Megapuerto en Perú se construye sobre quejas de la población afectada

Vista desde la zona de La Puntilla, en la bahía de la localidad peruana de Chancay, de la playa erosionada como consecuencia de la construcción del espigón que hace parte del megapuerto construido por una empresa china, cuya obra está en su primera fase. Imagen: Mariela Jara / IPS

CHANCAY, Perú – “Siempre hemos vivido muy tranquilos aquí, pero todo cambió desde que hace unos años se inició la construcción de este puerto multipropósito”, dice  Miriam Arce, lideresa vecinal de este municipio a 80 kilómetros al norte de la capital de Perú, donde se ubica el que se proyecta como epicentro del intercambio comercial entre China y los países de América del Sur.

Chancay es uno de los 12 municipios de la provincia de Huaral y con una población de unos 63 000 habitantes. Se caracteriza por sus valles agrícolas, un mar pródigo para la pesca artesanal y la producción de harina de pescado, y olas muy atractivas para los practicantes de surf.

“Esta es una bahía idónea para vivir lejos de la vorágine de Lima, la gente venía porque encontraba esa calma y certeza de estar en un lugar seguro donde todos se conocen, sin temor a que te roben y poder disfrutar de una playa hermosa y platos con frutos marinos”, rememora a IPS Arce, presidenta de la Asociación en Defensa de las Viviendas y Medioambiente del puerto de Chancay.

Su bisabuela llegó en la década de 1930 a Perú huyendo de la guerra civil española, se asentó en aquel entonces pueblo costero del Pacífico y sus hijos siempre se mantuvieron vinculados a la pesca.

“Mi abuelo trabajó en la primera fábrica de harina de pescado y en el boom de los años 60 la empresa construyó estas casas como un campamento frente al mar y mi papá, que fue pescador, la compró posteriormente”, relata.

Sus recuerdos se relacionan con el dilema que le plantean algunas personas sobre irse y dejar atrás el conflicto generado por la construcción del Terminal Portuario Multipropósito de Chancay que abarcará 992 hectáreas en total y tendrá una inversión de capitales chinos de 1213 millones de dólares en la actual primera etapa, para alcanzar los 3600 millones cuando esté completada.

Esta inversión es parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta lanzada mundialmente por Beijing en 2013 como parte de su política económica mundial, que incluye el desarrollo de infraestructura vial, portuaria y de conectividad en diferentes países del planeta, incluyendo a los sudamericanos.

Miriam Arce, presidenta de la Asociación en Defensa de las Viviendas y Medioambiente del puerto de Chancay, muestra el lado mutilado del cerro El Cascajo como parte de las obras para la construcción de una megaterminal portuaria y logística que conectará comercialmente a China con América del Sur. Imagen: Mariela Jara / IPS

La mayor empresa naviera china, la estatal Cosco Shipping, entró en el proyecto en 2019, cuando adquirió 60 % de sus acciones. Cambió el diseño original de la obra iniciada en 2016, para reconvertirlo en el terminal multipropósito, con cuatro puertos planificados y hacerse responsable de la construcción. El restante 40 % quedó en manos de la proyectista inicial, la privada empresa minera peruana Volcan.

Se le denomina puerto multipropósito por las diferentes funciones que cumplirán sus terminales, donde se prevé movilizar un millón de contenedores al año de carga general, a granel no mineral, líquida y rodante, en una infraestructura con tres componentes diferenciados: el operativo portuario, el de acceso y logística y el del túnel vehicular, según explica la naviera china en la página digital del proyecto.

La primera etapa, que abarca 141 hectáreas, culminará con la construcción de un primer puerto que será inaugurado durante la próxima cumbre de países del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (Apec), que por tercera vez se realizará en Perú en noviembre del 2024, y a la que asistirá el presidente de China, Xi Jinping.

Según el gobierno peruano, esta megaobra colocará al país andino como el primer centro logístico del Pacífico en América Latina, dinamizará su economía, las exportaciones, incrementará las oportunidades de comercio, así como el empleo local. 

Proyección de cómo se verá el puerto multipropósito en construcción en la bahía Chancay en un área de 141 hectáreas. El primero de los cuatro terminales previstos se inaugurará en noviembre del 2024, ocho años después del inicio de la obra. Imagen: Cosco Shipping

¿Por qué debo desarraigarme?

Arce tiene 54 años y vive con sus padres en la casa que habitaron sus abuelos, tíos y primos. Desde el frontis se puede contemplar el mar y el muelle artesanal mientras que el lado posterior colinda directamente con las obras de Cosco Shipping, que le ha impuesto la convivencia permanente con el polvo, la contaminación y la intranquilidad.

“Esta no es solo una vivienda, es la historia de mi familia, por qué tendría que irme, desarraigarme, si yo he nacido aquí y amo este lugar. Yo no era luchadora social, pero defender la bahía de Chancay me ha hecho tomar conciencia del significado de la vida y de los intereses en juego en nuestro país, donde parece que el dinero vale más que los derechos de las personas”, expresa.

Su casa está en la zona de La Puntilla y junto con ella IPS recorrió el conjunto de viviendas que se alinean en el malecón y que llevan hasta una cumbre desde donde se avista el espigón construido, el movimiento de maquinaria y de algunos trabajadores.

Y lo que más llama la atención es la mutilación del cerro Cascajo en uno de sus lados, en cuya falda lateral están las viviendas de La Puntilla, y que da a la zona operativa portuaria donde se instalarán los muelles, espigones y las áreas para el ingreso marítimo, para el almacenamiento de contenedores y talleres de mantenimiento.

Arce señala cómo en la zona se ha erosionado la playa. También muestra los geotubos, unas mangas de lona de tres metros de diámetro rellenadas de arena con agua que la empresa ha colocado entre el mar y la arena como un muro de contención para contrarrestar la erosión.

“Las obras han cambiado las corrientes marinas, ya no tenemos olas y se ha perdido no solo la belleza característica de la bahía que era un atractivo turístico, sino se ha dañado el ambiente y los recursos naturales”, deploró.

En el 2016 empezaron las explosiones que tuvieron el efecto de ondas sísmicas entre las casas ubicadas a 50 kilómetros del área del proyecto. Las protestas dieron lugar a la firma de convenios entre pobladores afectados que recibieron pagos del equivalente de entre 260 y 75 dólares por las molestias causadas.

Desde uno de los cerros de La Puntilla se observa, en la ladera del cerro El Cascajo, la construcción del espigón del megapuerto peruano que operará como centro de comercio entre China y América del Sur. La primera fase de las obras será inaugurada en noviembre de 2024 por el presidente chino, Xi Jinping. Imagen: Mariela Jara / IPS

Una suma de improvisaciones

“Ese es el problema, que no nos reconocen como afectados, y los convenios prácticamente condicionan a las personas a no denunciar ni protestar”, cuenta a IPS Angely Yufra, de la zona de Peralvillo, parte también de Chancay, donde vive desde que nació hace 49 años.

Ahora reside solo con su pareja porque sus hijos ya se independizaron y asegura que no la amedrentan las amenazas de la empresa que ha criminalizado las protestas enjuiciando a varios de sus dirigentes.

En un recorrido por las calles del puerto hasta la carretera principal de acceso a llamada Panamericana Norte, Arce y Yufra muestran cómo la empresa ha tomado prácticamente áreas urbanas para el traslado de sus camiones con materiales hasta la boca de entrada a la zona de las obras, así como a una parte reparada por un hundimiento provocado por la  construcción del túnel que recorrerá Chancay.

En su página informativa, Cosco  Shipping indica que el túnel del viaducto subterráneo tiene una longitud de 1,8 kilómetros y es un corredor vial con tres carriles para el exclusivo tránsito de carga relacionada con las operaciones portuarias, y dos grandes fajas transportadoras.

“No ha habido análisis de suelos que son muy variados en Chancay para hacer este túnel, es que desde el inicio este proyecto nació mal porque para la envergadura de la obra debió pensarse en una zona desértica y no poblada”, explica Arce.

 

Angely Yufra, pobladora del área de Peralvillo, en la bahía peruana de Chancay, critica una megaobra portuaria que ha destruido la forma de vida de la comunidad y se queja en particular del eje vial elevado proyectado, del que señala los pilones de cemento que serán su base. Imagen: Mariela Jara / IPS

Al borde de la carretera Panamericana, una vía que separa en dos el municipio de Chancay, señala unos enormes pilones de cemento sobre los que se construirá un eje vial elevado para el paso de los camiones a la zona logística del puerto, que se prevé que sean al menos 4000 cada día, precisó.

“¿Y cómo va a quedar la gente que vive a los costados? Va a quedar enclaustrada, sin poder cruzar para ir al colegio, al mercado, a ver a un familiar. Lo que han dicho es que les van a construir una vía alternativa, pero eso puede demorar años”, indica la lideresa vecinal.

Arce manifestó que este proyecto tiene un origen marcado por la desinformación y trámites bajo la mesa. Y que involucra al segundo gobierno de Alan García (2006-2011) y a los que le sucedieron: los de Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo. García se suicidó en 2019 cuando iba a ser detenido y los demás están procesados por diferentes delitos.

“Todos han dado su visto bueno pese a que las organizaciones de sociedad civil y de la población hemos presentado más de un centenar de observaciones a la Modificación del Estudio de Impacto Ambiental, necesario para la autorización de las obras”, refiere Arce.

Estas observaciones incluyen afectaciones a la vida y derechos de la población, a la naturaleza, así como procedimientos irregulares.

Una malla de raschel verde recorre diferentes zonas de la localidad portuaria peruana de Chancay. Es la división entre la zona de obras de un megapuerto y de las viviendas de la población, afectada por el polvo, las ondas sísmicas de las explosiones, la tensión y la inquietud permanente. Imagen: Mariela Jara / IPS

Entre las afectaciones se encuentran los impactos en la salud mental de la población. Es el caso de María Bautista “chancayana del puerto toda mi vida” y quien a sus 75 años dice no haber pasado por algo igual antes.

Con su hija y su nieta se hace cargo de un restaurante donde el ceviche, uno de los platos bandera de Perú, es de los preferidos, así como de un hospedaje en el piso superior, al que llegaban los surfistas. “Ahora ya no vienen porque no hay olas”, se lamenta.

Agrega que se siente mal psicológicamente y que se encuentra con el sistema nervioso casi colapsado.

“Tenemos además la contaminación de la tierra que nos afecta los bronquios y los malos tratos del personal de la empresa que atropella nuestra dignidad por darnos los montos pactados. Nos han dicho que por navidad recibiremos una canasta ´porque están arrancados´, como si estuviéramos mendigando dinero cuando somos una población trabajadora”, subraya Bautista.

En el recorrido de IPS por las calles del puerto de Chancay, el diálogo fue con vecinas y lideresas, porque los dirigentes varones se encontraban fuera en otras gestiones.

La Asociación en Defensa de las Viviendas y Medioambiente del puerto de Chancay y otras organizaciones de pobladores saben que no habrá marcha atrás en las obras porque “los intereses económicos y el lobby político son muy fuertes”, indica Arce.

Explica que ante ello están planteando la formación de una mesa multisectorial a nivel del gobierno para que se evalúe el Estudio de Impacto Ambiental y se reconozca a las personas como afectadas, pues será la única forma de poder luchar por una política de compensación que actualmente no tienen asidero legal para reclamar.

María Bautista, dueña de un pequeño restaurante de ceviche, que vivió tiempos mejores y que ha decaído por la ausencia de turistas y surfistas que ya no elijen las playas de Chancay como destino porque las obras del megapuerto han cambiado las características de las olas. Imagen: Mariela Jara / IPS

Arce advierte que la población se irá sumando a las protestas pues a medida que las obras avanzan se amplía el rango de los daños, como está sucediendo con la construcción del túnel bajo las calles urbanas.

Igualmente comienzan a percibirse los impactos del próximo eje vial superior que “generará un atolladero en el kilómetro 80 de la Panamericana Norte perjudicando no solo a nosotros sino a toda persona que intente ir o venir por esa vía”, afirma.

“Somos una piedra en el zapato de ese gigante”, resume.

¿Dinamizará la economía?

Para la economista Norma Canales, quien residió en el valle de Huaral en su infancia, existe la posibilidad de que con el desarrollo del puerto multipropósito de Chancay se incremente el producto interno bruto (PIB), tal como subrayan sus impulsores, lo que podría contribuir a mejorar la calidad de vida de la población.

Sin embargo, consideró que para ello es necesario tomar en cuenta los impactos que tendrá en el estilo de vida los habitantes al generarse un cambio radical en su infraestructura urbana y productiva.

“Será pasar de una ciudad de pescadores artesanales con vocación agrícola a una ciudad de mega puerto con el ingreso de embarcaciones navieras de gran capacidad”, dijo a IPS.

En ese escenario, adujo, no debe perderse de vista el posible crecimiento poblacional por la demanda de empleo que pueda darse, lo que obligará a una respuesta que garantice el acceso a servicios como agua, luz, vivienda, entre otros.

ED: EG

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