Quema de bosques y alteración de cuencas cobran factura en Bolivia

Maquinaria pesada inicia la remoción de los restos de viviendas destruidas por la inundación registrada entre enero y febrero en la población minera de Tipuani, en el central departamento de La Paz, en Bolivia. Imagen: Somos Tipuaneños

LA PAZ – Pequeños pueblos aislados por las inundaciones y la inutilización de sus puentes, sin alimentos y sin combustible, con decenas de viviendas destruidas y a la espera de la ayuda, es parte del saldo en febrero de la “depredación humana” en los bosques y la alteración de las cuencas hídricas en Bolivia, según expertos consultados por IPS.

La quema de bosques y los residuos (desmontes) de la explotación minera del oro arrojados en los ríos de la cuenca del río Boopi, que recorre unos 110 kilómetros en dirección noreste, en el norte del occidental departamento de La Paz, genera zozobra e inseguridad para los habitantes de la región casi silenciados en sus reclamos por la ausencia de portavoces.

Simón Mamani, concejal del municipio de Tipuani, localizado en la provincia Larecaja, a 273 kilómetros al norte de la ciudad de La Paz, afirmó que sufre amenazas y advirtió que su vida corre peligro por denunciar a 14 cooperativas mineras que socavan el río Tipuani, el principal de la zona, que se desbordó y afectó a más de 450 familias, desde mediados de enero.

Según Mamani, que visitó La Paz para denunciar la crisis en su municipio, los sedimentos procesados por las cooperativas mineras y luego arrojados al río de manera descontrolada, generan desbordes y reclamó al gobierno nacional una auditoría ambiental.

El gobierno informó que 279 de 327 municipios en ocho de los nueve departamentos de Bolivia se hallan en emergencia por inundaciones o sequía, y de ellos, según el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, el municipio en estado más crítico es La Paz, la capital del departamento homónimo y del poder político del país.

Los datos del viceministerio señalan que 40 personas han fallecido, 9924 familias en 227 comunidades sufren los efectos de las lluvias y el desbordamiento de los ríos, y las personas damnificadas directamente ascienden a 5916. Un total de 786 viviendas quedaron destruidas.

“Los bosques son reguladores del clima, generadores del agua, promotores de las recargas de agua que van hacia otras cuencas o regiones. Al deforestar los bosques estamos desequilibrando el clima y ya habíamos alertado que tendríamos sequías permanentes, incremento de las temperaturas y además lluvias torrenciales concentradas en pocos días y horas”: Miguel Ángel Crespo.

Bolivia es un país enclavado en el centro de Sudamérica, con 12 millones de habitantes y con una geografía de altiplanicie, valles, llanuras y selvas amazónicas, que atraviesa un ciclo de lluvias entre los meses de noviembre y febrero, pero que en 2024 soporta situaciones extremas de lluvias intensas y de paralela sequía en diferentes regiones.

La economía boliviana se basa en las exportaciones de cinco minerales – zinc, oro, plata, estaño y plomo- que en 2023 alcanzaron a 5665 millones de dólares, seguidas de productos no tradicionales por 3000 millones de dólares e hidrocarburos por 2214 millones de dólares, según datos preliminares del Instituto Boliviano de Comercio Exterior.

En el municipio de Tipuani, las cooperativas mineras tienen una fuerte influencia en el gobierno municipal y en el partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS), y algunos pobladores que pidieron a IPS reserva en su identidad expresaron temor tras ser amenazados con procesos penales por denunciar la depredación minera.

“He perdido mercaderías. Hemos tenido que botar (desechar) aparatos (electrodomésticos), muebles y todo lo material”, relató Clara Esquivel a IPS desde Tipuani. Ella vive en la región desde hace 23 años y es madre de tres hijos. Antes de la destrucción de su vivienda por el desborde del río, ofrecía comida en una pequeña tienda instalada en su domicilio.

Ahora, se ha reconvertido en una comerciante de comida que desempeña su labor en la calle a la espera que acabe la época de emergencia, cuando intentará reconstruir su vivienda. El trabajo de su esposo solo cubre las obligaciones crediticias adquiridas por la pareja con un banco.

Tipuani, con algo más de 10 000 habitantes, concentra en su parte urbana alrededor de 500 familias dedicadas a la explotación del oro, al comercio y a la provisión de alimentos y bienes a los mineros. Un informe municipal señala que seis personas fallecieron durante las inundaciones, y dos niños fueron arrastrados por las aguas del río del mismo nombre.

La jefa de la Unidad de Pronósticos Hidrológicos, Lucía Walper, muestra el mapa que registra las variaciones climáticas que afectan a varias regiones de Bolivia. Imagen:
Franz Chávez / IPS

La naturaleza cobra

Estamos atravesando una etapa de “precipitaciones violentas”. Las lluvias esperadas entre enero y diciembre, están llegando en febrero, explicó a IPS la jefa de la Unidad de Pronósticos Hidrológicos, Lucía Walper.

“Vivimos el fenómeno de El Niño”, describió Walper en su oficina en La Paz, donde hizo notar comportamientos diversos del clima, agudizados por el cambio climático. Mientras algunos municipios experimentan intensas lluvias, otros presentan anómalas sequías, comentó.

Las variables en la tierra y la atmósfera se deben a la “depredación humana” que daña el medio ambiente y los ciclos de lluvias y temporadas secas, según la especialista.

“La naturaleza pasa la factura”, coincidió el director de Productividad, Biósfera y Medio Ambiente (Probioma), Miguel Ángel Crespo, en diálogo con IPS desde la ciudad central de Santa Cruz.

“Los bosques son reguladores del clima, generadores del agua, promotores de las recargas de agua que van hacia otras cuencas o regiones. Al deforestar los bosques estamos desequilibrando el clima y ya habíamos alertado que tendríamos sequías permanentes, incremento de las temperaturas y además lluvias torrenciales concentradas en pocos días y horas”, comentó.

A su juicio, “70 % es responsabilidad de nosotros”. Aseguró que el Estado boliviano, al que criticó como “andinocentrista” por enfocarse solo en la situación de los departamentos vinculados a los Andes, “no ha hecho nada para prevenir”.

Señaló también al “extractivismo” minero aurífero y la actividad “agroextractivista” como alimentadores de los desequilibrios climáticos que soporta Bolivia.

Un lugareño trata de atravesar por lo que queda de la estructura del puente que unía a la población de Tipuani con la carretera principal, que sobresale apenas tras el desbordamiento del río del mismo nombre, debido a las inundaciones en este municipio boliviano donde predomina la minería aurífera. Imagen: Cortesía de Oliver Llanos / EAMD-DMAT

Minería versus cauces

“La minería del oro en el Amazonas de Bolivia se realiza en la ribera de los ríos removiendo el material del lecho del río o las riberas. La intensidad con la que las cooperativas mineras han desarrollado la extracción del oro en la parte alta de varios ríos del norte de La Paz ha alterado por completo sectores importantes de los cauces”, describió para IPS el director ejecutivo del Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib), Óscar Campanini, desde la ciudad central de Cochabamba.

Como efecto de investigaciones realizadas sobre la explotación de la minería aurífera de La Paz, Campanini lamentó la deforestación de las zonas aledañas y la destrucción del soporte natural que protegía las zonas colindantes de la erosión y derrumbes.

“Las lluvias intensas que son cada vez más frecuentes están multiplicando exponencialmente sus impactos por la alteración que las cooperativas auríferas han ocasionado a los ríos de estas zonas. Las inundaciones que sufren centros poblados como Tipuani, Guanay y Mapiri, son parte de estos impactos”, destacó.

Entre 2019 y 2023, un total de 22,5 millones de hectáreas de bosques “fueron afectadas por el fuego”, según un informe de la Autoridad de Fiscalización de Bosques (ABT) del Ministerio de Medio Ambiente y Agua. Entre enero y noviembre de 2023, la “quema e incendios” afectó a 3,5 millones de hectáreas.

Oliver Llanos, médico de emergencias del Equipo de Asistencia Médica en Desastres (EAMD-DMAT), lideró a un grupo de asistencia sanitaria que llegó hasta Tipuani y durante su visita al lugar observó que varias personas presentaron problemas gastrointestinales como efecto de la falta de agua para el lavado de manos, según informó a IPS.

Muchas viviendas de construcción “algo precaria” fueron afectadas y los pozos ciegos de depósito de residuos y el alcantarillado rebalsaron y ello produjo barro mezclado de heces y orina, explicó.

La población minera quedó aislada porque el puente que la conecta con el camino de tierra quedó cubierto por la crecida del río. Ello derivó en el desabastecimiento de alimentos y de carburantes y una elevación generalizada de precios en la localidad,  según testimonios obtenidos por IPS desde Tipuani.

Tras la inundación, el centro de salud organizó a brigadas locales y durante los primeros días atendieron las emergencia solos, hasta que una lancha de la Armada Boliviana reanudó el transporte de personas y productos para los habitantes aislados, relató Llanos.

“Nunca vi tanto daño y dolor”, dijo Esquivel sumida en tristeza e incertidumbre.

A 27 kilómetros al norte de Tipuani, en Guanay, la situación es muy parecida. El alcalde de la población, Víctor Ticona, expresó que alrededor de 7400 familias en 45 comunidades fueron afectadas por el desborde del río. Un total de 350 casas se desplomaron.

Ticona organizó ollas de alimentación colectiva, instaló carpas de acogida en zonas altas y lamentó la falta de ayuda de las cooperativas mineras del oro asentadas en la región.

“Debemos sentarnos a corregir actitudes en el marco del respeto y la generosidad y garantizar la vida a los hijos para no sean afectados por el trabajo” de los mineros, dijo.

Al finalizar el mes de febrero, los desbordes de ríos cubren capitales de departamento como Cobija, al norte de Bolivia y en la frontera con Brasil, con un crecimiento de hasta 11,5 metros, según reportes de la Gobernación de Pando.

En el pueblo de Laquiña, en el Distrito Rural de Chiñata, en el municipio de Sacaba del central departamento de Cochabamba, unas 10 familias perdieron sus viviendas por un alud de lodo y piedras. El Concejo Municipal declaró estado de desastre y gestiona ayuda del gobierno central.

“Debemos unirnos en un solo objetivo de cuidar la naturaleza y dejar de depredar”, expresó Walper pero también admite que es mayor el grupo que depreda y menor el que dedica su atención a preservar el ambiente.

ED: EG

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