Crisis climática amplia problemas de nutrición y salud mental de mujeres en Nepal

Las mujeres que por razones culturales o de otra índole siempre comen las últimas en el hogar tienen cuatro veces más oportunidad sufrir una "probable depresión", según un estudio realizado en Nepal, donde esa costumbre se mantiene, especialmente en áreas rurales. Imagen: Shutterstock

KATMANDÚ –  Diversos estudios han demostrado desde hace tiempo que el estatus inferior de algunas mujeres en los hogares de Nepal podría significar que comen cada vez menos o peor y, como resultado, carecen de la nutrición adecuada. Expertos analizan ahora cómo esto podría afectar su salud mental y si los crecientes impactos del cambio climático podrían amplificar el fenómeno.

«Cuando las mujeres son las últimas en comer (en señal de respeto o debido a su bajo estatus en el hogar), a menudo se quedan con los últimos restos de comida, y pueden estar poniendo en peligro la cantidad de alimentos necesarios, lo que también podría afectar negativamente a su salud mental», afirma la investigadora Lakshmi Gopalakrishnan en una entrevista con IPS en línea.

La investigación de Gopalakrishnan se basa en entrevistas a unas 200 mujeres recién casadas, de entre 18 y 25 años, del distrito de Nawalparasi, en la región sureña de Madhesh, fronteriza con el norte de la India.

Como es habitual, las mujeres se mudaron a casa de sus nuevos maridos y pasaron a vivir con sus suegros en una familia ampliada. También comían después de que los demás hubiesen terminado sus comidas, otra costumbre.

El estudio, titulado The relationship between the gendered norm of eating last and mental health of newly married women in Nepal (La relación entre la norma de género de comer en último lugar y la salud mental de las mujeres recién casadas en Nepal), descubrió que las mujeres que siempre comían en último lugar en el hogar tenían cuatro veces más posibilidad de sufrir una «probable depresión».

Comer en último lugar simboliza la posición de la mujer en el hogar, explica Gopalakrishnan. En el contexto de los recién casados, las mujeres «no tienen autonomía para tomar sus propias decisiones; no tienen libertad para salir de casa», añade la especialista.

La inseguridad alimentaria es clave

Estudios más recientes concluyen que la inseguridad alimentaria en el hogar es el principal factor que determina las pautas alimentarias de las mujeres. Aunque cambios como que una mujer se quede embarazada o consiga un trabajo remunerado podrían mejorar la situación de su hogar y, por tanto, su orden de alimentación, al menos temporalmente, no se producirían cambios si el hogar sigue padeciendo inseguridad alimentaria.

«En general, las mujeres que viven en hogares con inseguridad alimentaria tienen más probabilidades de ser las últimas en comer siempre o la mayoría de las veces», afirma un artículo de 2022 titulado «¿Mejoran los cambios en la situación familiar de las mujeres en Nepal el acceso a los alimentos y la nutrición?», publicado en la revista Maternal & Child Nutrition.

Y añade: «un análisis reciente de datos de la India descubrió que las mujeres que comen en último lugar tienen peor salud mental, lo que sugiere que podría haber impactos adicionales de esta práctica en la salud».

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Gopalakrishnan no encontró la misma relación entre la disminución de la inseguridad alimentaria en el hogar y comer menos. Su estudio sugiere que esto se debe a que «las mujeres son tratadas como individuos de estatus inferior, independientemente de los niveles de seguridad alimentaria en los hogares».

La investigadora se apresura a señalar que su trabajo no reveló que las mujeres sufrieran cuatro veces más episodios de depresión, sino que tenían cuatro veces más oportunidades de sufrir una «probable depresión». También sugiere, aunque no lo ha comprobado, que las mujeres que comen en último lugar podrían no estar comiendo lo suficiente o no estar recibiendo una nutrición adecuada, lo que crearía una «vía biológica» hacia la depresión.

Chanda Gurung, consultora en igualdad de género e inclusión social, está de acuerdo en que es necesario investigar más a fondo un posible vínculo biológico.

«A veces hay comida, pero ¿qué tipo de comida? Realmente necesitamos profesionales de la salud (que puedan decir) qué tipo de comida es necesaria para afectar a la salud mental, como los niveles de estrés o lo que piensan las mujeres. Los impactos físicos ya los conocemos», dice.

Gurung trabajó anteriormente como experta en cuestiones de género en el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas, que se ocupa de ocho países de la región montañosa del Hindu Kush Himalaya. Está convencida de que el cambio climático afecta a la seguridad alimentaria, pero añade que hay muchos más factores que afectan a la vida de las mujeres rurales.

«Con el aumento de la emigración de los hombres, la carga de trabajo de las mujeres ha crecido hasta el punto de que ahora son ellas las que asumen la mayor parte de las actividades, ya sea en la granja, reuniéndose con funcionarios del gobierno, yendo a los centros de salud; las mujeres están haciendo todo eso», dice.

Afecta a la salud mental y física

«En cierto modo, ha dado más poder a las mujeres, más confianza en sí mismas, porque ahora pueden relacionarse con más facilidad. En cierto modo, es una bendición, «pero la carga de trabajo es muy elevada, lo que afecta a su salud física y mental», añade la especialista.

La mayor carga de trabajo, sumada a las exigencias sociales añade que la falta de ingresos aumenta el estrés de las mujeres. Se encuentra sola y hay que preguntarse si en ocasiones sufre maltrato familiar, añade Gurung.

Una evaluación de 2021 de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja encontró que “es probable que los problemas de salud mental aumenten en Nepal debido al cambio climático».

«Por ejemplo, el cambio climático ya está destruyendo las tierras de cultivo, lo que hace que los agricultores busquen trabajos estacionales y migren para escapar de la inseguridad alimentaria. Esto deja a sus esposas victimizadas en la comunidad, lo que genera estrés y enfermedades mentales en estas mujeres”, añade el estudio.

Según concluye el informe, “las familias pobres, rurales y encabezadas por mujeres enfrentarán mayores vulnerabilidades a medida que el clima siga cambiando”.

Gopalakrishnan dice que los estudios han demostrado que hay formas de influir en las normas de género que se traducen en cómo se trata a las mujeres en sus hogares.

Por ejemplo, en un “estudio de intervención”, a niñas y niños en la escuela se les enseñó sobre igualdad de género durante dos años. “Y eso en realidad condujo a un mayor apoyo a las oportunidades para mujeres y niñas y cambió sus actitudes hacia el género. Estos son algunos ejemplos en los que vemos que sí, es posible cambiar las actitudes de género de las personas”, dijo.

T: MF / ED: EG

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