LA HABANA – La segunda juramentación de Donald Trump como presidente de Estados Unidos el 20 de enero marca el inicio de un nuevo periodo de desafíos para las relaciones entre Cuba y ese país, con posibles repercusiones negativas en la economía local.
“Si esto (la situación del país) ya está así de malo, no quiero ver cómo será cuando retome Trump al poder. Su primer mandato fue durísimo para Cuba”, dijo a IPS la guía turística María Rosales, residente en La Habana.
Desde que Trump (2017-2021) comenzó su primera presidencia, su administración endureció las sanciones contra la isla con el incremento de más de 200 medidas, revirtiendo el acercamiento bilateral impulsado entre finales de 2014 y principios de 2017 por la administración de Barack Obama (2009-2017).
En ese anterior periodo de apertura entre ambos países, había ocurrido la apertura de embajadas, la firma de 22 acuerdos de colaboración, el intercambio de prisioneros acusados de espionaje, la flexibilización de las visas, de forma que los ciudadanos estadounidenses podían viajar a esta nación insular caribeña, entre otras decisiones.
“Si esto (la situación del país) ya está así de malo, no quiero ver cómo será cuando retome Trump el poder. Su primer mandato fue durísimo para Cuba”: María Rosales.
Con el gobierno de Trump quedaron derogadas o sin ejecutar muchas de estas medidas, lo que repercutió de inmediato en la economía cubana; por ejemplo, la prohibición en 2019 de viajes en cruceros al archipiélago, lo que suprimió el turismo procedente de Estados Unidos y una fuente vital de divisas para el gobierno y la población de Cuba.
“La mayoría de mis clientes era estadounidense. Cuando los cruceros dejaron de venir, mis ingresos disminuyeron sustanciosamente. Tuve que buscar otro empleo para redondear el salario”, comentó Rosales.
Luego, en mayo de 2020, la administración estadounidense echó más leña al fuego al incluir a Cuba en la lista de países que “no cooperan complemente” en los esfuerzos antiterroristas, bajo el pretexto de que La Habana se negó a extraditar a miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, presentes en la capital cubana.
Cuba fungía desde mayo de 2018 como sede y país garante de los diálogos entre el ELN y el gobierno colombiano, cuyos protocolos hacen inviable jurídicamente cualquier extradición, según el derecho internacional.
En enero de 2021, Trump también puso a Cuba en otra lista, la de Estados patrocinadores del terrorismo, que prácticamente le impide el comercio exterior, y de la cual había sido excluida en 2015 como parte del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas, tras haber estado rotas durante 33 años.
Un nuevo periodo
El retorno de Trump al poder augura el regreso de una política de mano dura contra la mayor isla del caribe, más cuando ganó los votos del estado de Florida con mayor margen que en los comicios de 2020 (56 % contra 51 %), y con el apoyo de la comunidad cubanoamericana. A las costas de Cuba y ese estado les separan solo 90 millas náuticas (167 kilómetros),
Según la Encuesta Cuba 2024 de la Universidad Internacional de Florida (FIU), 68 % de los cubanoamericanos del condado de Miami-Dade, aseguró que votaría por el candidato republicano en los comicios de noviembre.
Además, vaticina un recrudecimiento de la política hostil hacia la nación caribeña el nombramiento del senador de origen cubano Marco Rubio como secretario de Estado en la próxima administración. El político ha abogado por restringir remesas, cancelar viajes y cerrar cualquier tipo de negocio o acercamiento entre ambos países.
En la edición 22 de la Serie de Conversaciones “Cuba en la Política Exterior de Estados Unidos de América”, transcurrida en La Habana en diciembre pasado, exfuncionarios y expertos de ambos países advirtieron que la prevista política de fuerte presión contra Cuba, podría ser perjudicial para ambos países.
“Es de interés para Estados Unidos ofrecer una coexistencia pacífica y normalizar la política (que), como Obama creyó, tendría su propio impacto en la capacidad del pueblo cubano para promover el cambio por sí mismo”, dijo a la prensa el asistente del encuentro Peter Kornbluh, director de documentación sobre Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.
Por su parte, el politólogo de la Universidad Americana de Washington y especialista de Cuba, William LeoGrande, opinó que, aun siendo posible que la isla no sea una prioridad en la administración de Trump, sí lo será la migración.
No obstante, Trump advirtió que expulsaría de Estados Unidos tanto a migrantes indocumentados como a los beneficiarios del permiso humanitario de residencia temporal –conocido como “parole”– y el CBP One, una aplicación móvil a través de la cual se realizan solicitudes de asilo desde México.
De acuerdo a los datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés), desde 2022 a septiembre de 2024 han llegado a Estados Unidos más de 850 000 migrantes procedentes de Cuba. También lo han hecho otros 111 000 ciudadanos cubanos mediante el permiso humanitario.
Vínculos agresivos
“No sé cómo el país pudiera empeorar más por Trump, al fin y al cabo, las medidas que él dejó, que ya eran bastantes, las mantuvo (Joseph) Biden (2021-2025)”, dijo a IPS, por vía telefónica, Rogelio Sánchez, un residente de la provincia de Pinar del Río, ubicada al extremo oeste del archipiélago.
Cuba atraviesa una grave crisis económica a partir de los efectos de la pandemia de la covid, una fallida reforma financiera y las sanciones de Estados Unidos, que ha agudizado la inflación, el desabastecimiento y la migración hacia el extranjero.
Si bien en mayo de 2024, la administración de Biden sacó a la isla del listado de países que, a juicio de Washington, “no cooperan plenamente” con la lucha contra el terrorismo, la mantuvo en la de patrocinadores del terrorismo durante todo su mandato.
El gobierno cubano reconoce que la administración Biden ha adoptado decisiones “positivas, pero de alcance muy limitado” en materia de visados, migración regular, vuelos y remesas, a la vez que mantiene las medidas de “máxima presión” dispuestas por Trump.
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La política económica hostil de Estados Unidos se mantiene como principal punto de fricción de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Cuba tuvo pérdidas por más de 5000 millones de dólares entre marzo de 2023 y febrero de 2024, debido a las sanciones, según reveló un informe que el gobierno cubano entregó a Naciones Unidas.
Según datos oficiales, más de medio millón de cubanos marcharon durante casi dos horas el 20 de diciembre por el malecón habanero en protesta a dichas medidas y la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.
Un mes antes, congresistas de Estados Unidos enviaron una carta a Biden instando a un “un alivio inmediato de las sanciones al pueblo cubano” que sufre “apagones generalizados y una crisis energética en aumento, exacerbada por el impacto del huracán Rafael”, así como a sacar al país de la mencionada lista.
“Durante la mayor parte de los vínculos entre Estados Unidos y Cuba desde 1959, lo que ha prevalecido es la agresión como característica definitoria de los vínculos entre los dos países”, dijo en diciembre el viceministro de Relaciones Exteriores Carlos Fernández Cossío.
ED: EG