PESHAWAR, Pakistán – Los refugiados afganos que viven en Pakistán se enfrentan a una serie de problemas, que van desde los problemas para lograr un tratamiento médico hasta el alojamiento, pasando por las barreras a sus negocios, el acoso policial y la violencia. Ello pese a que muchos afectados llevan en este vecino país cuatro décadas.
“Siempre que vamos a los hospitales locales para obtener tratamiento, no recibimos buenos servicios. Por ello, recurrimos a médicos no cualificados que cobran menos, pero el tratamiento que nos dan no está a la altura”, dijo a IPS la refugiada Jamila Bibi, de 48 años. Ella Vive en el distrito (municipio) de Khyber, cerca de la frontera de Torkham con Afganistán.
Bibi dice que desarrolló un problema ginecológico, pero el hospital local le negó el tratamiento.
“Después pedimos un préstamo a un pariente y fuimos a un hospital privado, pero mi estado había empeorado. Los médicos me extirparon el útero y enviaron una muestra para descartar que el cáncer fuera la causa de las complicaciones”, dijo esta madre de tres hijos postrada en la cama.
La mayoría de los afganos ricos prefieren ir a Peshawar, la capital de Khyber Pakhtunkhwa, una de las cuatro provincias de Pakistán, para recibir tratamiento en hospitales privados. Muchos centros de su país de origen no ofrecen un tratamiento de calidad debido a los continuos conflictos que asolan la zona desde 1979.
Los afganos que viven en Pakistán y los que vienen al país para visitarlo o recibir tratamiento médico no están satisfechos con el trato que reciben en la frontera y en el país.
“Llegamos a la frontera el 15 de junio para operarnos de cálculos renales bilaterales en Peshawar, pero la policía nos hizo esperar tres días. Cuando autorizaron nuestros documentos y llegamos al hospital, nos dijeron que los dos riñones (de mi mujer) estaban infectados y que teníamos que quedarnos un mes para curar la infección”, explicó Muhammad Sattar, residente en Kabul.
Sattar, comerciante de alfombras, afirma que los médicos dijeron que si su mujer hubiese ido operada a tiempo, sin la demora de tres días en la frontera, se habría evitado la propagación de la infección.
Umar Amir, un médico que se ocupa de los pacientes afganos en la frontera, dijo que en un día promedio, 120 pacientes son autorizados a ingresar a Pakistán después de comprobar sus documentos médicos. “No hay retrasos en la tramitación de sus documentos”, aseguró a IPS.
Pakistán alberga a 3,3 millones de refugiados afganos registrados, la mayoría de los cuales llegaron tras la invasión de la Unión Soviética en 1979, a la que siguió después la primera toma del poder del régimen talibán (1996-2001), la ocupación de Estados Unidos y sus aliados, y el retorno de los talibanes, el 15 de agosto del año pasado.
“Un millón (32 % del total) reside en 54 aldeas de refugiados, y 68 % en zonas urbanas de todo Pakistán”, dijo a IPS el portavoz de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), Qaisar Khan Afridi.
Además de sus programas dedicados a los refugiados, Acnur ha estado apoyando la iniciativa Áreas Afectadas por los Refugiados y de Acogida (Raha, en inglés), que tiene como objetivo mitigar el impacto de la prolongada presencia de los refugiados y promover la cohesión social entre los refugiados afganos y sus comunidades de acogida paquistaníes.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Desde su lanzamiento en 2009, el programa ha ayudado en todo el país a más de 12 millones de personas, 85% de las cuales son paquistaníes, mediante de unos 4300 proyectos por un valor de más de 200 millones de dólares.
A través de Raha, Acnur ha reforzado la capacidad de los hospitales públicos e instituciones educativas existentes.
“No tenemos otra opción que quedarnos en Pakistán, ya que Afganistán está en ruinas. No podemos volver debido a la extrema violencia, la anarquía y la falta de actividades económicas”, dijo Muhammad Suhail, de 34 años.
Ahora sobrevive como recolector de chatarra en el Karkhano Bazzar, un mercado industrial de Peshawar y afirma que las comunidades de acogida desprecian a los refugiados afganos.
Peshawar, una de las ciudades más antiguas de Asia meridional, es el punto urbano más cercano a Kabul y a la parte norte de la extensa frontera binacional, por lo que es un foco de los refugiados afganos y de los visitantes desde ese país, principalmente para recibir atención médica.
La mayoría de los refugiados realizan trabajos esporádicos. Dice que trabajan como vendedores, en tandoors (panaderías), conduciendo rickshaws (vehículos de dos ruedas movidos por conductores, a pie o con pedales) o vendiendo frutas y verduras.
Solo unos pocos refugiados adinerados, que poseen tiendas de oro, vajillas, comestibles, telas y almacenes generales, están satisfechos, e incluso envían dinero a su país para mantener a sus familiares.
“Nosotros llegamos aquí en 1988 y tenemos un negocio de telas bien establecido. Hemos contratado a 33 afganos y no tenemos problemas con la policía local ni con la comunidad de acogida”, afirmó Said Rehman, de 62 años. “Mis tres hijos y mis dos hijas están casados, y sus hijos estudian en centros educativos paquistaníes en plazas asignadas a los refugiados afganos», añadió a IPS.
Rehman no está de acuerdo con la impresión de que los paquistaníes son hostiles a los afganos. “Algunos residentes eran amistosos, y otros no, pero ¿podemos culpar a toda la población local por perturbar la vida de los afganos? Muchos de nuestros familiares se han casado con hombres y mujeres locales”, aseguró.
En el Bazar de los Refugiados de Peshawar, sin embargo, los afganos dicen que se enfrentan al acoso cotidiano de las autoridades municipales.
“Todos los días, los funcionarios vienen y arrestan a nuestros comerciantes, lo que ha perjudicado nuestros negocios”, dijo dijo a IPS el comerciante de telas Ghulam Rasool. Los afganos son dueños de 95 % de las tiendas del bazar, que se especializan en productos tradicionales de su país.
“Compramos la ropa en el mercado y la hacemos coser al estilo afgano. Nos resulta cómodo negociar los precios con los comerciantes afganos que venden cosméticos, ropa para los pies, frutas, carnes y otros”, dijo a IPS una mujer que se dedica a las tareas del hogar, Shaheen Begum.
Explicó que en las tiendas paquistaníes, tenemos dificultades debido a las barreras lingüísticas y otros problemas, pero el bazar afgano a menudo lo encuentran cerrado por las redadas de las autoridades locales.
El funcionario municipal Javid Khan dijo que muchos comerciantes y vendedores afganos invaden las carreteras y son detenidos por violar las leyes, pero que después que se comprometen a respetar las normas son liberados.
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