PORTLAND, Estados Unidos – De los aproximadamente 280 millones de inmigrantes en el mundo, el país que alberga la mayor cantidad es Estados Unidos, la tierra de la inmigración. Una quinta parte de los migrantes internacionales del mundo reside aquí, con personas provenientes de casi todos los países del planeta.
Desde su fundación en 1776, la inmigración ha influido profundamente en el crecimiento demográfico, la composición y la estructura poblacional del Estados Unidos.
Si la inmigración a Estados Unidos hubiera cesado tras la firma de la Declaración de Independencia, cuando las colonias tenían varios millones de habitantes, su población actual no superaría los 143 millones. Esa cifra hipotética es 200 millones menor que la población actual del país, que ronda los 342 millones (Tabla 1).
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En términos de crecimiento demográfico, los inmigrantes no solo incrementan directamente la población del país, sino que también contribuyen a los nacimientos, lo que tiene un efecto acumulativo con el tiempo.
Si la inmigración futura hacia Estados Unidos se detuviera por completo, la población del país dejaría de crecer y, después de algunos años, comenzaría a disminuir de manera constante a lo largo del siglo XXI.
Sin inmigración, se estima que la población estadounidense caería por debajo de los 300 millones en 2060. Además, para finales de siglo, la cifra se reduciría aún más hasta 226 millones, es decir, dos tercios de su tamaño actual.
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Sin embargo, si se mantiene una migración neta anual de aproximadamente un millón de personas, se proyecta que la población de Estados Unidos alcanzará un máximo de 370 millones en 2080, para luego disminuir ligeramente a 366 millones hacia el final del siglo.
Con una inmigración de alrededor de un millón de personas al año, se espera que la población de Estados Unidos represente cerca de 4 % de la población mundial durante todo el siglo XXI. En cambio, sin inmigración, la proporción caería a aproximadamente 2,6 % al cierre del siglo.
En 2024, la población residente nacida en el extranjero en Estados Unidos se estima en 51,6 millones, lo que equivale a un récord histórico del 15,6% de la población total del país. Si las tendencias actuales continúan, se espera que esta cifra siga aumentando, alcanzando aproximadamente 63 millones en 2030.
La última vez que la proporción de población nacida en el extranjero alcanzó un nivel similar fue en 1890, cuando representaba 14,8 % de la población estadounidense. Además, el porcentaje actual de 15,6 % es más de tres veces mayor que el mínimo histórico de 4,7 % registrado en 1970 (Tabla 2).
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La tasa de fertilidad en Estados Unidos ha descendido de casi cuatro nacimientos por mujer en 1960 a aproximadamente 1,6 nacimientos por mujer en la actualidad. Esta cifra está muy por debajo del nivel de reemplazo, estimado en unos dos nacimientos por mujer.
La proporción de nacimientos de madres extranjeras en Estados Unidos ha sido constantemente mayor que el porcentaje de población nacida en el extranjero que reside en el país.
Mientras que la población extranjera representa un poco más de 15 % del total, la proporción de nacimientos de madres extranjeras residentes en Estados Unidos es casi una cuarta parte, aproximadamente 23 %.
Dentro de la población extranjera residente en Estados Unidos, se estima que alrededor de una cuarta parte, aproximadamente 14 millones de personas, no tienen autorización para estar en el país. Este grupo está compuesto por quienes han permanecido allí después de que expirara su visa, así como por hombres, mujeres y niños que ingresaron sin autorización.
Si toda la población sin autorización fuera expulsada de Estados Unidos, como ha subrayado el nuevo gobierno de Donald Trump, la población del país se reduciría a aproximadamente 328 millones.
La composición étnica de la población extranjera en Estados Unidos también ha cambiado significativamente en los últimos siglos. Durante el siglo XIX y gran parte del XX, la mayoría de los inmigrantes provenían de países europeos como Alemania, Irlanda, Italia y el Reino Unido (Cuadro 1).
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En 1900, por ejemplo, los inmigrantes alemanes representaban 26 % de la población nacida en el extranjero en Estados Unidos, seguidos por los irlandeses con 6 %. Para 1970, sin embargo, México ya figuraba entre los cinco principales países de origen de inmigrantes, representando 8 % de la población extranjera. En 1980, México pasó al primer lugar con 16 % de la población extranjera residente Estados Unidos.
Para 2022, los cinco principales países de origen de la población extranjera en Estados Unidos ya no eran europeos. En su lugar, los inmigrantes procedían principalmente de México, India, China, Filipinas y El Salvador, y México representaba casi una cuarta parte del total.
Durante las próximas décadas del siglo XXI, se espera que la inmigración siga siendo el principal motor del crecimiento demográfico en Estados Unidos. La razón detrás de este impacto creciente de la inmigración en el tamaño, crecimiento y composición de la población es la baja tasa de fertilidad del país.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
La tasa de fertilidad en Estados Unidos ha disminuido de casi cuatro nacimientos por mujer en 1960 a aproximadamente 1,6 nacimientos por mujer en la actualidad. Esta cifra está muy por debajo del nivel de reemplazo demográfico, estimado en unos dos nacimientos por mujer.
Sin inmigración, se prevé que las muertes en Estados Unidos superen a los nacimientos hacia 2033, principalmente porque las tasas de fertilidad seguirán siendo demasiado bajas para que una generación reemplace a la anterior. Como resultado, para 2080 se estima que el número anual de muertes supere en un millón al número de nacimientos.
Además de sus efectos en el crecimiento demográfico y la composición étnica del país, la inmigración también influye en la estructura etaria de la población estadounidense. Sin una inmigración constante, la población de Estados Unidos sería significativamente más envejecida en el futuro de lo que indican las proyecciones actuales.
Si la migración neta se mantiene en aproximadamente un millón de personas por año, la edad media de la población estadounidense, que actualmente es de 40 años, aumentará a 42 años para 2050.
Además, la proporción de personas de 65 años o más, que hoy representa 18 % de la población, se espera que suba 23 % para 2050. Sin inmigración, la edad media proyectada para mediados de siglo sería de 47 años y la proporción de personas mayores de 65 años alcanzaría 26 %.
El legado inmigrante de Estados Unidos ha quedado plasmado en las famosas palabras que Emma Lazarus escribió en 1883 y que están inscritas en la base de la Estatua de la Libertad.
En su soneto “El Nuevo Coloso”, ella escribió: «Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad, El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades, ¡Yo elevo mi faro al costado de la puerta dorada!”
Como ha sucedido a lo largo de los casi 250 años de historia del país, se espera que la inmigración siga teniendo importantes repercusiones en el crecimiento, la composición y la estructura de la población de Estados Unidos durante el siglo XXI y más allá.
Joseph Chamie es demógrafo consultor, exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas y autor de numerosas publicaciones sobre temas de población, incluido su libro más reciente: “Niveles de población, tendencias y diferenciales”.
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