La histórica legislación transgénero de Pakistán, en la línea de fuego

Shahzadi Rai (D) y Bindya Rana, fundadora y presidenta de la Alianza Interactiva de Géneros, en la oficina de esta organización en Karachi. Las dos activistas trans ven con creciente preocupación el intento de revertir la histórica Ley de Personas Transgénero, que desde 2028 protege a su colectivo en Pakistán. Foto: Zofeen Ebrahim/IPS

KARACHI, Pakistán – Han tenido que pasar cuatro años para que algunos políticos se hayan decidido a comenzar una campaña contra una histórica Ley de Personas Transgénero que desde 2018 les otorga protección y derechos, con el argumento de que va en contra del Islam, la religión mayoritaria en el país, y de la Constitución.

“Se trata de una legislación impuesta, importada, contraria al Islam y al Corán”, dijo a IPS el senador Mushtaq Ahmed,  perteneciente al partido islamista Jamaat-e-Islami (JI- Congreso Islámico), quien encabeza la campaña.

“Occidente está golpeando las dos instituciones más fuertes de la Ummah musulmana: la familia y el matrimonio; quieren debilitarnos”, aseguró desde Peshawar, capital de la nororiental provincia de la Khyber Pakhtunkhwa. A su juicio, eso ha abierto el camino a la homosexualidad y al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Para el senador islamista, durante los últimos cuatro años, el gobierno, con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, estuvo impulsando descaradamente la agenda de Europa y Estados Unidos, en lo que calificó de “de terrorismo cultural”.

Otros políticos también se han sumado a esas posiciones.

Por ejemplo, el senador del Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI, Movimiento por la Paz en Pakistán), Mohsin Aziz, dijo que “los transexuales eran homosexuales” e hizo referencia a los tiempos degenerados de Sodoma. “Cuanto más tardemos en enmendarnos, más larga será la ira de Dios sobre nosotros”, añadió.

Aziz es uno de los legisladores que han presentado enmiendas a la ley.

“Utilizar la religión para avivar los sentimientos de la gente sienta un precedente muy peligroso”, advirtió Shahzadi Rai, una persona transgénero de Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, en el sur del país.  “Nuestra comunidad no puede defenderse», añadió a IPS.

El activista pidió que la cuestión transgénero no se vea “a través del prisma de la religión”, y añadió que “ni siquiera nosotros aceptamos la homosexualidad”. Recordó también que hay un artículo de la Constitución de la República Islámica de Pakistán que garantiza “a todos los ciudadanos” la igualdad ante la ley.

La médica Sana Yasir, especialista en la variación de género y la diversidad corporal y quien ofrece servicios sanitarios de afirmación de género, dijo que la ley no mencionaba la homosexualidad.

“Los políticos de derechas necesitan estos temas para mantener viva su política”, dijo Anis Haroon, integrante de la  Comisión Nacional de Derechos Humanos, que participó en las consultas sobre la Ley y la apoyó plenamente.

El senador Ahmed planteó el año pasado algunas enmiendas a la ley transgénero, pero al comenzar octubre decidió presentar un nuevo proyecto de ley para la protección de los “khunsa”, palabra árabe que, según dijo, designa a las personas nacidas con defectos en los genitales.

Si se aprueba, la ley se aplicará en todo el país y entrará en vigor inmediatamente.

En el proyecto de ley, el khunsa se define como una persona que tiene una mezcla de rasgos genitales masculinos y femeninos o ambigüedades congénitas.  La persona tendrá derecho a registrarse como hombre o mujer en base a la certificación de una junta médica.

“Estudié la antigua ley durante dos años después de su promulgación; mantuve conversaciones con muchos juristas, incluso internacionales, médicos y eruditos religiosos. Basándome en la información recopilada, presenté enmiendas a la ley de 2018”, dijo Ahmed.

Con eso se defendió de haber tardado cuatro años en oponerse a una ley que fue aprobada por una mayoría de dos tercios en el Senado y en la cámara baja. También ha presentado un recurso en el Tribunal Federal de la Sharía (ley islámica) contra la ley de 2018.

El agrupaciones derechistas y legisladores del PTI y JL también han expresado su preocupación y han pasado a oponerse a la ley de 2018.

“Alá solo ha mencionado a los hijos y a las hijas en el Corán; no hay ninguna mención a otro género”, dijo la senadora del PTI, Fauzia Arshad, en declaraciones a IPS, quien ha presentado enmiendas a la ley ante la Comisión Permanente de Derechos Humanos del Senado.

El Consejo de Ideología Islámica (CII), el máximo órgano consultivo religioso del país, también la ha calificado como una ley no islámica.

“Respetamos los derechos de los transexuales dados en la Ley de 2018, pero cuando se transgrede más allá de la biología, y la psicología y la sociología entran en juego, tenemos reservas”, dijo  a IPS desde Islamabad, la capital del país, el presidente de ese Consejo, Qibla Ayaz.

Aseguró que durante el proceso de debate de la ley ese órgano nunca fue consultado.

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La ley, considerada como un hito en derechos en el mundo islámico, no define el género sino la  identidad de género, que considera “el sentido más íntimo e individual de una persona como hombre, mujer, o una mezcla de ambos o ninguno, que puede corresponder o no al sexo asignado al nacer”.

También se refiere a la expresión de género, que indica que es “la presentación de la identidad de género de una persona y/o la que perciben los demás”.

Por su parte el partido JL y otros opositores a la ley quieren que se defina al género como la expresión de una persona según su sexo, que no es diferente del sexo que se le asignó al nacer o según el dictamen de una junta médica.

“No creemos en la identidad de género autopercibida de una persona y pedimos que se constituya una junta médica para comprobarlo”, dijo el senador Ahmed.

La senadora Arshad se mostró de acuerdo: “El sexo de una persona se determina a partir del lugar por donde orina y debe ser determinado por una junta médica”.

“La autopercepción de lo que uno cree que quiere ser, y no de lo que nace, no está en el Corán, insistió la legisladora del PTI.

Por su parte, Ayaz, más prudente, aseguró que “el CII tiene algunas reservas sobre la identidad autopercibida”.

Para descartar a los transexuales reales de los falsos, proyectada contrarreforma de Ahmed recomienda la constitución de una junta médica de reasignación de sexo en cada distrito, que incluiría un médico profesor, un cirujano general masculino y otro femenino, un psicólogo y un médico jefe.

“Cualquier cirugía de reasignación de sexo para cambiar los genitales estará prohibida si a la persona se le diagnostica un trastorno psicológico o disforia de género”, dijo Ahamed, en una posición también refrendada por la senadora Arshad.

“Una junta médica puede ayudar a las personas a averiguar su identidad de género ofreciéndoles pruebas de personalidad y análisis de sangre. Pueden ayudar a disminuir la intensidad de la disforia de género ofreciendo intervenciones médicas y no médicas”, consideró la médica Yasir.

Pero remarcó que “la junta no puede rechazar el género experimentado por alguien”.

La especialista añadió que no se menciona en la junta propuesta a un genetista, un psiquiatra o personas formadas en salud transgénero.

Los profesionales sanitarios sostienen que el casi imposible constituir juntas médicas en los 160 distritos de Pakistán, un país con 243 millones de personas.

El complejo proceso propuesto, además, requiere pruebas genéticas, que no se realizan en Pakistán sino en el extranjero, y que son caras para un país con pocos recursos, y un diagnóstico meticuloso por parte de los escasos expertos.

La comunidad trans ha rechazado de plano la opción de la constitución de una junta médica.

“Nunca permitiremos que nadie nos examine, dijo Bindya Rana”, activista transgénero de Karachi y fundadora y presidenta de Alianza Interactiva de Géneros (GIA, en inglés).  “Sabemos quiénes somos, igual que los hombres y las mujeres de este país saben quiénes son”, enfatizó.

Si algo ha hecho este debate es validar y aumentar la transfobia, han coincidido personas transexuales y activistas.

“El acoso, la discriminación y la violencia han aumentado debido a la propaganda negativa dirigida por (el partido) Jamat-e-Islami”, dijo Reem Sharif, una activista trans que vive en Islamabad.

Rai, el activista transgénero residenciado en Karachi, contó que “hace una semana, un transexual fue asesinado”.

“El presunto asesino está entre rejas, pero durante el interrogatorio dijo a la policía que estaba en la yihad (lucha por expansión y defensa del Islam) porque matar a los transexuales le llevaría directamente al cielo. Está seguro de que será liberado y terminará el trabajo”, dijo.

También recordó el horrible ataque que sufrieron tres conocidas mujeres trans en Swabi, en la provincia Khyber Pakhtunkhwa, en septiembre. “Recibieron varios disparos, pero afortunadamente todas sobrevivieron”, dijo.

El ataque sembró el pánico y el miedo entre la comunidad, confirmó Rai, porque la transfobia estaba contenida en Pakistán pero ahora ha emergido con fuerza, por los discursos de los partidos islamistas y de derecha.

“Hay una reacción definitiva”, coincidió Moon Chaudhary, otro miembro del colectivo trans que reside en la ciudad noroccidental de Lahore.  Allí, a fines de septiembre “unas cuantas personas trans fueron acosadas públicamente en un barrio elegante. Las desvistieron a la fuerza, les preguntaron por su género y luego las violaron”, dijo.

Rai dice que teme por su vida, ya que participa activamente en la defensa de la ley en varios canales de televisión y en los debates organizados por los clérigos islámicos. “Estoy preocupada y he dicho a mis compañeros de piso que estén atentos y tomen más precauciones al dejar entrar a sus amigos”, detalló.

Los activistas transexuales también luchan en otro frente, el del ciberespacio, donde la denigración de los activistas transgénero se vuelve viral cada poco tiempo.

Pero, peor aún, algunos están llamando a la gente para que vaya a la yihad contra ellos y sentando un alarmante precedente.

“Pensaba que era fuerte y que podría soportar los abusos en línea, pero me están pasando factura y afectan a mi salud mental”, admitió Rai.

“Por ejemplo, de los 900 comentarios sobre un videoclip en las redes sociales, 600 eran abusivos. Algunos eran de naturaleza totalmente violenta, y pedían que la asesinaran o la quemaran hasta la muerte.  Mis fotos están circulando con mensajes vulgares”, añadió.

La activista Rana admitió que la campaña contra la ley de 2018 ha provocado un daño irreparable a la causa transgénero, pero confía en que el proyecto de ley que busca sustituirla no properará.

En cualquier caso, “todo aquello por lo que hemos trabajado durante años se ha quedado en nada”, lamentó.

“La ley prohíbe la discriminación de las personas transgénero en la educación, la sanidad, el empleo o el comercio”, dijo Rana, pero “nunca nos hemos beneficiado de nada, salvo del derecho a cambiar el nombre y el género en el documento nacional de identidad, el permiso de conducir y el pasaporte”.

Para las personas trans, “incluso eso fue una gran victoria”, puntualizó.

Unas 28 000 personas transgénero obtuvieron la corrección de género. Pero ahora, incluso ese derecho está en peligro.

El senador Ahmed dijo que su lucha continuaría, incluso si su contrarreforma de la ley de 2018 fracasa.  “Si el proyecto de ley sobre la khunsa no encuentra adeptos, nosotros lo llevaremos al Tribunal Supremo de Pakistán e iniciaremos protestas callejeras, advirtió, añadiendo: Es una bomba de relojería”, aseguró.

T: MF / ED: EG

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