ROMA – El fomento a cadenas de valor de pesca y acuicultura en países de la organización ACP (Asia, el Caribe y el Pacífico) comenzó a cosechar frutos en empleos y sostenibilidad ambiental, destacó en un reporte este martes 14 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La iniciativa “supone un paso importante para la transformación azul de la pesca y la acuicultura en países ACP, beneficia a los pescadores y sus comunidades, y asegura que el crecimiento vaya de la mano de la sostenibilidad ambiental y la inclusividad social”, dijo Gilles Van De Walle, asesor de la FAO para el programa.
El programa se ha tendido sobre 12 países en esas tres regiones, y los informes de los primeros cinco (Costa de Marfil, Guyana, Islas Marshall, Senegal y Tanzania) constatan que es posible fortalecer las cadenas de valor en toda la actividad pesquera (todo el proceso de adición de valor a los productos).
Se trata de “desbloquear el potencial de la pesca y la acuicultura”, que contribuye “al crecimiento económico, la creación de empleo decente y la seguridad alimentaria y nutricional”, afirmó Cristelle Pratt, subsecretaria general de la organización ACP.
El fortalecimiento de las cadenas de valor pesqueras procura que sean más autónomas en la producción, creen puestos de trabajo locales y mantengan las poblaciones de peces en niveles biológicamente sostenibles, destacó la FAO.
El programa hace hincapié en prestar apoyo a las mujeres, considerando decisivo su papel en el fortalecimiento y desarrollo de toda la cadena de valor.
La iniciativa recibió financiamiento, por 47 millones de dólares, de la Unión Europea y el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania.
El programa “permitirá aumentar la oferta de alimentos acuáticos, el rendimiento económico y la equidad social, y reducir los efectos negativos en el ambiente marino”, dijo Hendrik Denker, del área de políticas alimentarias mundiales en ministerio alemán.
Denker agregó que “es fundamental que tenga en cuenta a todos los actores, en todas las fases: de la red al plato”.
Por ejemplo, en Guyana, el programa se planteó reducir las capturas de una variedad de camarón, conocido como camarón de siete barbas (Xiphopenaeus kroyeri, propio del Atlántico y el golfo de México), y promover al mismo tiempo la pesca artesanal, en particular fortaleciendo la posición de las mujeres.
La principal oportunidad para lograrlo es la fuerte demanda de los mercados estadounidense, europeo y de restaurantes locales, siempre que se puedan resolver los problemas relativos al mantenimiento de las poblaciones dentro de niveles biológicamente sostenibles y se puedan capturar camarones más grandes.
El programa propone que Costa de Marfil, un país de 28 millones de habitantes en el golfo de Guinea, alcance autosuficiencia en algunos rubros, mediante una estrategia decenal para aumentar la producción de tilapias, de las 6 000 toneladas actuales por año a 68 000 toneladas de aquí a 2031, sin ejercer más presión en el ambiente.
Las Islas Marshall, un pequeño archipiélago en Oceanía con 53 000 habitantes, pueden generar más valor y puestos de trabajo con el comercio multimillonario del atún, que puede crecer hasta alcanzar 55 millones de dólares en 2031.
Es posible, utilizando un tipo único de embarcación y afianzando al país como principal centro de trasbordo y «contenedorización» de atún, mediante un plan de incentivos para que las empresas con sede en las Islas Marshall adquieran máquinas de carga nuevas y más eficientes para llenar los contenedores.
El estudio constató que, si se aprovechaba la producción de ostras en el Senegal y se aumentaba el número de ostreros, había buenas posibilidades de satisfacer la demanda local y respaldar el desarrollo del cultivo de ostras moderno.
Ese país de África occidental tiene el objetivo de aumentar la producción en 30 % y llegar a 21 000 toneladas en 2031, a fin de satisfacer más de 80 % de la demanda nacional, triplicar el valor añadido hasta 12,6 millones de dólares y casi duplicar los puestos de trabajo a jornada completa, pasando de 6500 a 11 000.
En Tanzania se puede aprovechar el aumento de la demanda para mejorar la sostenibilidad de la pesca de sardina, espadín y perca del lago Tanganica y reducir la brecha de género.
Con mejores técnicas de elaboración y de mantenimiento de la cadena de frío, mejores modelos empresariales con mayor participación de mujeres, y si mejora el cumplimiento de la legislación pesquera, se puede incrementar el valor añadido del sector en 12 % y aumentar los ingresos de los elaboradores de pescado en 42.
El análisis de las cadenas de valor en este programa ACP se basó en 5200 entrevistados, más de 100 grupos especializados y 50 talleres de partes interesadas, organizados a fin de validar las conclusiones, indicó finalmente la FAO.
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