Los jóvenes y la transición hacia empleos verdes

Jóvenes trabajando en techos verdes. Imagen: Diario de Madrid / Wikimedia 

SANTIAGO – Más de 1800 millones de personas en el mundo tienen entre 15 y 29 años. Y son precisamente ellos, los jóvenes, quienes están más comprometidos con la mitigación del cambio climático y preocupados de sus consecuencias. De hecho, lo consideran una emergencia mundial en 65 %, mientras que en los menores de 18 años la cifra se eleva a 69 %, según la encuesta global Peoples’ Climate Vote.

En Estados Unidos, por ejemplo, el hecho de que 26,7 % de los empleos verdes estén siendo ocupados por personas que entran por primera vez al mercado laboral.

Además, el número de trabajadores que pasan de un empleo sucio a uno “verde” ha crecido con fuerza en últimos años -multiplicándose por 10 desde el 2005- se complementa con que los trabajadores jóvenes tienen muchas más probabilidades de pasar de un empleo sucio a uno limpio, como afirma el estudio Workers and the Green-Energy Transition: Evidence from 300 Million Job Transitions (Los trabajadores y la transición a la energía verde: evidencia de 300 millones de transiciones laborales).

Por un lado, la investigación muestra que los trabajadores jóvenes -de 18 a 34 años- tienen más opciones de incorporarse en los empleos verdes, mientras los empleados de entre 55 a 64 años poseen 2 5% de probabilidades de no pasar a trabajos limpios.

Pero ¿qué son los empleos verdes? Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son puestos de trabajo decentes que contribuyen a preservar y restaurar el medio ambiente, ya sea en los sectores tradicionales como la manufactura o la construcción, o en emergentes como las energías renovables y la eficiencia energética.

Los empleos verdes pueden mejorar la eficiencia de la energía y de la materia prima; reducir las emisiones de gases de efecto invernadero; minimizar los desechos y la contaminación; proteger y rehabilitar ecosistemas, y propiciar la adaptación a los efectos del cambio climático.

Los empleos verdes para los jóvenes en América Latina y el Caribe representan una oportunidad crucial para potenciar la acción climática y abordar los desafíos ambientales y sociales de la región», explica Blanca Patiño, especialista en Empleos Verdes y Transición Justa de la Oficina de OIT para América Latina y el Caribe.

Añade desde Lima, sede regional de la OIT, que «estos empleos están alineados con el cumplimiento de compromisos internacionales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París y el Convenio sobre la Diversidad Biológica”.

De acuerdo a la OIT, se proyecta que surgirán 24 millones de empleos verdes en el mundo al 2030, el año en que concluye el plazo para cumplir con los 17 ODS, acordados en 2015 por los países miembros de Naciones Unidas y que deben cumplirse para 2030.

Patiño afirma que los sectores con mayor potencial para la creación de empleos verdes son las energías renovables, las soluciones basadas en la naturaleza y la economía circular.

“La región tiene un alto potencial para desarrollar estos sectores debido a su riqueza hídrica y en materia de biodiversidad, su capacidad de innovación y la posibilidad de transformar su matriz energética hacia las energías renovables en los próximos años. En particular, la población joven de la región es clave para liderar la transformación del sistema productivo hacia la economía circular”, apunta.

Esfuerzos regionales y la cuestión generacional

Fue en el año 2011 cuando la OIT realizó el lanzamiento del Pacto de Empleos Verdes para Jóvenes, iniciativa global que tiene el objetivo de promover la creación de empleos sostenibles y verdes para los jóvenes, fomentando su formación e innovación.

No obstante, no fue hasta el 2023 que obtuvo un nuevo impulso, cuando en ocasión de la XXIII Reunión del Foro de Ministras y Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, efectuada en Panamá, se acordó aumentar el compromiso y acelerar su acción, con un énfasis especial en la juventud y las mujeres, los grupos más vulnerables al clima.

El pacto -además de la OIT- actualmente suma las fuerzas combinadas de otras dos agencias de la ONU: el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

“Hemos avanzado en la elaboración de un plan de trabajo regional, cuyo objetivo es fomentar empleos verdes a través del apoyo a políticas nacionales con un enfoque interinstitucional, reducir la brecha de habilidades verdes en la economía circular y respaldar los compromisos nacionales en esta área. Además, estamos identificando aliados estratégicos y movilizando fondos para garantizar que este pacto sea operativo y sostenible a largo plazo”, detalla la experta de la OIT.

Mientras, el estudio “A People-First Green Business Transformation  (Una transformación empresarial verde que prioriza a las personas)» publicado en 2024 por Manpower Group, encuestó a más de 5000 trabajadores en siete países para explorar el impacto de la transición verde en el empleo.

Entre sus principales conclusiones respecto a los jóvenes, da cuenta que 75 % afirma que investigará la reputación ambiental de su empleador y que casi 50 % cree que eso influirá en su opción de elegir un trabajo.

La investigación también comprueba la existencia de una brecha generacional en las perspectivas de los trabajadores en esta transición verde en lo laboral.

La generación Z, en 71 %, y los millennials, en 60 %, lideran una visión optimista sobre el mejoramiento de su vida laboral. Asimismo, 35 % de la generación Z y 34 % de los millennials consideran que la creación de oportunidades profesionales con este proceso es significativa.

Para Harold López, quien es académico de las universidades de Chile y Diego Portales, y especialista en finanzas ambientales, las referencias positivas sobre las posibilidades de los empleos verdes deben balancearse con otras variables que están experimentando las nuevas generaciones.

“Si bien estas generaciones están más concientizadas frente al cambio climático, tendría cuidado con la palabra ‘optimismo’, dado que el concepto de ansiedad climática también existe. Por esta razón, el optimismo laboral es más bien relativo”, apunta.

En efecto, la concientización sobre la crisis climática de los jóvenes en el mundo también se replica en Chile.

Así lo exhiben los resultados de la encuesta “Juventudes y Crisis Climática”, efectuada por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) en abril de este año, a jóvenes de entre 15 y 29 años.

Entre sus hallazgos indica que 89 % de la juventud en el país les interesa o les interesa mucho el cambio climático. Además, 91 % -de los más de 1500 jóvenes entrevistados en 107 municipios- afirma que el cambio climático tendrá efectos negativos y muy negativos en la calidad de vida de las personas.

Y en cuanto a las principales causas del fenómeno, dos de cada tres jóvenes señalan que la actividad humana es la responsable, mientras que un 26% indican que se da tanto por causas naturales como antrópicas.

Matías Ramos tiene 31 años, es ingeniero eléctrico de la Universidad de Chile y ejerce un empleo verde en la actualidad. Su cargo es el de experto de la flota de electromovilidad o eMobility Fleet Expert en la gerencia de Electromovilidad del Grupo Kaufmann. Trabaja en el área de postventa de vehículos eléctricos y en el proceso de acompañamiento a clientes que inician la transición de vehículos a combustión hacia los bajos en emisiones.

En mi campo laboral quienes más apuestan a la electromovilidad son jóvenes, personas que vienen recién saliendo de la universidad o del instituto y que se especializaron en eso. Además, en la industria de generación fotovoltaica es similar, principalmente personas jóvenes trabajando en ese rubro”, comenta Ramos, quien en su anterior trabajo se desempeñó en una empresa dedicada a la construcción de proyectos fotovoltaicos para la generación distribuida o descentralizada.

Sofía Ramírez con instrumento de estación meteorológica en Renca. Imagen: Cortesía de Sofía Ramírez

Sofía Ramírez, también de 31, es ingeniera en medio ambiente y hace casi tres años es coordinadora de Educación Ambiental en la Municipalidad de Renca, donde está a cargo de programas educativos enfocados en acción climática, gestión de residuos, eficiencia energética, sostenibilidad hídrica y conservación de la biodiversidad.

Creo que el área de la sostenibilidad seguirá expandiéndose, con una mayor demanda de profesionales capacitados para abordar la crisis climática”, señala sobre las proyecciones de su área.

¿Empleo verde, mejor paga?

El estudio de Manpower Group fue aplicado a trabajadores de Reino Unido, Estados Unidos, Francia, España, Alemania, Países Bajos y Suiza, y además, indica que los trabajadores jóvenes creen que los empleos verdes merecen mejor salario.

Así es expresado por 32 % de la generación Z, lo que contrasta fuertemente con solo  14 % de los baby boomers que comparten esta apreciación.

Sí, los trabajadores en empleos verdes merecen salarios competitivos y, en algunos casos, incluso mejores que los de sectores contaminantes. Esto se debe a que las tareas que realizan no solo requieren habilidades técnicas especializadas, sino que también están directamente relacionadas con la creación de un impacto positivo en el medio ambiente y en las comunidades”, subraya Ramírez, quien antes trabajó en el municipio de Peñalolén y en una fundación ambiental en proyectos de gestión de residuos y bioconstrucción.

En tanto, para Ramos no es un tema de merecer, los sueldos deberían darse en torno a la función social y privada que cumple el trabajador. En el sistema en el que trabajamos debe encontrar una manera de incorporar el aporte a la sociedad de la industria verde de manera íntegra y retribuirse en la misma medida”.

López, por su parte, explica que en principio, mejores salarios para empleos verdes puede ser considerado justo. Lo que existe hoy es que muchas actividades que generan externalidades negativas no internalizan ese costo, el cual debemos absorber como sociedad».

«En ese sentido, si la regulación avanza a que las actividades contaminantes internalicen dichos costos, los empleos verdes debieran hacerse comparativamente más rentables, y así, que los salarios sean mayores suena razonable”, abunda.

Ceremonia de instalación de estación meteorológica en Escuela Domingo Santa María, comuna de Renca, 2024. Imagen: Cortesía de Sofía Ramírez

Desde la OIT, Patiño indica que los jóvenes tienden a ser más sensibles a las problemáticas ambientales, ya que han crecido en una época donde los efectos del cambio climático son más evidentes, lo que les genera una mayor incertidumbre sobre su futuro. Esta conciencia ambiental se refleja también en sus preferencias de consumo. En este contexto, los empleos verdes son una respuesta a sus necesidades”.

La especialista colombiana complementa indicando que los jóvenes son cada vez más exigentes en cuanto a las condiciones laborales. Aunque el concepto de empleos verdes ha ganado relevancia en los últimos años, es importante destacar que, para la OIT, estos son ante todo empleos decentes que contribuyen a la preservación o restauración del medio ambiente».

«Los jóvenes pueden jugar un papel clave en la promoción de mejores condiciones de trabajo decente. Por ello, es fundamental vincular este esfuerzo con un marco de transición justa”, añade.

El caso de Chile: más verdes que marrones

La realidad en Chile de los empleos verdes va en línea con lo que indican los estudios internacionales respecto a la transición hacia una economía más sostenible y la descarbonización de la matriz energética.

Así lo confirma un reciente estudio -publicado en septiembre de 2024- llamado “Mercado laboral para la transición hacia una economía verde: un estudio para Chile”, realizado por el Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), y el cual señala que los empleos verdes superan a los provenientes del sector contaminante o “marrones”.

La investigación, la primera en su tipo en Chile, indica que en el 2022 ya se registraban 1 534 931 empleos verdes en el país, lo que equivale a 16,7 % del total de trabajos en Chile, cifra que se espera siga aumentando.

Mientras que los empleos vinculados a las industrias contaminantes llegan a los 601 740, representando solo 6,5 % y, además, en riesgo de ser destruidos, no solo por el avance de los empleos verdes, sino que por la automatización de funciones en el mercado laboral.

Es el caso de ocupaciones como las de operadores de máquinas de movimiento de tierras, carniceros, pescaderos, mineros y operadores de instalaciones mineras.

Esta realidad es un desafío para las políticas públicas nacionales, y en ese sentido, la directora nacional del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), Romanina Morales, describe que el enfoque institucional “se ha orientado a integrar la sostenibilidad en cada uno de nuestros programas de capacitación».

«Para ello hemos adaptado nuestros programas Despega Mipe y Capacitación en Oficios para incluir temáticas como la gestión ambiental, la eficiencia energética y la instalación de energías renovables, lo que fortalece a las micro y pequeñas empresas con foco en los empleos verdes, así como la generación de competencias laborales en los principales oficios verdes del país”, asegura.

Prototipo de vehículo híbrido-eléctrico. Imagen: CSIRO vía Wikimedia Commons

Morales detalla que el programa Despega Mipe ofrece cursos en temáticas como mantenimiento de sistemas de climatización, instalaciones eléctricas eficientes y manejo de cultivos. Mientras que el programa de Certificación de Competencias Laborales está abordando las certificaciones de recicladores, como demanda la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP).

Para López los jóvenes motivados por la acción climática “son de variados backgrounds, lo que está generando una importante disponibilidad de potenciales formadores desde las más variadas áreas del conocimiento. Para los jóvenes ésta es una tremenda oportunidad».

«Pensemos, por ejemplo, en los mecánicos automotrices, cuyos conocimientos en motores de combustión interna son hoy altamente valorados, pero irán quedando -más temprano que tarde- obsoletos. Los jóvenes tienen la oportunidad de tomar por asalto este mercado si desarrollan habilidades más determinantes para las nuevas tecnologías”, añade.

Precisamente, en esa área se ha desarrollado Ramos, que como especialista en vehículos eléctricos espera a futuro desempeñarse en el sector de electromovilidad y transporte bajo en emisiones, y poder así asesorar tanto la gestión de nuevos proyectos como un todo, trabajando en el área comercial y técnica. Espero especializarme con las celdas de hidrógeno, baterías de estado sólido y los próximos desarrollos que se realicen en la industria del transporte”.

“En el ámbito de la gobernanza ambiental y la gestión de recursos naturales, con un enfoque en la resiliencia climática y la sostenibilidad hídrica», comenta Ramírez sobre su proyección laboral, que además de su trabajo principal, diseña e imparte capacitaciones para comunidades vulnerables en un proyecto de acción climática en una consultora ambiental.

Añade que «planeo continuar especializándome a través de estudios en gobernanza de riesgos y recursos, y participar en proyectos que integren soluciones innovadoras para mitigar los efectos del cambio climático”.

Las proyecciones y talentos de los jóvenes deben ser incluidos en el diseño de políticas públicas hacia los trabajos sostenibles, según la experta de la OIT, con el fin de fortalecer las capacidades de los jóvenes para participar activamente en la definición de políticas, vinculándoles de manera efectiva en los procesos de diálogo social. Esto permitiría no solo incorporar sus preocupaciones, sino también crear soluciones que amplíen los programas de promoción de empleos verdes”.

Desafíos para la transición laboral

El diagnóstico y metas son claras al respecto para el Sence. “Uno de los mayores desafíos es la brecha de competencias, dado que muchos empleos verdes requieren habilidades técnicas avanzadas. Esto conlleva a empujar y potenciar nuestra oferta curricular, la que se desarrolla sobre la base de competencias laborales, ofreciendo aprendizajes modulares que permitan desarrollar habilidades progresivamente”, comenta Morales.

Para López, son cuatro las reformas principales desde el Estado para enfrentar de mejor manera la transición hacia empleos verdes. Capacitación y formación; internalización de costos de externalidades para industrias contaminantes; mejorar el Seguro de Desempleo e indemnización por años de servicios, y una fuerte inversión en infraestructura pública resiliente al cambio climático”.

“Falta agilidad en la publicación de reglamentos en las industrias verdes, hacer cambios en el impulso y dirección de la transición energética, por ejemplo, aumentar el impuesto al carbono, beneficios para las iniciativas menos contaminantes, etc», dice Ramos.

Y agrega que «del gobierno espero una política más desarrollista que extractivista con el objetivo de que podamos participar de la cadena de valor de la industria verde, no solo como consumidores de la tecnología, sino que como productores e innovadores y la creación de empleos asociados a estos”.

Mientras que para la funcionaria municipal, Ramírez, “es crucial que el gobierno implemente políticas públicas que fortalezcan la educación ambiental y fomenten compromisos empresariales con el medio ambiente».

«También es vital crear áreas especializadas en la remediación de impactos ambientales, ya que las normativas actuales no son suficientes para proteger nuestros ecosistemas, así como desarrollar un sistema en el que las multas por incumplimientos ambientales se reinviertan en proyectos de restauración y conservación, como una forma de generar más empleos verdes y mejorar la protección ambiental”, añade.

Para la especialista en Empleos Verdes y Transición Justa de la OIT, los principales desafíos “están ligados a debilidades estructurales del mercado laboral de América Latina y el Caribe».

«Estas incluyen la falta de acceso a programas de desarrollo profesional para adquirir habilidades verdes requeridas, altos niveles de informalidad, la escasez de iniciativas enfocadas en la población joven y la limitada disponibilidad de financiamiento para apoyar a los emprendedores jóvenes, especialmente en el sector de las mipymes, que es la principal fuente de empleo en la región”, añade.

Asimismo, Patiño plantea que para superar estos obstáculos estructurales, “los gobiernos nacionales e instituciones regionales deben coordinar esfuerzos, promover alianzas público-privadas, fomentar la innovación y adaptar los sistemas educativos para preparar a los jóvenes para las ocupaciones asociadas a los empleos verdes».

Este artículo se elaboró con el apoyo de Climate Tracker América Latina.

RV: EG

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