Mujeres periodistas se defienden de la violencia en línea que busca silenciarlas

Imagen: Devin Windelspecht / Ijnet

WASHINGTON – La violencia en línea contra las mujeres periodistas es cada vez más organizada, selectiva y personal. Estos ataques cargados de desinformación ponen en grave peligro la seguridad física y psicológica de las mujeres.

Deben tomarse medidas concretas para hacer frente a los ataques en línea contra las mujeres periodistas y sus consecuencias potencialmente devastadoras, instaron Julie Posetti, vicepresidenta adjunta de investigación global del Centro Internacional de Periodistas (ICFJ, en inglés), y Nabeelah Shabbir, investigadora asociada sénior de ICFJ, en una serie de paneles en el Festival Internacional de Periodismo en Perugia, Italia.

«Lo más importante es dejar claro que [la violencia en línea] no es un daño menor; realmente necesita ser reconocida y puesta en primer plano», dijo Posetti en el Festival. «La violencia en línea está diseñada en parte para suprimir, enfriar, silenciar y hacer retroceder los derechos de las mujeres que han visto avances durante décadas», añadió.

Para contrarrestarla hay que empezar por identificar las pautas de los abusos y desarrollar herramientas, técnicas y políticas más eficaces. Las organizaciones de medios de comunicación, las plataformas de redes sociales y los gobiernos deben prestar un mejor apoyo.

«Hay que trasladar la responsabilidad de medir la violencia de género de un periodista atacado a la organización de noticias que lo contrata, a los actores políticos que con frecuencia instigan y alimentan los ataques, y a las plataformas digitales que son vectores de este abuso», dijo Shabbir durante su panel convocado por la Coalición contra la Violencia Online, que debatió sobre el apoyo a la salud mental de los periodistas atacados.

Posetti y Shabbir están creando dos nuevos recursos para mujeres periodistas con el fin de ayudarlas a identificar mejor los ataques de los que son objeto, y a utilizar esta información para abogar por el cambio.

He aquí cómo lo hacen y por qué es importante.

El alcance de la violencia

Casi tres de cada cuatro mujeres periodistas —73 %— se han enfrentado a la violencia en línea mientras realizaban sus reportajes, según The Chilling, el estudio mundial de ICFJ y Unesco sobre la violencia en línea dirigida contra las mujeres periodistas.

De ellas,  25 % ha recibido amenazas de violencia física y 18 % de violencia sexual. Una de cada cinco mujeres encuestadas declaró que los actos de abuso o violencia fuera de Internet se originaron primero en Internet.

Los agresores en línea amenazan de muerte, vigilan e interceptan los datos personales de las periodistas —por ejemplo, pirateando y distribuyendo fotos personales— y amenazan con atacar a familiares y amigos cercanos.

La violencia de género en línea también adopta a menudo un ángulo interseccional en sus abusos, atacando no sólo el género de los periodistas, sino también su religión, raza, identidad sexual y edad.

«Es como un linchamiento virtual que te ataca», dijo la colaboradora del Washington Post Raya Ayyub durante uno de los paneles de Posetti. «Ya no se trata sólo del riesgo de trabajar en Internet», afirmó Ayyub, destacando que a ella la atacan, en promedio, una vez cada 14 segundos.

Consecuencias físicas

La violencia en línea conduce a agresiones físicas, lo que crea un ambiente de temor a que los abusos traspasen las fronteras de Internet. Los autores de la violencia en línea rara vez rinden cuentas de sus actos. Lo saben y lo utilizan para intimidar aún más a los periodistas, ha declarado la periodista norirlandesa Patricia Devlin: «Esa impunidad se mantiene en múltiples amenazas contra periodistas».

En el caso de Devlin, las amenazas en línea le hicieron cambiar repetidamente los protocolos de seguridad con protección policial. Sin embargo, incluso después de una amenaza creíble de violación y agresión contra su hijo recién nacido en Facebook Messenger, la policía no se movió para detener al autor.

«Si la policía no puede detener con pruebas a un hombre que envía una amenaza de violación al bebé de una periodista, ¿cómo vamos a hacer algo más?», afirmó Devlin.

Cada vez más, los trolls en línea y los difusores de desinformación aprenden unos de otros. Un ejemplo es el término «presstitute», que apareció por primera vez en la India y más tarde fue utilizado por los partidarios de Elon Musk para atacar a Marianna Spring, reportera de desinformación de la BBC en el Reino Unido, cuando informaba sobre la proliferación de discursos de odio, desinformación, racismo y ataques misóginos en Twitter tras su toma de control de la plataforma.

El abuso en línea contra Spring explotó especialmente después de que Musk hiciera una captura de pantalla de uno de sus tuits sobre el informe en su propia cuenta, y tuiteara que se estaba «partiendo de risa» por las conclusiones del informe. «En pocos minutos, el tuit de Musk reveló lo que la investigación había demostrado», dijo Spring.

Explotando la ley

Los ataques en línea también están cada vez más coordinados, a menudo apoyados o dirigidos por poderosos actores de los gobiernos nacionales, y diseñados para sembrar las semillas de futuras acciones legales contra los periodistas.

«Lo que empieza como una mentira, el poder lo utiliza para dar la vuelta a la realidad», ha declarado Maria Ressa, Premio Nobel de la Paz 2021, en una comparecencia por videoconferencia, en la que ha reflexionado sobre su propia experiencia como víctima de falsas acusaciones penales por difamación e impuestos y de múltiples intentos legales de cerrar su medio de comunicación independiente en Filipinas, Rappler.

Las mentiras difundidas por Internet introducen la idea de que los periodistas son delincuentes. Los altos funcionarios del gobierno las repiten como loros, explicó Ressa. Así se sientan las bases para el encarcelamiento de periodistas y el cierre de redacciones.

Las campañas de desinformación también pueden aprovechar temas divisivos con fuertes elementos de «guerra cultural» en las democracias occidentales, como el voto del Brexit en el Reino Unido. «Como el tema sobre el que informaba —el brexit— era controvertido, me convirtió en una figura controvertida», dijo la periodista británica Carole Cadwalladr, que escribe para The Observer. «(Este tema controvertido) creó un clima propicio para emprender acciones legales contra mí», añadió..

Los ataques contra Cadwalladr adoptaron tópicos sexistas comunes que la acusaban de ser intelectualmente deficiente o de estar loca, como forma de desacreditar sus reportajes. Más tarde se supo que Arron Banks, cofundador de Leave.EU y financiador pro-Brexit, que la demandó por difamación en relación con sus investigaciones, fue de hecho uno de los principales autores de los ataques cargados de desinformación contra ella.

Posetti y Shabbir dirigen el desarrollo del Sistema de Alerta Temprana de Violencia en Línea en colaboración con informáticos de la Universidad de Sheffield, que permite a las organizaciones de noticias y de la sociedad civil vigilar y responder en tiempo real a las agresiones a periodistas.

Gracias a esta herramienta, las organizaciones podrán identificar y analizar mejor los hashtags, cuentas y palabras clave comunes utilizados por los autores de actos de violencia en línea.

Los datos también ayudarán a poner de relieve la magnitud y gravedad de las agresiones para que las autoridades e instituciones —como las fuerzas del orden, los poderes judiciales, los Estados, los responsables de las redacciones y las organizaciones intergubernamentales—  se las tomen en serio.

«Parte de lo que hay que hacer es comprender definitivamente y plenamente, que hay una naturaleza de género en estos ataques y apreciar el hecho de que las lesiones en el lugar de trabajo son también lesiones psicológicas, que son graves», dijo Shabbir.

En coordinación con la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE, en inglés), Posetti, Diana Maynard (de la Universidad de Sheffield) y Shabbir están elaborando también unas directrices de control de la violencia en línea para las organizaciones de medios de comunicación.

El objetivo es inculcar «una cultura de redacción más consciente de las cuestiones de género» que dé prioridad a la salud mental de las periodistas frente a los ataques sexistas en línea, explicó Shabbir.

Todas las periodistas que compartieron sus experiencias como víctimas de la violencia en línea hicieron hincapié en la importancia de reconocer el daño físico que causan los ataques. Las agresiones tampoco terminarán en las mujeres periodistas, advierten: ellas son sólo los objetivos iniciales.

«Somos la primera oleada», afirma Cadwalladr, «somos los canarios en la mina de carbón».

Este artículo se publicó originalmente en IJNet, la Red Internacional de Periodistas.

RV: EG

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe