LA HABANA – El teléfono móvil llegó hace un par de años a la vida del cubano Esteban Sierra para quien el uso del dispositivo favorece la autonomía y calidad de vida de las personas adultas mayores si se tienen los conocimientos para aprovecharlo al máximo.
“El celular me lo trajo mi hijo, que vive en España. Me enseñó a usar el Whatsapp para comunicarnos. También puso la música que me gusta y puedo escuchar cuando quiero”, refirió Sierra, de 73 años, un reparador de calzados en La Habana.
No obstante, al ser entrevistado por IPS, Sierra reconoció que todavía la tecnología le es esquiva para pagar las facturas de la casa o hacer compras en línea.
“Si a veces paso trabajo para sacar dinero en un cajero automático, imagínate qué ocurre si coloco mal un dedo en el celular. Prefiero ir directamente” a las oficinas de cobro de facturas o mercados, “aunque gaste más tiempo en las colas (filas)”, señaló.
Zoraida Castillo, quien dispone de un móvil desde hace pocos meses, destacó que hijos y nietos “me ayudaron mucho a familiarizarme con la tecnología y poder navegar, porque no tengo computadora”.
Además de “conversar con mis familiares busco información, porque me gusta participar en programas radiales o estar al tanto de las noticias”, completó esta jubilada de 69 años al dialogar con IPS vía Whatsapp desde la ciudad de Santa Clara, 260 kilómetros al este de La Habana.
Al cierre de 2021 más de 7,5 millones de personas, equivalentes a 68 % de los 11,1 millones de habitantes de este país insular caribeño, se contabilizaron como usuarios de servicios de internet y más de 4,3 millones accedieron por teléfonos móviles, según el Anuario Estadístico editado por la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
“La brecha digital ya no pasa tanto por creer que las personas mayores no pueden o no les interesa el uso de las TIC; la pandemia demostró el rápido entrenamiento para muchos de la telefonía móvil como vía de comunicación en el confinamiento”: Teresa Orosa.
La cifra se acerca al promedio regional que registra 73,1 usuarios de internet por cada 100 habitantes, indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Cuba vive a su vez un acelerado envejecimiento demográfico con 21,6 % de su población con 60 años o más, y según pronósticos va en camino a convertirse en la nación más envejecida de América Latina y el Caribe en 2030.
Uno de cada tres residentes en la isla será un adulto mayor en 2035 lo que unido a la baja fecundidad, una esperanza de vida superior a los 78 años y la sostenida emigración de jóvenes, constituirá un desafío para la economía, el sistema de salud pública, así como para cuidadoras, cuidadores y las familias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) exhorta a estimular mediante políticas públicas la cultura del “envejecimiento activo”, un proceso donde se optimizan las oportunidades para mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen.
Investigaciones correlacionan el impacto en este proceso con la disponibilidad y acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Brecha poco estudiada
Estadísticas sobre el uso de las TIC en América Latina y el Caribe ilustran que las personas mayores son el grupo etario que menos accede a tecnologías digitales.
Al analizar la profundidad de esa brecha, estudios de la Cepal contrastan que en algunos países de la región, el uso de internet por mayores de 60 años oscila de siete a nueve veces por debajo de las personas de 15 a 29 años.
En el caso de Cuba, pese al crecimiento sostenido del uso de las TIC, no todos los grupos sociales acceden de la misma forma.
La Encuesta de Indicadores Múltiples por Conglomerados (MICS, en inglés), realizada en 2019, reveló brechas –incluido el uso de TIC-, en los casi 12 000 hogares cubanos estudiados, pero solo reflejó las disparidades entre adolescentes, mujeres y hombres de 15 a 49 años.
La Onei tampoco aporta cifras desagregadas que permitan conocer el comportamiento de la brecha digital relacionada con la edad, un primer elemento para conocer su magnitud y las políticas necesarias para acortarla.
“Son pocas la investigaciones relacionadas con los adultos/as mayores y los entornos digitales. La mayoría están vinculadas, principalmente, con los menores de edad, tanto en América Latina como en Cuba”, explicó Deneb de la Caridad Rodríguez, estudiante de quinto año de la carrera Sociología en la Universidad de La Habana.
Rodríguez, quien investiga para su tesis de pregrado sobre la función del cuidado y protección de la familia en infantes que utilizan los entornos digitales, explicó a IPS que “los adultos, al ser migrantes digitales, pasan más trabajo para adaptarse a las nuevas tecnologías, pero tampoco es imposible”.
De igual forma, abogó por una “correcta socialización de las competencias digitales”, a fin de acercar más los adultos a las tecnologías.
La crisis económica que atraviesa la isla desde hace tres décadas, agudizada por los efectos del embargo estadounidense, supone una barrera adicional para las necesarias mejoras de la infraestructura y el acceso a dispositivos informáticos modernos y de mayores prestaciones.
La carestía de terminales aptos para asimilar la banda ancha (4G) no es un asunto menor en un país con un salario medio equivalente a unos 35 dólares mensuales (al cambio actual en el mercado sumergido), y de unos 14 dólares en el caso de las pensiones mínimas.
Aunque el mercado informal ofrece una gama más amplia de equipos que los de la estatal y única Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, es difícil encontrar un teléfono inteligente nuevo por debajo de los 200 dólares, comprobó IPS al revisar sitios digitales en el país dedicadas a la venta de productos.
Además de que disminuyan los precios de los dispositivos, principalmente de los móviles, varios de los entrevistados por IPS desearon que continuaran abaratando los paquetes de internet; mejorara la velocidad de navegación, lenta e inestable aún en varias zonas, o se valoraran bonificaciones para determinados grupos.
Durante una sesión este jueves 21 de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el unicameral parlamento local, el ministro de Economía, Alejandro Gil, anunció un grupo de medidas de estímulo económico, entre las cuales se incluye flexibilizar la cantidad de artículos como celulares, computadores y tabletas, entre otros, que podrán importar personas naturales, sin carácter comercial.
Las actuales regulaciones aduaneras permiten importar dos de cada uno de estos equipos, por lo que las nuevas disposiciones pudieran contribuir a aumentar su disponibilidad para un mayor número de personas.
Alfabetización digital
Investigadores regionales argumentan que junto con el acceso a tecnologías digitales, la inclusión digital entre las personas mayores se promueve mediante el desarrollo de competencias, en particular las relacionadas con la alfabetización digital.
Desde su nacimiento hace 22 años, la Cátedra del Adulto Mayor de la Universidad de La Habana (UH), “incluyó las TIC en el programa del curso básico, junto con cursos complementarios en coordinación con los Joven Club de Computación y Electrónica (JCCE)”, indicó la psicóloga Teresa Orosa, presidenta de la Cátedra.
Creados en 1987, los JCCE son centros rectorados por la Juventud Comunista dedicados a fomentar el conocimiento sobre las nuevas tecnologías, mediante cursos con distintos grupos sociales.
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Al dialogar con IPS, Orosa se refirió al Programa Integral de Envejecimiento Saludable en el capitalino municipio de Plaza de la Revolución (PIES Plaza), proyecto en el que, además de desarrollar habilidades en cuidadores, derechos y empoderamiento en salud, capacitó sobre las TIC a un grupo de mayores a quienes se les entregó una tableta.
PIES Plaza, extendido de enero de 2016 a febrero de 2022, tuvo como escenario al más envejecido de los 168 municipios cubanos, y fue ejecutado por la Sociedad Cubana de Gerontología y Geriatría y el gobierno de Plaza de la Revolución, con financiación de la Unión Europea y respaldo de la Cátedra del Adulto Mayor de la UH.
“La brecha digital ya no pasa tanto por creer que las personas mayores no pueden o no les interesa el uso de las TIC; la pandemia demostró el rápido entrenamiento para muchos de la telefonía móvil como vía de comunicación en el confinamiento”, razonó Orosa.
La especialista consideró esencial, además de “mantener cursos y capacitaciones… trabajar la sensibilidad en las familias, que exista más solidaridad y los jóvenes colaboren con los adultos mayores y les garanticen un momento al día para que se conecten e interactúen”.
A partir de las pautas de la Política de informatización de la sociedad, aprobada en 2017 y dirigida a incentivar una cultura digital en la isla, otros investigadores anotan como desafíos adicionales el potenciar la ciberseguridad ante los peligros que plantea este escenario para las personas adultas mayores.
Asimismo, exhortan a acompañar con una mirada de género cualquier política pública sobre el ámbito digital teniendo en cuenta que el grueso del trabajo doméstico y de cuidados suele recaer sobre las mujeres, muchas mayores de 60 años, que unido a insuficientes servicios de apoyo profundizan aún más las brechas para su autonomía, bienestar, aprendizajes, compartir información y esparcimiento.
ED: EG