PESHAWAR, Pakistán – La advertencia de la ONU de que Pakistán podría enfrentar una aguda inseguridad alimentaria en los próximos meses debería servir de alerta para que el gobierno se concentre en las zonas afectadas por las inundaciones de hace un año, donde la población aún vive sin refugio, medicamentos o alimentos adecuados.
La alerta lanzada por agencias de la Naciones Unidas se produce en un momento en que el Centro Nacional de Predicción, con su base en Islamabad, la capital del país, ha alertado de la llegada a tierra en los próximos días de la tormenta ciclónica Biparjoy, de extrema virulencia.
Se está procediendo a la evacuación masiva de unas 80 000 personas en la provincia suroccidental de Sind y en el estado indio de Gujarat, donde se esperan fuertes tormentas y vientos huracanados.
En vísperas de la tormenta y de la esperada temporada de monzones, un informe de la ONU advertía de que es probable que la aguda inseguridad alimentaria en Pakistán se agrave aún más en los próximos meses si la crisis económica y política sigue empeorando, fruto de los efectos de las inundaciones ocurridas desde hace un año, de las que el país aún no se ha recuperado.
El informe Hunger Hotspots (puntos calientes del hambre), publicado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), es un duro recordatorio para el gobierno, que aún ha atendido muy parcialmente las necesidades de la población afectada por las graves inundaciones de junio y julio de 2022.
Las dos agencias de la ONU han advertido además de que es probable que la inseguridad alimentaria aguda se profundice aún más en 81 focos de hambre que comprenden 22 países, entre ellos Pakistán, durante el periodo de previsión comprendido entre junio y noviembre de 2023.
Según el informe, Pakistán, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, Congo y Siria son focos de gran preocupación, y la advertencia se extiende también a Myanmar.
El ministro Federal de Seguridad Alimentaria e Investigación de Pakistán, Tariq Bashir Cheema, rebatió el informe sobre la posible inseguridad alimentaria aguda en Pakistán y lo calificó de intento de propagar el sensacionalismo y declarar al país un foco de hambre como los países africanos.
Alegó que las dos agencias de la ONU querían declarar a Pakistán un foco de hambruna como los países africanos.
“Pakistán tuvo una cosecha récord de trigo este año, y se registraron 28,5 millones de toneladas de producción de trigo, junto con las existencias de arrastre del año anterior”, dijo el ministro a IPS desde Islamabad.
Sin embargo, analistas y oenegés que trabajan sobre el terreno afirmaron que el informe era exacto e instaron al gobierno a tomar medidas enérgicas para la seguridad alimentaria antes de la previsible nueva oleada de inundaciones.
“Casi un año después de las inundaciones sin precedentes que asolaron Pakistán, más de 10 millones de personas que viven en zonas afectadas por las inundaciones siguen privadas de agua potable, lo que deja a las familias sin alternativas para usar agua potencialmente contaminada por enfermedades”, dijo a IPS el economista Muhammad Zaheer.
En enero, en una Conferencia de Donantes para Pakistán, celebrada en Ginebra, se comprometieron más de 10 700 millones de dólares para la población de este país del sue de Asia de más de 240 millones de habitantes. La factura para la recuperación estimada por el gobierno paquistaní se cifra en 16 300 millones de dólares.
“Todas las cantidades prometidas en la conferencia son préstamos que se irán enviando al gobierno. Sin embargo, las personas afectadas por las inundaciones aún no se han beneficiado”, dijo el especialista económico.
Zaheer afirmó que los afectados de las provincias de la sureña Sind, la suroccidental Baluchistán y de la nororiental Jaiber Pastunjuá, de la que es capital Peshawar, necesitan ayuda por temor a más lluvias.
Según el informe, es probable que más de 8,5 millones de personas sufran altos niveles de inseguridad alimentaria aguda.
La situación se agravó por las inundaciones del año pasado, que causaron daños y pérdidas económicas evaluadas oficialmente en más de 110 millones de dólares, tan solo en el sector agrícola.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), una evaluación de las necesidades tras la catástrofe estimó que los daños causados por las inundaciones superaban los 14 900 millones de dólares, las pérdidas económicas eran de 15 200 millones y las necesidades de reconstrucción ascendían a 16 300 millones.
La situación de inseguridad alimentaria y malnutrición empeorará probablemente en el periodo de previsión de la FAO y el PMA, ya que las crisis económica y política están reduciendo el poder adquisitivo de los hogares y su capacidad para comprar alimentos y otros bienes esenciales, señala PNUD.
Según un informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), se calcula que 20,6 millones de personas, entre ellas 9,6 millones de niños, necesitan ayuda humanitaria en los distritos más afectados, donde la desnutrición es elevada, el acceso al agua y al saneamiento es deficiente y la escolarización es baja.
“Los niños, frágiles y hambrientos, están librando una batalla perdida contra la desnutrición aguda grave, la diarrea, el paludismo, el dengue, la fiebre tifoidea, las infecciones respiratorias agudas y las dolorosas afecciones cutáneas. Además de las dolencias físicas, cuanto más dure la crisis, mayor será el riesgo para la salud mental de los niños”, dijo la agencia.
Unicef seguirá respondiendo a las necesidades humanitarias urgentes al tiempo que restaura y rehabilita las instalaciones de salud, agua, saneamiento y educación existentes para las familias que regresan a sus hogares. Se calcula que 3,5 millones de niños, especialmente niñas, corren un alto riesgo de abandonar permanentemente la escuela.
“Pero se necesita mucho más apoyo para garantizar que podamos llegar a todas las familias desplazadas por las inundaciones y ayudarles a superar este desastre climático. Las familias tardarán meses, si no años, en recuperarse de la magnitud de la devastación”, añadió el Fondo.
Las inundaciones afectaron a 33 millones de personas, se perdieron más de 1700 vidas y más de 2,2 millones de casas resultaron dañadas o destruidas. Las inundaciones dañaron la mayoría de los sistemas de abastecimiento de agua de las zonas afectadas, obligando a más de 5,4 millones de personas, entre ellas 2,5 millones de niños, a depender exclusivamente del agua contaminada de estanques y pozos.
Sultana Bibi, de 50 años y quien que perdió su casa y algunas cabezas de ganado en la inundación del distrito de Swat, parte de Jaiber Pastunjuá, dijo que hasta ahora no había recibido ayuda del gobierno.
“Hemos recibido algunos alimentos de una oenegé local en los primeros días, pero necesitamos ayuda financiera para reconstruir nuestras casas. Muchas personas aún viven con sus parientes”, dijo Bibi a IPS.
Representantes de la no gubernamental Fundación al Khidmat, de alcance nacional y que trabaja sobre el terreno en Swat y otras zonas para ayudar a la población, dijeron que la situación aún no ha mejorado desde las desastrosas inundacione.
“El agua no apta para el consumo y el saneamiento deficiente son las principales causas subyacentes de la desnutrición. Las enfermedades asociadas, como la diarrea, impiden que los niños obtengan los nutrientes vitales que necesitan”, explicaron sus portavoces.
Remarcaron que “los niños desnutridos también son más susceptibles a las enfermedades transmitidas por el agua debido a que sus sistemas inmunitarios ya están debilitados, lo que perpetúa un círculo vicioso de desnutrición e infección”.
“Tememos más inundaciones desde el comienzo de junio. El año pasado sufrimos graves inundaciones durante este mes. El gobierno debe ayudar a la población” en forma preventiva, afirmó el analista Abdul Hakim.
El profesor universitario de Ciencias Ambientales en el distrito de Swat, dijo a IPS que la población sería la más afectada en caso de inundaciones este año, y que la gente no se ha recuperado de la devastación del año pasado.
Abdul Ghafoor, de la Asociación Médica de Pakistán, dijo que la gente sigue dependiendo de los campamentos médicos organizados por las oenegés, ya que las instalaciones sanitarias destruidas por las inundaciones no han funcionado.
“Queremos que el gobierno se tome en serio el informe de la FAO y el PMA y proteja a los afectados de las enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos», dijo a IPS.
T: MF / ED: EG