Migrantes varados en el norte de México enfrentan condiciones críticas

El hondureño Nelson Ramos, a la derecha y de espaldas para proteger su identidad, pasa el día afuera de Casa INDI, en Monterrey, en el noreste de México, junto a un compañero de Guatemala que también busca llegar a Estados Unidos. Las personas migrantes solo pueden permanecer en el albergue de la Iglesia católica de las 19:30 de la noche a las 6:00 de la mañana. Imagen Chantal Flores / IPS

MONTERREY, México – Por años, la gente le decía a Nelson Ramos que tenía un gran parecido a su hermano, hasta que a finales de octubre se vio obligado a salir de su natal Honduras después de que asesinaran a ese hermano tan similar. Ahora, a sus 45 años teme que por su gran parecido también lo quieran matar a él.

“Quienes hicieron eso quieren acabar con toda la familia. Entonces yo lo que temo es por mi vida”, dijo a IPS tras contar que su hermano tuvo conflictos con una pandilla delictiva de su pueblo, que pidió no mencionar por seguridad.

A mediados de noviembre, Ramos llegó a la ciudad de Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, en el noreste de México, en donde espera conseguir una cita a través de CBP One, la aplicación móvil de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, para solicitar asilo.

“Mi intención es la que todos tenemos. Seguir el camino hasta el objetivo que nosotros queremos: llegar a Estados Unidos”,  señaló.

Ramos ha pasado sus primeros días en Casa INDI, un albergue ubicado en la colonia (barrio) Industrial, en el centro de Monterrey, distante de la frontera algo más de 180 kilómetros.

Durante el trayecto, su autobús fue detenido en el estado vecino de San Luis Potosí donde, según su denuncia, efectivos de la Marina le quitaron todo su dinero. Por eso, desea conseguir un trabajo temporal en Monterrey mientras le llega su cita.

Nuevo León se ha convertido en un estado de tránsito y de retorno, con un flujo constante y creciente de personas migrantes y refugiadas.

Personas migrantes provenientes principalmente de América Central y Venezuela esperan a recibir un plato de comida afuera del Casa INDI, un albergue para migrantes en Monterrey, en el noreste de México. Imagen Chantal Flores / IPS

Según cifras oficiales, entre enero y septiembre de este año el Instituto Nacional de Migración (INM) identificó a 501 709 personas en situación migratoria irregular en México, la cifra más alta hasta la fecha durante similares periodos.

Durante 2022, el INM reportó 441 409 personas en condición irregular. En 2020, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, salieron 22 271 personas de Nuevo León rumbo a otro país. De cada 100 de ellas, 75 se fueron a Estados Unidos.

La zona metropolitana de Monterrey se ha convertido en una parada principal para miles de personas que esperan llegar al país vecino. Sin embargo, el tiempo de espera se ha alargado forzando a cientos de personas migrantes a vivir en condiciones críticas.

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) alertó en un comunicado a finales de septiembre sobre las condiciones insalubres y precarias en las que se encuentra la población migrante en el sur de México. MSF advirtió que familias enteras se encuentran sin acceso a servicios básicos sanitarios, techo, comida y agua. Agregó que en el norte se vive una situación similar.

“Son necesidades fundamentales que nadie cubre en muchos lugares del sur, pero que el aumento de personas migrantes que estamos viendo propicia que queden también sin cubrir en el norte”, explicó Gemma Domínguez, coordinadora de la organización en México.

Monterrey, una de las principales ciudades industriales de México, es percibida como un territorio con una gran oferta laboral y oportunidades de crecimiento por las personas migrantes, en su tránsito hacia Estados Unidos, con el que Nuevo León tiene una pequeña porción de tan solo 14,48 kilómetros de los 3169 kilómetros de extensión de la frontera binacional.

Santos Hernández, también originario de Honduras, lleva seis meses en Monterrey. Intentó cruzar hace un mes por la ciudad de Piedras Negras, ya en el vecino estado de Coahuila, pero cuenta a IPS lo asaltaron al llegar al río Bravo que divide los dos países.

Hernández tuvo que regresarse a Monterrey en el mismo tren que lo había llevado a Piedras Negras. Ahora trabaja como guardia de seguridad en un edificio y renta un pequeño cuarto cerca de Casa INDI junto a otros compatriotas.

José Jaime Salinas, coordinador de donaciones de Casa INDI, explicó a IPS que la mayoría de las personas migrantes provienen de Honduras, Guatemala, Venezuela y Haití. La atención a la población migrante recae principalmente en la sociedad civil y en las labores de albergues como Casa INDI, de la católica Arquidiócesis de Monterrey, que ofrece alrededor de 680 camas en tres instalaciones.

“Las iglesias y la sociedad civil mantienen la problemática de la migración,” dijo Salinas.

Al llegar a la ciudad, muchas personas migrantes, principalmente las que viajan en familia o en grupo, deciden no quedarse en los albergues porque están separados por sexo. Salinas explica que muchas familias quieren permanecer juntas y prefieren dormir en la calle afuera del albergue.

“Nadie les prohíbe entrar. Pero tenemos un área para hombres solamente y un área para mujeres y niños. Pero quieren todos juntos o aquí en la calle,” explicó.

En intersecciones y calles es cada vez más común ver a mujeres y niños pedir dinero. Afuera de Casa INDI y en las calles aledañas, migrantes y personas sin hogar permanecen sentados en las banquetas o acostados sobre cobijas de franela. En el parque Miguel Nieto, a 800 metros de Casa INDI, hay tiendas de campaña, colchas, mochilas y, también, docenas de bolsas de basura.

Mary, que pidió a IPS no dar su apellido por miedo a represalias, tiene un mes viviendo en el parque junto a dos amigos. Los tres salieron del estado de Michoacán, en el suroeste del país, para buscar trabajo y un lugar más seguro para vivir. La violencia en su pueblo y las amenazas de grupos del crimen organizado ya era parte de su vida diaria.

Sin embargo, aquí en Monterrey, no tienen techo ni acceso a un baño y ducha. A pesar que pasaron unos días afuera del albergue, Mary decidió no ir al hospedaje de mujeres para no separarse de sus amigos. Asimismo, los amigos dijeron no sentirse seguros con otras personas que estaban dentro de la instalación durante la noche.

“Queremos trabajar, pero no podemos pedir trabajo así sin asearnos. Ya en la noche hace más frío y no tenemos ni donde ir al baño,” dijo.

Brayan Gil, un joven de 22 años de Venezuela, lleva un mes trabajando casi 12 horas los siete días de la semana en Mesón Estrella, un mercado de alimentos en el centro de la ciudad mexicana de Monterrey, mientras espera que se haga realidad la cita solicitada a las autoridades migratorias de Estados Unidos para poder ingresar al país. Imagen Chantal Flores / IPS

A principios de octubre, la diputada regional Perla Villarreal Valdez exhortó a los 51 municipios que conforman Nuevo León a que implementen políticas públicas para asistir a las personas migrantes. La mayoría de las personas extranjeras que llegan a Nuevo León ignoran los apoyos que pueden recibir, por lo cual, Villarreal recomendó que se impulsen programas que brinden ayuda humanitaria.

El 28 de septiembre autoridades del municipio de Apodaca, en la periferia de Monterrey, inauguraron el Centro de Integración para Migrantes que brinda atención, información y ayuda a las personas migrantes.

De acuerdo a las autoridades, el centro trabajará de la mano con la sociedad civil y autoridades federales como el INM y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. Los responsables del nuevo centro no respondieron al pedido de IPS de una visita al lugar.

“Sí, sí. Es bellísimo. Todo en plática (en palabras) es hermosísimo. Pero, ¿cuándo empezó el problema de la migración? En octubre del 2018 y estamos casi en el 2024,” reclamó Salinas.

Durante un sondeo realizado por IPS en el centro de Monterrey el 19 de noviembre, al menos 30 migrantes y personas en busca de asilo no sabían de la existencia del centro ni de los servicios que Nuevo León dice ofrecer a las personas migrantes. La mayoría de los que pasan por la ciudad buscan rentar un cuarto en lo que consiguen la cita a través de la aplicación, la cual normalmente presenta fallas que les impide acceder.

Muchos buscan trabajar para juntar dinero por si se cansan de esperar y deciden cruzar de manera irregular. Cada mañana, camionetas llegan a los albergues buscando gente que quiera trabajar. Ofrecen trabajos de construcción, carpintería, lavado de autos, entre otros. Algunos de los albergues cuentan con una bolsa de trabajo con vacantes que no solicitan permiso de trabajo.

En el Mesón Estrella, un mercado ubicado en el centro de Monterrey, personas migrantes -en su mayoría provenientes de Venezuela y Haití- trabajan cargando cajas y descargando frutas y verduras.

Brayan Gil, un joven venezolano de 22 años, llegó hace un mes a Monterrey. Ahora trabaja de lunes a domingo casi 12 horas, mientras espera poder seguir su camino a Estados Unidos.

“Me vine para estar más cerca de la frontera y poder obtener la cita”, dijo IPS sin parar de colocar productos en mesones de un puesto en el mercado.

ED: EG

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