CARACAS – Un tejido de colaboración, la nueva Red Latinoamericana de Periodismo en el Exilio (Relpex), ha surgido para trabajar en favor de los comunicadores y medios forzados a dejar sus países de origen a medida que crecen los riesgos a su seguridad y las restricciones que imponen gobiernos con rasgos autoritarios.
En la región ese exilio “es un fenómeno creciente y en los últimos dos años hemos documentado más de 200 casos de periodistas forzados a dejar sus países, lo que muestra la ausencia de una política de protección”, dijo a IPS Carlos Lauría, director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que lanzó la Relpex.
La red, ya provista de un portal llamado Periodismo Libre, busca ayudar a los periodistas para que continúen su labor, intercambien información sobre el problema, y respaldar a medios de comunicación que han debido trasladar sus redacciones a otros países debido al acoso de los Estados desde donde antes actuaban.
“Es fundamental fortalecer las redes de apoyo internacional para periodistas amenazados, así como establecer alianzas estratégicas entre organizaciones, especialmente frente al actual panorama de recorte de fondos”, señaló a IPS Julia Manske, directora del programa México-Centroamérica de DW Akademie.
Esa entidad del servicio de radiodifusión alemán respalda a la Relpex junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Instituto Prensa y Libertad de Expresión de Costa Rica (Ilpex) y la estadounidense Fundación Nacional para la Democracia.
“El impacto del exilio periodístico sobre la libertad de expresión es devastador y multidimensional, pues genera ‘zonas de silencio’ donde temas cruciales desaparecen del debate público, y se pierde irreparablemente el conocimiento contextual único que poseen los periodistas locales”: Julia Manske.
“Para que las voces del periodismo en el exilio no se silencien”, expuso Lauría, la Relpex se propone en la medida de sus posibilidades prestar apoyo legal, pequeños créditos, apoyo emocional, sostener algunos empleos y conectar con información a programas y recursos en el área de información en los territorios del exilio.

Alarma por las amenazas
Destaca el secretario de la SIP que el exilio de periodistas -y el cierre de medios que a menudo lo causa o lo acompaña- no es solo un problema latinoamericano, pues abunda en los países con gobiernos autoritarios o de tendencia autoritaria en otras regiones, como África, el Medio Oriente y Asia.
Expone que en la región están los contextos autoritarios de Cuba y Nicaragua, o Venezuela y El Salvador, pero también una tendencia creciente de persecución o amenazas a periodistas en países como México, Ecuador, Guatemala o Colombia.
“Esa tendencia para que los gobiernos controlen la narrativa sobre lo que acontece, incluye la persecución de periodistas pero también el cierre de medios, en definitiva, para implantar la censura”, apuntó Lauría desde la sede de la SIP en la ciudad estadounidense de Miami.
Los medios, agregó, a menudo quedan colocados en una situación de fragilidad financiera que lleva al cierre, con presión sobre los anunciantes y colapso de su modelo publicitario, y así se achica su posibilidad de resistir presiones.
Ese contexto, que lleva al éxodo y exilio de periodistas “representa una herida profunda para la libertad de expresión, pues se pierden voces críticas”, manifestó Lauría.
“El impacto del exilio periodístico sobre la libertad de expresión es devastador y multidimensional, pues genera ‘zonas de silencio’ donde temas cruciales desaparecen del debate público, y se pierde irreparablemente el conocimiento contextual único que poseen los periodistas locales”, afirmó Manske.

Persecución desde los poderes
Manske coincide en que “aunque cientos de periodistas han tenido que abandonar sus países de América Latina, con los casos más destacados de Venezuela, Nicaragua y Cuba, es un fenómeno alarmante a nivel mundial, lo vemos también en países como Rusia, Afganistán y Sudán”.
“Y si bien todos estos países son muy diversos, al final comparten muchas de las causas del exilio: las represiones gubernamentales o de otros actores de poder, las persecuciones legales hacia voces críticas, y también las campañas de difamación y desprestigio”, apuntó la responsable desde las oficinas de su programa en Ciudad de México.
Sin embargo, destaca que en América Latina “se suma un aspecto importante y no tan destacado en otras regiones, que es la amenaza del crimen organizado y sus efectos, como la vemos en México, Honduras o actualmente en Ecuador”, y se observa además un forzado desplazamiento interno de los comunicadores.
Expone Manske que, aunque muchos periodistas continúan su labor desde el exilio, “muchas veces lo hacen bajo condiciones altamente retadoras, por ejemplo por el alto costo de la vida que muchas veces les espera en su nuevo lugar”.
“A esto se suma que estar fuera del país no necesariamente significa estar en seguridad”, y además persiste “la preocupación por las personas cercanas que permanecen en el lugar de origen”, detalló.
El exilio de los periodistas “tiene una dinámica muy fluida; muchos a veces salen a un país y terminan en otro y un registro es difícil, pues a veces incluso no quieren que su caso se haga público”, apunta Lauría.

Fenómeno masivo
Centenares de periodistas debieron salir de Venezuela en los últimos 12 años, como migrantes económicos -muchos entre 2016 y 2020, el período de mayor escasez de productos de primera necesidad en el país-, o tras el masivo cierre de medios, restricciones al ejercicio profesional, o por sentirse abiertamente perseguidos o amenazados.
La tendencia sigue, pues el Instituto Prensa y Sociedad (Ipys) de Venezuela, en un estudio que abarcó a 347 periodistas en el exterior, encontró que al menos 27 de ellos migraron entre 2021 y 2024.
Según el Observatorio de Periodistas y Comunicaciones Independientes de Nicaragua, al menos 260 de sus comunicadores debieron salir del país, muchos de ellos exiliados, algunos despojados de ciudadanía.
Fundamedios, de Ecuador, registró 16 periodistas exiliados en 2023-2024, y la Asociación de Periodistas de Guatemala a 25 comunicadores en esa condición.
México, el país latinoamericano con más periodistas asesinados, registra exilio junto a desplazamiento interno de los comunicadores más amenazados, principalmente desde los estados donde es mayor y más agresiva la presencia de los carteles de droga.
En el caso de Venezuela, el estudio de Ipys mostró que “85 % de los y las periodistas consultados huyeron del país por las restricciones al ejercicio de la profesión asociadas a la persecución sistemática a la prensa independiente como una política de Estado”, indicó a IPS el conductor de la investigación, Edgar López.
El estudio se publicó tres semanas después de la elección presidencial del 28 de julio del año pasado –en que el poder electoral proclamó la reelección de Nicolás Maduro, mientras la oposición rechazó ese resultado-, y “en cuyo contexto el desplazamiento forzado de periodistas se convirtió, literalmente, en la única salida”, dijo López.
Ello ante los ataques recibidos por su labor informativa, sobre la cual Ipys “pudo verificar que circularon listas de periodistas que serían detenidos, y muchos de ellos se vieron obligados a abandonar sus residencias y desplazarse a otras ciudades o a otros países”, añadió.
Las razones económicas han sido de gran peso para el éxodo de periodistas, y 46,4 % de las personas consultadas en el estudio venezolano señalaron como razón para migrar el cierre de medios de comunicación y, por tanto, de fuentes de empleo.
En general, “cada caso de exilio produce un ‘efecto intimidatorio’ sobre las y los comunicadores que permanecen en el país, enviando un mensaje alarmante de que investigar y publicar la verdad puede acarrear graves consecuencias personales”, señaló Manske.
Agregó que “para las democracias latinoamericanas esta dinámica resulta especialmente perniciosa, pues debilita uno de sus pilares fundamentales: el periodismo independiente como contrapeso al poder, garante de la transparencia y facilitador del diálogo y la participación ciudadana”.

La contrapartida de la mano tendida
Un aspecto “poco destacado pero esperanzador”, según la responsable de DW Akademie, es que “los y las periodistas exiliados están reinventando el periodismo desde la adversidad”, mediante “sus innovadores formatos, metodologías colaborativas y narrativas disruptivas, que abren caminos”.
En auxilio de esas iniciativas, la naciente Relpex se propone reunir y ofrecer desde ayuda psicológica y soporte legal hasta información adecuada sobre programas, recursos y pequeños créditos, según ha expuesto Lauría.
Un ejemplo es el inicial programa de empleabilidad de la Relpex para que 10 periodistas en el exilio puedan seguir realizando su labor contando con un ingreso seguro por su trabajo bajo los auspicios de la red.
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López destaca la doble necesidad de atender la regularización migratoria y la supervivencia económica de los periodistas en sus lugares de destino. “Es necesario crear lugares para el reencuentro, la reconfiguración de la identidad profesional y el fortalecimiento de la resiliencia”, apuntó.
Manske observa que “ante el congelamiento de fondos de Estados Unidos, que impacta desproporcionadamente a los medios exiliados, es urgente desarrollar modelos de financiación sostenible, que les permitan continuar su trabajo”.
Considera como fundamental “incorporar una perspectiva de género, considerando el rol de cuidado familiar que muchos periodistas deben asumir en situaciones de desplazamiento”.
Y “el gran punto pendiente es desarrollar respuestas pensadas a largo plazo, reconociendo que, para muchos periodistas exiliados, el regreso a su país de origen no será posible en un futuro cercano”, concluyó a modo de cierre.
ED: EG