BAKÚ – La COP29, la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático, comenzó el lunes 11 en Bakú, Azerbaiyán. En medio de olor a petróleo de las refinerías en la ciudad, representantes de casi 200 países tratarán de acordar una nueva meta para financiar la reducción de emisiones y la adaptación al cambio climático en todo el mundo.
En 2009, los países desarrollados acordaron que para 2020 movilizarían colectivamente 100 000 millones de dólares anuales para apoyar la acción climática de los países en desarrollo, un objetivo que no se cumplió hasta 2022, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El nuevo objetivo que los países pretenden adoptar en la COP29 (29 Conferencia de las Partes) reemplazará a esta cifra de 100 000 millones de dólares.
Sin embargo, tras la primera semana de negociaciones de la cumbre, sigue habiendo un abismo entre las posturas de los países desarrollados y los países en desarrollo sobre dónde debe fijarse el llamado Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG, en inglés), y los primeros borradores del texto de financiamiento dejan múltiples opciones abiertas.
El Grupo de los 77 (G77) más China, un grupo de negociación del Sur en desarrollo que agrupa a gran parte de los países de América Latina, pidió 1,3 billones (millones de millones) de dólares para la nueva meta y que esta tenga fondos específicos para reducción de emisiones, adaptación y pérdidas y daños.
Además, los fondos deben ser donaciones y no préstamos con el fin de no generar más deuda para unas economías ya sometidas a tensiones.
Del mismo modo, la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (Ailac), un grupo negociador de ocho países latinoamericanos, pidió que del número que finalmente se acuerde haya un porcentaje específico para la región.
Otros bloques fuera de América Latina hicieron el mismo pedido, incluso sugiriendo montos específicos: la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis), integrada por 39 países, pide al menos 39 000 millones de dólares al año para ellos.
“Los países de América Latina están velando por los intereses de la región, pidiendo que los fondos sean públicos, previsibles y transparentes y que cubran a todos los sectores”, sostuvo Sandra Guzmán, fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (Gflac).
La nueva meta apoyará la reducción de emisiones en sectores como energía y agricultura y también la adaptación a los efectos del cambio climático, desde sequías a inundaciones.
Además, al aumentar la financiación, permitiría a los países en desarrollo llevar a cabo acciones más ambiciosas en sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés) actualizadas, sus planes climáticos como parte del Acuerdo de París, cuya presentación está prevista para 2025.
Estudios han demostrado que los países en desarrollo necesitan billones de dólares anuales para apoyar la acción por el clima.
Según un informe, la aplicación de sus planes climáticos nacionales costará entre cinco y 6,8 billones de dólares acumulados de aquí a 2030. Otras fuentes estiman este costo en 7,8 billones de dólares para el mismo periodo.
“La meta debe ser fijada en el marco de la justicia climática, garantizar que los principales deudores climáticos del Norte Global canalicen financiamiento justo, accesible y libre de deuda para los países del sur”, sostuvo Carola Mejía, coordinadora del área de Justicia Climática, Transiciones y Amazonía en la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latinidadd).
Poca presencia de América Latina en la COP29
Las largas horas de vuelo a Azerbaiyán y prioridades domésticas llevaron a que pocos presidentes de América Latina y el Caribe hayan estado presentes en la COP29.
A pesar de emerger como un destacado defensor de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles en las últimas COPs, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, canceló su viaje por las inundaciones en Colombia y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se quedó en su país para ser anfitrión el lunes 18 y el martes 19 de la cumbre para estar en la cumbre del Grupo de los 20.
Geraldo Alckmin, vicepresidente de Brasil, y la ministra de Ambiente, Marina Silva, vinieron a Bakú para presentar el nuevo plan climático del país. El gobierno se comprometió a reducir emisiones entre 59 % y 67 % para el 2035, una meta que sostienen que está alineada con el Acuerdo del París pero que oenegés cuestionan.
“Es mucho más que un simple objetivo de reducción de emisiones, refleja la visión de un país decidido a ser protagonista en la nueva economía global”, sostuvo Alckim. Para Marina Silva, el plan forma parte de un “nuevo paradigma de desarrollo para Brasil”, con impulso a la bioeconomía y la transición energética.
El nuevo plan climático de Brasil era muy esperado en vísperas de la cumbre, ya que el país se prepara para acoger la COP30 en la ciudad amazónica de Belém en 2025. Pero sus NDC han tenido una respuesta desigual, y muchos han criticado la aparente contradicción que supone para el país tratar de reducir las emisiones al tiempo que planea aumentar su producción y exportación de petróleo.
Romain Ioualalen, coordinador de campañas de Oil Change International, sostuvo que Brasil desperdició la oportunidad de demostrar un liderazgo climático. “Brasil no puede decir que su plan está alineado con el Acuerdo de París mientras planea incrementar la producción de gas y petróleo 36 % para 2035”, agregó.
En un análisis del plan de Brasil, la organización Observatório do Clima cuestionó la decisión de presentar una meta en una franja de emisiones ya que no garantiza cuál será la reducción de emisiones. El gobierno debe explicar cómo llegará a deforestación cero y cómo abordará las emisiones de energía, agregó.
Brasil -como parte del grupo de negociación Basic que integra con Sudáfrica, India y China- pidió al comienzo de la COP incorporar en la agenda un ítem sobre “medidas comerciales restrictivas unilaterales” en relación a impuestos al carbono de la Unión Europea. Finalmente el ítem no fue incluido en la agenda, que se aprobó a última hora del primer día tras horas de retrasos y desacuerdos entre los países.
La ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, llegó al cierre de la primera semana a Bakú, al igual que la ministra de Ambiente de Chile Maisa Rojas. En conferencia de prensa, Rojas pidió por una reforma del sistema financiero y por un aumento del financiamiento para subir la ambición en los países en desarrollo.
Muhamad declaró a Dialogue Earth que, si bien podrían considerarse nuevas fuentes de financiación como el sector privado, para cumplir el nuevo objetivo los países desarrollados deben aumentar “sustancialmente” su financiación pública.
También pidió que se tenga en cuenta la “crisis de la deuda” del mundo en desarrollo, y se hizo eco de los llamamientos para que se asigne un porcentaje específico del nuevo objetivo de financiación a América Latina.
Argentina, en una decisión no tan sorpresiva considerando el negacionismo del presidente Javier Milei respecto al cambio climático, decidió retirar su delegación de la COP a mitad de semana sin detallar los motivos.
Argentina presidía el G77 más China en las negociaciones de financiamiento, pero se retiró del rol no bien comenzó la COP29.
Anabella Rosemberg, asesora principal de Climate Action Network International, subrayó que Argentina se retiraba únicamente de la COP29 en sí, y no de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático o del Tratado de París.
“Por lo tanto, se trata de algo simbólico y lo único que hace es apartar al país de las conversaciones críticas sobre la financiación de la lucha contra el cambio climático”, afirmó. “Es difícil entender cómo un país vulnerable al clima como Argentina se apartaría del apoyo crítico que se está negociando aquí en la COP29”, añadió.
Transición energética justa y minerales, en el foco de la COP29
En la COP28, celebrada el año pasado en Dubái, los países acordaron realizar una transición “de forma justa y ordenada” de los combustibles fósiles mucho antes o alrededor de 2050. Este año, las discusiones sobre la transición energética continúan en Azerbaiyán, con un foco adicional en los minerales críticos para la transición, como el litio.
El presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev dijo en la apertura de la COP que el petróleo y el gas son “un regalo de dios” y cuestionó las críticas a su país por su dependencia de la producción y la exportación de los combustibles fósiles. Marina Silva respondió al decir que “el azúcar también es un regalo de dios, pero si lo comemos en exceso seremos diabéticos”.
Para Gaston Browne, primer ministro de Antigua y Barbuda, hace falta reducir la dependencia en los fósiles y reducir sus subsidios. “Muchos países que dependen de ellos no quieren una transición acelerada y ponen al planeta en riesgo. La única manera de evitar cruzar el límite de 1,5 grados es una transición”, agregó.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, sostuvo que si bien los minerales críticos son “una gran oportunidad para traer prosperidad y eliminar la pobreza” en los países desarrollados, pueden también llevar a “violar derechos humanos y ambientales sin generar cadenas de valor agregado”.
Guterres presentó en la COP un informe sobre minerales críticos realizado para la ONU por un panel de expertos en septiembre. El informe contiene un conjunto de siete principios para sustentar la extracción responsable, justa y sostenible de minerales críticos para las cadenas de suministro de energía limpia.
“La meta de financiamiento de la COP29 debe incluir financiación en condiciones favorables para que los países del Sur Global productores de minerales en transición logren un valor añadido significativo y aborden los cuellos de botella energéticos, de infraestructuras y de mano de obra calificada”, declaró Suneeta Kaimal, autora del informe de la ONU y presidenta del Natural Resource Governance Institute.
La COP29 concluirá el viernes 22, y la segunda semana se dedicará a las negociaciones sobre los acuerdos y textos finales de la cumbre.
Este artículo se publicó originalmente en Dialogue Earth.
RV: EG