KUALA LUMPUR – Después de dos años y medio de existencia, el Marco Económico IndoPacífico para la Prosperidad (IPEF, en inglés), impulsado por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es cada vez más irrelevante debido a sus propias limitaciones y a los cambios más amplios de la política exterior estadounidense.
Pilares del IPEF
A diferencia de los acuerdos de libre comercio, la iniciativa del IPEF no ofrece un mejor acceso a los mercados mediante la reducción de las barreras arancelarias o no arancelarias.
En su lugar, se ha concebido como un acuerdo sobre normas que incluye cuatro «pilares»:
– Comercio justo y resistente: impone normas de «alto nivel», en particular para la economía digital, el trabajo y el medio ambiente. La aplicación de estas normas se considera proteccionista.
– Resiliencia de la cadena de suministro: Se trata de establecer cadenas de suministro fiables que eviten a China. Muchos países esperan beneficiarse de esta «deslocalización amiga». Sin embargo, la mayoría de las recientes interrupciones inflacionistas del suministro se han debido a la nueva Guerra Fría, las pandemias y las sanciones.
– Las infraestructuras, las energías limpias y la descarbonización potenciarán supuestamente los esfuerzos de mitigación, ignorando las prioridades de adaptación de los países en desarrollo.
– Fiscalidad y lucha contra la corrupción: El IPEF promete mejorar el intercambio de información fiscal y frenar el blanqueo de dinero y el soborno. Pero la mayoría de los países en desarrollo han sacado poco provecho de tales esfuerzos. Su reciente experiencia con el Marco Inclusivo para la Fiscalidad, liderado por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), ha ahondado estas sospechas.
Cada uno de los pilares del IPEF se negoció por separado, permitiendo a los socios participar o no.
Aunque esto da cabida a intereses diversos, la fragmentación resultante socava la eficacia probable. Peor aún, el IPEF es una iniciativa de la Casa Blanca que carece del apoyo del legislativo Congreso, lo que plantea dudas sobre su longevidad.
El IPEF es una asociación conformada por Estados Unidos y 13 Estados de la región indopacífica, entre ellos Australia, Corea del Sur, India y Japón.
Grandes expectativas, humilde realidad
Con todo, el interés de Asia-Pacífico por un mejor acceso al mercado estadounidense se mantiene tras la retirada del expresidente Donald Trump (2017-2021) de los acuerdos de Asociación Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y irrupción de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP,en inglés), un acuerdo de libre comercio entre la Asociación de Naciones del Sudeste Asiatico (Asean) y varios países del área, incluidos Australia, China, Corea del Sur y Japón.
La llegada del IPEF más de media década después de que Trump abandonara el TPP sugiere que nunca fue una prioridad para Biden, su sucesor.
Estados Unidos caricaturiza y descarta el RCEP como un acuerdo de “bajos estándares” liderado por China, pero Asia Oriental no parece estar de acuerdo.
En cambio, la administración Biden promocionó el IPEF como una respuesta firme de Estados Unidos al RCEP, pero su modesta oferta ha minado aún más la reputación de Washington, alimentando la cautela y el escepticismo.
Taiwán forma parte del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec), liderado por Estados Unidos, y se cree que Washington promueve su independencia subrepticiamente. Pero ese territorio insular ha sido excluida del IPEF, quizá debido a una deliberada «ambigüedad estratégica».
Estados Unidos primero
Las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre agravan la incertidumbre. Si es reelegido, Trump ha prometido ya «eliminar» el IPEF, describiéndolo como» ¡peor que el TPP!»
La actual vicepresidenta y candidata presidencial Kamala Harris se ha mostrado escéptica desde hace tiempo respecto a los acuerdos comerciales internacionales, incluido el TPP.
Se espera que sustituya al subsecretario de Estado Kurt Campbell, arquitecto del «pivote hacia Asia» del presidente Barack Obama (2009-2017) a través del TPP y luego con Biden mediante el IPEF.
En la última década, la política interior de Estados Unidos ha influido cada vez más en las políticas económicas y comerciales exteriores, independientemente de la afiliación partidista, con un aumento de los sentimientos proteccionistas en ambos partidos.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
El escepticismo sobre los acuerdos de libre comercio y el retroceso respecto al «activismo» anterior de la política exterior estadounidense se han vuelto ya bipartidistas en lugar de asociarse únicamente con Trump.
¿La excepción de Bretton Woods?
Históricamente, la doctrina del Destino Manifiesto impulsó las adquisiciones territoriales en el hemisferio americano, el «patio trasero» de Estados Unidos desde la Doctrina Monroe.
Al mismo tiempo, las políticas comerciales proteccionistas aceleraron la industrialización estadounidense después de que el Norte ganara la Guerra Civil.
La política interior favoreció las Leyes de Neutralidad estadounidenses de la década de los años 30 del siglo pasado. La crisis de 1929 condujo a la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930, que elevó los aranceles a la importación de miles de productos.
El papel internacional de Estados Unidos creció significativamente tras la Segunda Guerra Mundial, con la creación de instituciones multilaterales de posguerra como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), luego sustituido por la Organización Internacional de Comercio (OMC).
La creación de bloques regionales pronto sustituyó al legado multilateral de Roosevelt, ya que la Guerra Fría cambió la percepción de las amenazas a la seguridad y las prioridades económicas. Tras la Guerra Fría, Estados Unidos mantuvo brevemente su compromiso global como potencia unipolar.
Sin embargo, el creciente descontento interno por la globalización económica y los conflictos intervencionistas erosionaron el apoyo a las políticas anteriores. El mantra de Trump de «América primero» ha impulsado este cambio, desafiando incluso los acuerdos comerciales plurilaterales.
Al tiempo que se «reengancha» multilateralmente para reafirmar su dominio, el proteccionismo no ha retrocedido bajo la administración Biden, aumentando incluso algunos aranceles de la era Trump sobre las importaciones chinas.
El aumento de las medidas contra empresas tecnológicas chinas como Huawei refleja la creencia bipartidista de que las anteriores políticas de libre comercio habían beneficiado inadvertidamente a China sin garantizar los beneficios prometidos.
Con la crecidente retórica de «salvaguardar» industrias y tecnologías críticas, ha crecido el escepticismo bipartidista hacia los tratados de libre comercio.
Geopolítica, no geoeconomía
Los neoliberales afirmaban que la liberalización económica conduciría a la liberalización política y reforzaría el Estado de Derecho. Thomas Friedman llegó a afirmar que los países con franquicias McDonalds no entrarían en guerra entre sí.
China no ha adoptado las reformas políticas que muchos en Occidente deseaban. En lugar de ello, ha aumentado su presencia en la escena mundial, aplicando políticas contrarias a los intereses de Estados Unidos.
Del mismo modo, se esperaba que la integración de la Rusia postsoviética en la economía mundial a través de la OMC y la pertenencia al Grupo de los Ocho (G8) la alineara con Occidente.
Pero tales esfuerzos terminaron antes de la entrada por la fuerza de Rusia en Crimea y, más tarde, en Ucrania.
Los gobiernos del sudeste asiático se dieron cuenta rápidamente de que la IPEF no era una prioridad política de Estados Unidos. Se pretendía que las negociaciones no ofendieran a Estados Unidos.
Se suponía que el IPEF reafirmaría el liderazgo estadounidense para contrarrestar la creciente influencia de China. Pero su contenido parece consistir en establecer normas al servicio de los intereses de las empresas estadounidenses.
La reticencia estadounidense a ofrecer beneficios tangibles, como un mejor acceso al mercado, restó atractivo al IPEF, especialmente en comparación con China. La ambición y los compromisos limitados del IPEF reflejan el malestar más profundo de la política exterior estadounidense.
A medida que la política interior estadounidense impulsa cada vez más la política exterior, iniciativas como el IPEF parecen menos viables. De ahí que la IPEF parezca el último suspiro de un enfoque de compromiso que se desvanece rápidamente, más que un proyecto de cooperación futura.
Ong Kar Jin es investigador y escritor independiente especializado en las dimensiones sociopolíticas de la tecnología.
Jomo Kwame Sundaram es profesor de economía y antiguo secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.
T: MF / ED: EG