MAFAURE, Zimbabue – Cuando Susan Chinyengetere decidió dedicarse a la agricultura en su aldea natal, en el sureste de Zimbabue, se preguntó si podría ganarse la vida de esa manera y criar a sus hijos.
Con las catástrofes climáticas devastando el país, sus dudas sobre la agricultura de secano aumentaron. Sin embargo, dos años después, esta madre de 32 años, con dos hijos y originaria de Mafaure, en Masvingo, a unos 295 kilometros de la capital Harare, se ha convertido en una agricultora destacada.
Productora de cultivos de maduración temprana y variedades resistentes a la sequía, como maíz naranja, el frijol caupí y lablab para el forraje del ganado, Chinyengetere ha logrado una buena cosecha, a pesar de las prolongadas sequías en el país.
“El año pasado hubo sequía, pero conseguí suficiente comida para alimentar a mi familia hasta la próxima temporada”, explica. “Incluso vendí los excedentes en el mercado”, añade.
Sequía brutal arrasa con los cultivos
Zimbabue, un país sin salida al mar, depende de la agricultura de secano. No obstante, a lo largo de los años, los patrones de lluvia han sido erráticos, poniendo en peligro todo el sector agrícola. La nación del sur de África ha sido golpeada por una catástrofe climática tras otra. Si no son ciclones violentos, son graves inundaciones o devastadoras sequías las que afectan al país.
Entre 2023 y 2024, una brutal sequía provocada por El Niño –la más fuerte registrada- asoló todo el país.
Mozambique, Malaui y Zambia tampoco se libraron de esta sequía. Según el gobierno, más de 80 % de los cultivos en el país fracasaron.
Algunos agricultores se han quedado con poco o nada de comida y las fuentes de sustento en las zonas rurales se han visto afectadas. Zimbabue podría estar alcanzando un punto crítico para la agricultura de secano.
Pero las agricultoras como Chinyengetere tienen su pequeño secreto para volverse resilientes y adaptarse a los efectos del cambio climático. Ella forma parte de Ukama Ustawi, una iniciativa sobre diversificación en África Oriental y Meridional liderada por CGIAR.
Se trata de un consorcio de centros de investigación enfocado en garantizar la seguridad alimentaria transformando los sistemas de alimentos, tierra y agua en el contexto de la crisis climática. Los agricultores se organizan en pequeños grupos de un máximo de 15 personas.
“Uso siembra directa cuando planto maíz naranja en mi terreno de 40 por 90 metros cuadrados. La idea es no alterar el suelo”, explica Susan. “Estaba acostumbrada al maíz blanco. Cuando me uní a este proyecto, planté maíz amarillo por primera vez”, añade.
La siembra directa es una técnica agrícola en la que se siembran semillas directamente en el suelo sin removerlo. Forma parte de la agricultura de conservación, que se está volviendo popular en Zimbabue tras ser implementada a nivel nacional por el gobierno. Chinyengetere prefiere esta técnica porque requiere menos trabajo que la agricultura con labranza.
“Incluso cuando estoy sola y mis hijos están en la escuela, puedo sembrar todo el campo”, dice.
En Masvingo, los hombres también aportan soluciones al cambio climático a través de la iniciativa Ukama Ustawi, aunque la mayoría de los participantes son mujeres.
Anton Mutasa, de la aldea Zindere, también en Masvingo, afirma que ha podido alimentar a su familia gracias a la agricultura adaptada al clima. “Cultivo maíz naranja, frijol caupí y lablab. Esparzo mantillo alrededor de las plantas para conservar el agua, prevenir la erosión del suelo y permitir que el agua se infiltre”, comenta este padre de seis hijos, de 55 años.
“Esto es vital, especialmente durante la temporada seca. También roto los cultivos para mejorar la fertilidad del suelo. Por ejemplo, si cultivé caupí en esta parte de la tierra la temporada pasada, esta temporada me aseguro de cultivar naranjas”, asegura.
El cambio climático afecta de forma distinta a las mujeres
Tanto hombres como mujeres sufren las consecuencias del cambio climático. Sin embargo, las mujeres resultan más afectadas debido a las desigualdades preexistentes. Estas enfrentan mayores dificultades debido a los roles sociales establecidos y al acceso limitado a recursos.
Las mujeres son responsables de cocinar para la familia y recoger agua, especialmente en las zonas rurales. Esto las coloca en la primera línea de impacto del cambio climático, ya que los alimentos y el agua escasean durante fenómenos climáticos extremos, como las sequías.
Otra agricultora, Tendai Marange, de la aldea Machengere de Masvingo, asegura que las técnicas agrícolas que requieren menos esfuerzo permiten a las mujeres continuar con sus roles tradicionales. “Se espera que haga las tareas del hogar, pero al mismo tiempo quiero ir a la granja. Esta técnica me ahorra tiempo”, comenta esta madre de tres hijos, de 47 años.
Chinyengetere asegura que está inspirando a otras mujeres. “Me siento empoderada. Estoy ocupada. El hecho de que aporte ingresos y alimentos a mi familia trae felicidad a mi matrimonio”, afirma. “Incluso dudaba de mí misma. Pensaba que, como mujer, solo era una máquina para tener hijos”, añade.
Una vez que los proyectos de Chinyengetere y Marange tengan éxito, compartirán lo aprendido con otros, tanto en Zimbabue como más allá de sus fronteras.
“Estoy contribuyendo soluciones contra el cambio climático. Las mujeres suelen ser las más afectadas por el cambio climático. Pero mi caso es diferente; estoy liderando desde el frente”, señala Chinyengetere.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Más de un millón de agricultores han sido alcanzados por distintas iniciativas agrícolas. Al menos 140 000 usan las tecnologías promovidas por Ukama Ustawi en Etiopía, Kenia, Zimbabue, Malaui y Zambia, según Christian Thierfelder, agrónomo principal de sistemas de cultivo en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), uno de los centros de investigación integrados en CGIAR.
Cerca de 60 % de estos agricultores son mujeres, y más de 45 % son jóvenes.
Thierfelder explica que, como parte de Ukama Ustawi en Zimbabue, trabajan en 30 comunidades, donde realizan pruebas con cultivos resistentes a la sequía.
El principal objetivo de Ukama Ustawi es cambiar el comportamiento y las percepciones de los agricultores, alejándolos de los sistemas convencionales basados únicamente en el maíz hacia sistemas diversificados centrados en el maíz bajo principios de agricultura de conservación.
“Esto implica promover prácticas como la rotación de cultivos, el cultivo intercalado y la gestión sostenible del suelo, todas esenciales para mejorar la resiliencia ante la variabilidad climática y aumentar la productividad a largo plazo”, comenta Thierfelder.
Muchos agricultores en el país perdieron su ganado debido a la falta de alimento tras el agotamiento de las tierras de pastoreo y los brotes de enfermedades agravados por la sequía de El Niño.
Ukama Ustawi busca cambiar esta situación fomentando sistemas de alimentación para el ganado con cultivos de cobertura de abono verde y pastos forrajeros.
“Perdí mi ganado en sequías anteriores antes de unirme a Ukama Ustawi. No tenía alimento, y las enfermedades empeoraron la situación. Ahora uso lab-lab para preparar alimento para mis cabras”, cuenta Marange.
Estableciendo conexiones
Ukama es una palabra en shona que significa «relación». Marange afirma que los grupos brindan oportunidades para hacer contactos. “Somos una familia. Compartimos consejos e ideas sobre agricultura de conservación”, comenta.
Desde 2020, CIMMYT ha estado organizando ferias de semillas y mecanización donde los agricultores pueden acceder a semillas de alta calidad y equipos que, de otra manera, les sería difícil conseguir. “Es barato comprar semillas en las ferias. Suelen tener descuentos”, dice Marange.
Thierfelder afirma que Ukama Ustawi reconoce la importancia de integrar una variedad de cultivos, como legumbres, caupí, maníes y granos pequeños, en sistemas dominados por el maíz para lograr sostenibilidad tanto ecológica como económica.
“Las ferias de semillas desempeñan un papel clave en esta misión al proporcionar a los agricultores acceso a una diversidad de semillas, incluidos maíces tolerantes a la sequía y otros cultivos complementarios que apoyan la diversificación”, señala.
Thierfelder comenta que ya hay planes para ampliar la iniciativa Ukama Ustawi y llegar con sus tecnologías a más de 20 millones de agricultores en todo el mundo. “Esto está destinado a ser ampliado porque ya hemos alcanzado un nivel de preparación para la expansión muy alto”, asegura.
Para Chinyengetere, el sueño es ver a más mujeres liderando la lucha contra el cambio climático.
“Es difícil convencer a las mujeres jóvenes de dedicarse a la agricultura bajo estas condiciones climáticas extremas. El cambio climático las empuja hacia otras actividades peligrosas, como la minería ilegal”, lamenta.