita más alto que el del resto de los países desarrollados.
Desde el nacimiento, su posición comparativamente pobre en este ámbito resulta evidente. Estados Unidos tiene una tasa de mortalidad infantil más alta que la mayoría de los países desarrollados.

En 2023, se ubicó en el puesto 33 de los 38 países de la OCDE en cuanto a mortalidad infantil. Su tasa fue de 5,6 muertes por cada 1 000 nacidos vivos, lo que se tradujo en 20 162 muertes infantiles. Esa cifra triplica las tasas de Japón, Noruega y Suecia, que rondaban en 1,7 muertes por cada 1 000 nacidos vivos.
Si Estados Unidos hubiera registrado la tasa de cualquiera de esos tres países, el número de muertes infantiles en 2023 habría sido de unas 6 113, es decir, solo el 30 % de las muertes que realmente ocurrieron.
En cuanto a la mortalidad materna, Estados Unidos también presenta una de las tasas más altas entre las naciones ricas. Su desempeño es claramente inferior al del resto de los países desarrollados, ocupando el puesto 30 entre los países de la OCDE. En 2021, su tasa de mortalidad materna triplicó el promedio del grupo, con 33 muertes por cada 100 000 nacidos vivos, frente a las 11 por cada 100 000 del promedio.
Además, la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos ronda el puesto 32 entre los países de la OCDE. En 2023, fue de unos 78 años, frente a un promedio de 83 años entre países comparables. La esperanza de vida estadounidense está muy por detrás de países como Canadá, Francia, Japón, Suecia y Suiza. (Imagen 2)

Es cierto que la esperanza de vida al nacer varía mucho en un país tan extenso. Sin embargo, los niveles de los 50 estados están por debajo del promedio de los países desarrollados.
En cuanto a las muertes prematuras antes de los 70 años, Estados Unidos registra un nivel sustancialmente más alto. En 2021, la tasa de muertes prematuras fue de aproximadamente 408 por cada 100 000 personas menores de 70 años, el doble del promedio de países similares, que fue de 228.
Entre los 25 y 29 años, tanto hombres como mujeres en Estados Unidos tienen tasas de mortalidad casi tres veces mayores que sus pares en otros países desarrollados. Especialmente, presentan el doble de probabilidades de morir por enfermedades cardiovasculares antes de los 70 años.
También se están incrementando las muertes por enfermedades crónicas del hígado, los riñones y el sistema respiratorio, así como por diabetes, sobre todo entre jóvenes. En cambio, en otros países desarrollados las tasas por esas causas han disminuido o se han mantenido estables.
Se cree que el aumento de estas enfermedades entre la población joven está relacionado con hábitos de salud. Por ejemplo, la dieta influye en la prevalencia de la diabetes; el tabaquismo se vincula con enfermedades respiratorias; y el consumo excesivo de alcohol con afecciones hepáticas.
La mala posición de Estados Unidos en cuanto a la supervivencia se mantiene incluso en la vejez. En cuanto a la esperanza de vida a los 65 años, el país ocupa el puesto 30 entre los países de la OCDE. Nuevamente, su nivel está por debajo del de otros países desarrollados como Australia, Canadá, Francia, Japón, Suecia y Suiza.
Numerosos factores sociales, comunitarios, institucionales y culturales influyen en los resultados de vida y muerte en Estados Unidos. Los ingresos, las desigualdades, el acceso y los tiempos de espera en el sistema de salud, la falta de cobertura, los costos, la escasez de personal sanitario, las complejidades administrativas y otras deficiencias estructurales son determinantes clave para la supervivencia y la longevidad en el país.
Además, Estados Unidos sigue siendo un caso atípico en lo que respecta al bajo rendimiento de su sector sanitario.
Se espera que esta situación empeore con la nueva legislación impositiva propuesta por el gobierno, que favorecería desproporcionadamente a los sectores más ricos y se financiaría en parte mediante recortes significativos a programas como Medicaid, asistencia alimentaria y otras ayudas destinadas a personas con ingresos y recursos limitados.
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En contraste con este bajo rendimiento, muchos países desarrollados han logrado cubrir las necesidades básicas de atención médica de su población, con sistemas de cobertura universal.
Además de las deficiencias estructurales del sistema, los hábitos de salud como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, el uso de drogas ilícitas, los accidentes de tránsito, las muertes por armas de fuego, los homicidios, la obesidad y la falta de ejercicio también afectan las muertes evitables y la esperanza de vida.
En cuanto a los hábitos de salud, la población estadounidense presenta peores indicadores que la de otros países desarrollados. Por ejemplo, su tasa de obesidad ronda 42 %, la más alta entre los países de la OCDE. En muchos otros países, como Italia, Japón y Corea del Sur, esa cifra es inferior a 10 %.
En cuanto al consumo alimentario diario, Estados Unidos consume más calorías y azúcar per cápita que cualquier otro país de la OCDE. También tiene el mayor consumo mundial de alimentos ultraprocesados, que representan aproximadamente la mitad de la ingesta calórica promedio de una persona.
En cuanto a accidentes de tránsito, Estados Unidos también se encuentra entre los países con mayores tasas de mortalidad. Entre las causas se destacan el uso del celular al volante, el exceso de velocidad y la conducción bajo efectos del alcohol o las drogas.
En 2022, la tasa de mortalidad por vehículos registrados fue una de las más altas del grupo. En países como Canadá, Dinamarca, Italia, Japón, Suecia y el Reino Unido, las tasas fueron menos de la mitad que la de Estados Unidos. (Imagen 3)

En resumen, a pesar de que Estados Unidos paga más por la atención médica que otros países desarrollados, sus habitantes presentan tasas de mortalidad más altas y vidas más cortas.
Y considerando las medidas recientes del gobierno, el funcionamiento actual del sistema sanitario y los hábitos de salud de la población, es poco probable que esta anomalía en los costos y la esperanza de vida mejore en el corto plazo.
Joseph Chamie es demógrafo y consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
T: GM / ED: EG