KARACHI, Pakistán – Desde principios de año, los pakistaníes han tenido muy poco que celebrar. Redes sociales perturbadas, aumento de los precios de la electricidad, los combustibles y los alimentos, y los resultados de las elecciones de febrero sumidas en la controversia. Pero entonces, la superintendente adjunta de policía (ASP, en inglés), Syeda Shehrbano Naqvi, hizo algo que iluminó unos días algo desesperados.
La valiente actitud y la previsión de esta mujer de 31 años frente a una situación potencialmente explosiva le han dado a Pakistán una razón para estar orgullosos.
El 25 de ebrero, Naqvi rescató a una mujer, que llevaba un vestido con caligrafía árabe, de una multitud frenética en el mercado Ichhra Bazaar de la ciudad de Lahore, que confundió esa escritura con versos del Sagrado Corán y la acusó de haber cometido una blasfemia.
«Debía haber entre 150 y 200 personas cuando llegué al lugar donde ocurrió este incidente, alrededor de las 13:45 horas», dijo a IPS la superintendente adjunta por teléfono desde Lahore.
Le habló a la multitud con autoridad: “Deben confiar en nosotros (la policía)”, se la escuchó gritar a la multitud en un videoclip que se volvió viral. Antes de su llegada, también habían llegado policías de las comisarías cercanas para manejar la situación.
«Tuvimos que actuar con rapidez y sacarla, ya que una multitud enfurecida en un espacio reducido puede hacer que la situación se salga de control rápidamente», explicó.
Se le dio una abayaa negra (una túnica holgada de manga larga que usan las mujeres musulmanas) para que la mujer cubriera su vestido, que había desatado los sentimientos de la multitud, y su rostro fue tapado completamente para proteger su identidad cuando la sacaron y se la llevaron en el vehículo policial.
Naqvi sabía exactamente cómo manejar la crisis, ya que había lidiado con situaciones similares en el pasado. Pero admitió que “la caminata de cinco minutos hasta la furgoneta de la policía no estuvo exenta de peligros, a pesar de que los agentes formaron un círculo a nuestro alrededor”.
Antes de que llegara la policía, videos publicados en las redes sociales muestran a una mujer visiblemente aterrorizada parada en el rincón más alejado de un restaurante con las manos cubriéndose la mitad de la cara.
El dueño del restaurante bajó la persiana y la cerró desde adentro para proteger a la mujer, mientras otros intentaron calmar a la multitud enfurecida, que amenazó con prender fuego el local si no les entregaban a la mujer.
“Los pakistaníes pasan gran parte de su tiempo leyendo el Corán y recitándolo; Entonces, ¿cómo se puede confundir la más simple escritura árabe con un verso sagrado?», se preguntó Pervez Hoodbhoy, físico y autor residenciado en Islamabad, la capital del país, en referencia al aprendizaje de memoria del libro sagrado por parte de la mayoría de habitantes de este país de mayoría musulmana.
“Este episodio revela que la capacidad de leer una lengua extranjera sin comprenderla no sirve de nada”, adujo.
“Luchando contra la presión, los números y las situaciones, has defendido tanto la humanidad como la ley; se lo agradezco y estamos muy orgullosos de usted”, dijo al elogiar a la oficial Naqvi, Maryam Nawaz, la nueva jefa de gobierno de la provincia de Punyab, del que es capital Lahore.
“Shehrbano Naqvi ha determinado un nuevo estándar para la fuerza policial”, dijo el joven activista pakistaní Ammar Ali Jan, secretario general del partido socialista de izquierda Haqooq-e-Khalq.
“Esta es la manera de enfrentarse a una multitud; nunca ha sucedido antes y será un ejemplo para que otros tomen medidas similares”, dijo, especialmente si ella es recompensada.
El jefe de policía de Punyab recomendó a Naqvi para la medalla de policía Quaid-i-Azam por su valentía.
Jan dijo que el incidente debería verse desde una perspectiva de género. «Ha puesto de relieve la necesidad de incorporar al aparato estatal a mujeres más educadas y calificadas».
Sin embargo, para muchos lo sucedido tras el rescate ha dejado un mal sabor de boca.
Farah Zia, directora de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Pakistán, admitió que la mujer policía hizo un acto valiente y evitó que las cosas se pusieran feas: “¿Por qué la mujer rescatada, bajo la misma vigilancia policial, fue obligada a buscar perdón y declararse culpable? ¿Pertenece a la secta musulmana mayoritariamente sunita y por lo tanto nunca puede pensar en hacer nada que dañe los sentimientos de sus compañeros musulmanes? ¿Significa que se puede esperar que aquellos que pertenecen a religiones o sectas minoritarias lo hagan?»
Zia dijo que envió una señal de que el gobierno y el Estado están indefensos y débiles frente a las multitudes violentas.
El vídeo de disculpa, que muestra a la mujer sentada entre dos hombres barbudos que también le pusieron palabras en la boca durante la grabación, fue filmado en la comisaría, pero Naqvi insistió en que no tenía nada que ver con la policía.
“Se decidió entre los elegidos por la multitud y la familia de la mujer que ella se disculparía”, aclaró Naqvi y que el trabajo de la policía era simplemente “garantizar que se mantenga la ley y el orden; no hay pérdidas de vidas ni daños materiales”.
Sin embargo, añadió: “Es pertinente recordar que este incidente podría haberse convertido en un trauma en la vida de la mujer o podríamos haber ayudado aplacando el problema de una manera que pusiera fin a cualquier conversación que pudiera surgir en el futuro. Decidimos hacer esto último, a pesar de las críticas de diversos sectores. Dadas ciertas realidades de nuestra sociedad, ahora tiene más posibilidades de vivir una vida normal, saludable y feliz”, señaló Naqvi.
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“Puede que a los progresistas entre nosotros no les guste el enfoque táctico empleado”, dijo Jan, refiriéndose a la disculpa exigida por la fuerza a la mujer acusada, pero explicó: “La amenaza es real y potente, especialmente para alguien que está marcado”. Añadió además que la correlación de fuerzas en la sociedad se inclina a favor de los extremistas.
Hoodbhoy dijo que el incidente reflejaba un sistema educativo que “alimenta el fanatismo religioso”, debido al cual la sociedad paquistaní e incluso su clase educada se han vuelto extremistas.
“Ya no se puede responsabilizar únicamente al analfabetismo. La hiperreligiosidad promovida a través de las instituciones estatales y la educación tóxica en nuestras escuelas no están generando admiración en ninguna parte. Más bien, está produciendo una población salvaje e incontrolable. Incluso nuestros amigos ahora nos temen”, lamentó.
“¿Quién en su sano juicio, aparte de los amantes de la montaña, querría pasar sus vacaciones en un país donde la población está dispuesta a explotar a la menor provocación?” advirtió.
La blasfemia se castiga con la muerte en Pakistán pero, como ha sucedido a menudo en el pasado, incluso antes de que el caso llegue a juicio, el acusado es linchado.
Según los datos recopilados por el Centro de Justicia Social de Pakistán (CSJP, en inglés), al menos 329 personas fueron presuntamente acusadas de blasfemia en el año 2023.
“Esta es simplemente una lista de casos reportados en la prensa; la cifra puede ser mayor”, dijo a IPS Peter Jacob, director ejecutivo del CSJP. Siete personas fueron asesinadas extrajudicialmente en 2023, afirmó.
Al menos 2449 personas han sido acusadas de blasfemia entre 1987 y 2023 y 95 personas fueron asesinadas extrajudicialmente entre 1994 y 2023. Nadie ha sido castigado jamás excepto Mumtaz Qadri, que asesinó al gobernador de Punjab, Salman Taseer, en 2011.
Tahir Mehmood Ashrafi, presidente del Consejo Ulema de Pakistán (PUC, en inglés), aplaudió a la policía por mostrar un inmenso coraje ante tales incidentes; Dijo que muchos otros habían cedido en circunstancias similares en el pasado.
«Ella puso su vida en peligro para salvar a esta mujer y debe ser elogiada por eso», dijo a IPS.
Dado que “todos los partidos políticos y todos los líderes políticos están de acuerdo en que se hace un mal uso de la ley y que las acusaciones son falsas y han tenido consecuencias mortales”, Jan dijo que necesitan idear una gran estrategia nacional.
“Que empiecen por castigar a quienes acusan falsamente a otros de blasfemia”.
Ashrafi apoyó esto incondicionalmente. «Que sea un precedente», exigió el jefe de la PUC, para que incidentes como este no vuelvan a ocurrir. Dijo que todos los que instigaron este incidente deberían ser juzgados según la ley antiterrorista del estado.
Desde que se presentó esta historia, la policía de Lahore ha presentado un Primer Documento Informativo contra decenas de presuntos malhechores para que pueda comenzar el proceso de investigación.
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