La cumbre climática de Bakú más cerca del desastre que de hacer historia

Simon Steil, secretario ejecutivo de la Cmnucc(D), se abraza con el presidente de la COP29, Mukhtar Babayev, tras poner fin a la cumbre climática de Bakú, entre algunos aplausos, más decepción y también enojo. Imagen: ONU Cambio Climático

BAKÚ – Dicen que hablar de dinero es tabú. Pero eso es exactamente lo que vinieron a hacer los países en desarrollo: regatear y presionar para conseguir el acuerdo de financiación del clima de su vida, ya que la crisis climática es, para ellos, una cuestión de vida o muerte.

Las naciones ricas también vinieron a por el acuerdo de su vida: hacer recaer la carga de la financiación climática sobre el sector privado y a asumir ellos la mínima responsabilidad financiera por el recalentamiento planetario que han provocado.

La 29 Conferencia de las Partes (COP29) sobre cambio climático, que se desarrolló entre el 11 y el 24 de noviembre en la capital de Azerbaiyán, se sabía que iba a ser difícil porque estaba concentrada en la financiación y ya se sabe que aunque tengan como  pagar, sencillamente no lo harán.

El presidentela de la COP29,  el azerbaiyano Mukhtar Babayev, hizo público en la madrugada del sábado 23 un borrador en el que se proponía que el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, en inglés) para la financiación de la lucha contra el cambio climático fuera de 250 000 millones de dólares.

Lo hizo traspasado ya el cierre oficial de la cumbre, que debió ser el viernes 22, y apenas unas horas antes de que el gobierno de Azerbaiyán y la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) firmaran el texto final del acuerdo, entre algunas ovaciones, mucha decepción y también enojo.

Los países en desarrollo querían 1,3 billones (millones de millones) de dólares. La oferta provocó la indignación del Sur global, protestas silenciosas en Bakú y amenazas de boicot, ya que «un no acuerdo era mejor que un mal acuerdo».

En medio del pandemónium de las últimas horas, Brasil también advirtió de que no habría acuerdo a menos que la COP29 aumentara el objetivo de financiación para el clima.

Lo que siguió fueron acusaciones y contraacusaciones mientras las negociaciones se prolongaban hasta altas horas de la madrugada del domingo, cuando Babayev anunció finalmente un acuerdo de 300 000 millones de dólares entrado ya varias horas el domingo 24.

«Este nuevo objetivo de financiación es una póliza de seguros para la humanidad, en medio del empeoramiento de los impactos climáticos que afectan a todos los países», declaró Simon Stiell, secretario ejecutivo de la CMNUCC.

«Pero como cualquier póliza de seguros, solo funciona si las primas se pagan íntegramente y a tiempo. Las promesas deben cumplirse para proteger miles de millones de vidas», reconoció.

Un delegado de un país del Sur global reacciona con preocupación ante los resultados finales de la COP29 sobre la financiación climática, muy criticados en Bakú. Imagen: Kiara Worth / ONU Cambio Climático

El nuevo acuerdo triplica la financiación pública a los países en desarrollo, pasando del objetivo anterior de 100 000 millones de dólares anuales a 300 000 millones de dólares anuales para 2035.

También asegura los esfuerzos de todos los actores para trabajar juntos con el fin de aumentar la financiación a los países en desarrollo, procedente de fuentes públicas y privadas, hasta la cantidad de 1,3 billones de dólares anuales para 2035.

«Ha sido un desastre para el mundo en desarrollo», dijo Mohamed Adow, director del grupo de reflexión sobre clima y energía Power Shift Africa, sobre los resultados de la cumbre del clima.

«La COP29 Es una traición a las personas y al planeta por parte de los países ricos que afirman tomarse en serio el cambio climático», argumentó. «Esos países ricos han prometido movilizar algunos fondos en el futuro, en lugar de proporcionarlos ahora», lamentó.

«El cheque está en el correo se dice. Pero ahora se están perdiendo vidas y medios de subsistencia en los países vulnerables», añadió.

Recordó que en la que se presentó como la «COP de las finanzas», «no se ha proporcionado ni un solo dólar de financiación climática real ahora mismo».

«El Norte no solo ha impuesto una cifra de financiación muy baja, sino que además entrará en vigor dentro de 11 años. Este acuerdo es demasiado poco, demasiado tarde», aseguró Adow.

Para el especialista africano en el clima, el mundo rico protagonizó «una gran huida en Bakú».

Sin dinero real sobre la mesa y con promesas vagas e inexplicables sobre los fondos que se movilizarán, adujo Adow, están intentando eludir sus obligaciones en materia de financiación climática.

El resultado, dijo,  es que en la COP29 se ha dejado al mundo sin los recursos necesarios para evitar la catástrofe climática.

«Los países pobres necesitan una financiación clara y basada en subvenciones que les permita hacer frente a los efectos de la crisis climática y acelerar sus esfuerzos de descarbonización. Pero eso ha faltado», insistió.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Fadhel Kaboub, miembro del Grupo de Expertos Independientes sobre Transición Justa y Desarrollo, afirma que los 1,3 billones de dólares anuales que pide el Sur global pretenden ser un modesto y razonable anticipo de buena fe hacia una acción climática real por parte del Norte global.

En su opinión, «en el Sur global, la financiación climática tiene que venir en forma de subvenciones, no de préstamos y más entrampamiento económico, la cancelación de todas las deudas relacionadas con el clima, y la transferencia y el intercambio de tecnologías que salvan vidas para fabricar y desplegar energías renovables, cocina limpia, transporte limpio, y la resiliencia climática y la infraestructura de adaptación que necesitamos».

En el último día oficial de negociaciones las energías estaban por el suelo en el Estadio Olímpico de Bakú.

Las conversaciones vibrantes que llenaban el aire y los paseos decididos de la sesión plenaria a los pabellones y viceversa habían desaparecido hacía tiempo. La espera se alargaba horas tras horas y al final, cuando se dio por acabada la cumbre, a las 5:00 de la madrugada del domingo, el resultdo no mereció la pena.

Fred Njehu, estratega político panafricano de Greenpeace África, afirmó que mientras las naciones desarrolladas siguen «eludiendo sus responsabilidades, nuestras comunidades se ahogan, mueren de hambre y pierden sus hogares por una crisis que no han creado».

La COP29 reunió a casi 200 países. Los temas más debatidos en Bakú giraron en torno al NCQG, el Objetivo Global de Adaptación y el Programa de Trabajo para una Transición Justa.

Al final, otros puntos destacados fueron el acuerdo sobre cómo funcionarán los mercados de carbono en el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático, haciendo plenamente operativos el comercio entre países y un mecanismo de créditos de carbono.

En cuanto a la transparencia de los informes sobre el clima, las Partes acordaron crear una base empírica más sólida para reforzar las políticas climáticas a lo largo del tiempo, ayudando a identificar las necesidades y oportunidades de financiación.

La decisión de la COP sobre asuntos relacionados con los países menos adelantados (PMA) contiene una disposición para el establecimiento de un programa de apoyo a la aplicación de los Planes Nacionales de Adaptación para los PMA.

La COP29 dio un paso decisivo para elevar las voces de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la acción climática, adoptando el Plan de Trabajo de Bakú y renovando el mandato del Grupo de Trabajo Facilitador de la Plataforma de Comunidades Locales y Pueblos Indígenas.

Los países acordaron una decisión sobre género y cambio climático, ampliando el Programa de Trabajo de Lima mejorado sobre Género y Cambio Climático durante otros 10 años, reafirmando la importancia de la igualdad de género y avanzando en la integración de la perspectiva de género en toda la convención.

También acordaron desarrollar un nuevo plan de acción de género para su adopción en la COP30, que marcará la dirección de la aplicación concreta.

Esa COP30 se relizará en un año más en Brasil, en la ciudad de Belém do Pará, en plena Amazonia.

«Ningún país consiguió todo lo que quería, y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo por hacer», dijo Stiell.

Aádió que «puedee que las muchas otras cuestiones en las que tenemos que avanzar no sean titulares, pero son vitales para miles de millones de personas».

Así pues, concluyó, «no es momento de dar vueltas de campana; tenemos que fijar nuestras miras y redoblar nuestros esfuerzos en el camino hacia Belém».

T: MF / ED: EG

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