BALI, Indonesia – Fue en la víspera de Navidad del año pasado cuando quienes visitaban varios de los destinos turísticos más populares de la isla indonesia de Bali se despertaron con una escena espantosa e inesperada: capas de latas, bolsas, botellas y troncos cubrían sus playas favoritas, arrastradas por horas de lluvia y marea alta.
La situación era tan grave que, de Kuta a Legian y de Seminyak a Jimbaran, ninguna de las pintorescas playas de la isla estaba lo suficientemente limpias como para atraer a los visitantes a nadar en estos parajes del océano Indico, en la occidental y más famosa isla de de las que conforman el archipiélago de Indonesia.
El incidente intensificó un debate que ya venía creciendo desde hacía tiempo en Bali: ¿estaba el destino vacacional más fotogénico del mundo hundido en residuos plásticos y desechos marinos?
“Las mareas de basura ya no son algo nuevo en Bali. Cada año vemos que aumentan, pero en Navidad, que es nuestra temporada alta de turismo, no esperábamos ver esto. Nadie esperaba encontrar basura en la playa. Pasamos todo el día recogiendo y limpiando. No fue una tarea fácil”, cuenta Siboto Sayeda, de 25 años, uno de los muchos vecinos que se ofrecieron como voluntarios para retirar los residuos.
La jornada de limpieza, organizada por una oenegé local, duró dos días, hasta que los turistas pudieron volver a nadar.
Casi cuatro meses después, varias playas, entre ellas la concurrida playa de Kuta, todavía son arrasadas con frecuencia por mareas de basura.
Sweta Kala, una turista del Punyab, en el norte de India, que está de luna de miel en Bali, dice que la basura en la playa fue una gran decepción. “Elegimos venir a Bali en vez de a Goa (otro destino playero en el oeste de India), pero no pudimos nadar ni una sola vez. Toda la playa está sucia. Nuestros amigos nos están recomendando irnos a Nusa Dua, pero ya pagamos todo el viaje por adelantado”, cuenta.
¿Quemar o enterrar? No hay soluciones fáciles
Datos de la Oficina Central de Estadísticas de Bali (BPSJ, en inglés) y de la Autoridad de Turismo de Bali (Disparda) muestran que casi ocho millones de turistas visitaron la isla en 2024; de ellos, seis millones eran extranjeros.
La cantidad total de residuos generados entre visitantes y residentes fue de casi dos millones de toneladas en la turística isla de 5780 kilómetros cuadrados, conocida por sus montañas volcánicas, sus arrozales y sus arrecifes coralinos.
Esto representa un aumento de 30 % respecto de los residuos generados en 2020, explica Fabby Tumiwa, director ejecutivo del Instituto para la Reforma de Servicios Esenciales (IESR, en inglés), un centro de estudios sobre energía y medio ambiente con sede en Yakarta, la capital indonesia.
“Las causas del aumento en la generación de residuos incluyen la falta de conciencia sobre la gestión de residuos en muchas comunidades, incluidos los turistas que visitan Bali”, señala Tumiwa.
Además, añade, “aunque los gobiernos distritales y municipales cuentan con normativas sobre residuos (como la separación), la aplicación de estas normas y la infraestructura limitada de gestión de residuos siguen contribuyendo al incremento del volumen”.
Actualmente, los residuos se depositan habitualmente en un vertedero, el TPA Suwung, de 32 hectáreas, ubicado en el corazón de Bali, o bien se queman, especialmente en zonas costeras sin caminos amplios y transitables.
Sin embargo, el vertedero está cerca de alcanzar su máxima capacidad y, según se informa, el gobierno está buscando nuevos terrenos en otras partes de la isla.
Una solución comunitaria
A 33 kilómetros de la playa de Kuta, habitantes de 10 aldeas del distrito balinés de Gianyar se unieron para buscar una solución al problema creciente de los residuos, tanto orgánicos como inorgánicos.
El grupo vecinal, llamado Merah Putih Hijau (Rojo Blanco Verde), tiene metas claras: gestionar los residuos desde el origen para evitar tanto la quema como el entierro; construir un modelo de economía circular comunitario basado en los residuos; y promover la agricultura sostenible mediante abono orgánico, al tiempo que se generan empleos e ingresos a partir de los residuos.
No obstante, los esfuerzos actuales del grupo están centrados principalmente en una planta de compostaje ubicada en la aldea de Sidan, donde se clasifican, pasan por el proceso de compostaje y empaquetan los residuos orgánicos.
Una visita de IPS al centro permite observar estas actividades: un grupo de seis o siete personas trabaja en distintas tareas de gestión de residuos. Mientras una pareja separa los residuos orgánicos de los inorgánicos, otros trituran, filtran y empaquetan.
“Este es un programa hecho por, para y con la comunidad”, dice Dewi Kusumawati, coordinadora del proyecto Merah Putih Hijau. “Pedimos a todas las personas que separen sus residuos en casa. Luego, recolectamos los residuos orgánicos y los traemos a esta planta de gestión de residuos 3R (TPS3R), donde se produce compost de calidad”, añade.
La historia de este programa comunitario está vinculada al programa oficial de gestión de residuos que, según los vecinos, no logró mantener la isla realmente limpia y en algunos casos incluso generó más problemas que soluciones.
Hace siete años, en 2017, el gobierno de Indonesia estableció una meta ambiciosa en su Plan Nacional de Desarrollo (Kebijakan dan Strategi Nasional): reducir en 30 % los residuos domésticos y tratar 70 % de los residuos generados para este año de 2025.
Como parte de ese plan, en 2021 se asignaron fondos a todos los distritos para construir plantas de gestión de residuos a nivel de aldea. Se construyeron 129, entre ellas 36 en el distrito de Gianyar.
Pero menos de la mitad está bien administrada y en funcionamiento, según Hermitianta Prasetya, responsable de relaciones comunitarias en la Fundación Bumi Sasmaya, que financia y gestiona el proyecto Merah Putih Hijau.
Según Prasetya, el Plan Nacional también incluía la promoción de la agricultura orgánica. En 2019, el gobierno aprobó una política llamada Reglamento Provincial del Sistema de Agricultura Orgánica.
Sin embargo, en Bali el sector agrícola depende en gran medida de fertilizantes químicos, y la nueva norma no incluía asistencia técnica ni formación para que los agricultores pudieran hacer una transición clara hacia fertilizantes orgánicos.
Así que fue muy difícil convencerlos de adoptar prácticas agrícolas más sostenibles.
Otro objetivo de este programa comunitario es revertir la tendencia actual de enviar residuos a los vertederos: además del vertedero estatal en Suwung, que recibe unas 1500 toneladas de residuos por día, se estima que hay unos 1000 basurales ilegales a cielo abierto en toda la provincia, que contaminan tanto las fuentes de agua como el ambiente.
“Actualmente, cerca de 70 % de los residuos en Bali termina en vertederos. El resto son principalmente residuos orgánicos que pueden convertirse en compost. El programa Merah Putih Hijau busca cambiar el enfoque», dice Kusumawati.
Por ello, añade, «edimos a todos en la aldea que separen los residuos en casa. Luego recolectamos los residuos orgánicos, los traemos a la planta TPS3R y allí se transforma en compost de calidad. Ese compost vuelve directamente a las granjas del pueblo. Apuntamos a cubrir las necesidades locales desde lo local”.
Para ayudar a la comunidad a comprender mejor la diferencia entre residuos orgánicos e inorgánicos, el equipo de Merah Putih Hijau también dedica tiempo a capacitar a los vecinos en separación de residuos, compostaje y aspectos de la agricultura y gestión de residuos sostenibles. Hasta ahora, han realizado decenas de talleres, dice Kusumawati.
El persistente problema del plástico
A pesar del éxito con el compostaje, el equipo de Merah Putih Hijau todavía tiene un largo camino por recorrer para alcanzar su meta de tratar todos los residuos a nivel local. El principal obstáculo es la creciente cantidad de plástico y otros residuos no compostables.
El equipo recolecta tanto residuos orgánicos como plásticos. Pero, por ahora, no cuentan con la capacidad para reciclar los inorgánicos. En su planta de compostaje, hay una sala entera llena de botellas, bolsas y otros plásticos apilados. Sin un programa o una planta de reciclaje, los residuos siguen acumulándose.
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Es un problema mucho más grande de lo que una comunidad puede manejar sola, admite Prasetya, sobre todo porque el tratamiento del plástico y de otros residuos inorgánicos requiere más esfuerzo, experiencia técnica e instalaciones especializadas. No se puede hacer sin alianzas con otros actores, como el gobierno y el sector privado.
El objetivo ahora es entablar conversaciones que permitan construir esas alianzas y avanzar hacia una gestión de residuos más amplia y eficaz, en especial para abordar el problema del plástico.
“Vamos a crear redes locales con hoteles, restaurantes y otros negocios turísticos. Ya estamos hablando con autoridades. Nada menos que 80 % de la población balinesa vive del turismo y la basura acumulada amenaza nuestro sustento. Por eso, tenemos un objetivo común: asociarnos y resolver el problema del plástico juntos”, afirma Prasetya.
Dado que solo en el distrito de Gianyar hay casi 1300 hoteles y restaurantes, no será tarea fácil reunirlos y lograr que se sumen al movimiento colectivo de gestión de residuos.
Pero Agastya Yatra, director de la Fundación Bumi Sasmaya, cree que es posible. El problema ya está a la vista, dice. Ahora es momento de encontrar una solución que beneficie a la comunidad.
“Dado que 80 % de nuestra gente vive del turismo, necesitamos soluciones que no afecten al turismo. Tenemos que mantener felices a los turistas y para eso, debemos mantener limpias nuestras aldeas y playas. Esto solo funcionará si trabajamos juntos”, asegura.
Yatra concluye que «si logramos separar bien los residuos, reciclar y reutilizar, entonces, poco a poco, nuestro problema de la basura desaparecerá”.
T: MF / ED: EG