Brecha digital, una asignatura pendiente en la educación de Chile

Niños de la Escuela San José Obrero utilizan computadores de la Sala de Enlace del centro de educación primaria. En sus hogares, en el municipio de Peñalolén, al este de Santiago de Chile, carecen de estos aparatos pues proceden en 90% de familias en condición vulnerable. Foto: Cortesía de San José Obrero

SANTIAGO – Un plan del gobierno de Chile busca asegurar la conectividad a sectores aislados, en un primer paso para enfrentar una brecha digital profunda entre los habitantes del país que incluye falta de acceso a la tecnología y déficits de educación digital, que la pandemia de covid-19 dejó al desnudo.

En 2020, durante el aislamiento social en el peor momento de la pandemia de covid-19, 76 % de niños y niñas de segmentos de mayores ingresos tuvo un computador o tableta de uso individual y 23 % tuvo acceso a equipo compartido.

Pero, en los sectores de menos recursos, la disponibilidad individual de dispositivos alcanzó solo a 45 % mientras que 16 % no tenía ni computador ni contaba con tableta. Los restantes conseguían contar con uno.

Las diferencias son notables también según el tipo y lugar de los centros educativos.

Una escuela que resume muchas

“Aquí la gente no tiene computador, aunque a uno le parezca extraño. El computador es un sueño para muchos. Tampoco tienen conexión propia, ni wi-fi (conexión inalámbrica). Tienen un celular con precarga o planes muy baratos que no les permiten buena conexión para soportar una lección”, contó Cecilia Pérez, directora de la Escuela San José Obrero de Peñalolén.

En un diálogo con IPS en el centro educativo consideró que “esa es una desventaja que no tiene que ver con las ganas de estudiar, la inteligencia de los niños, ni las familias preocupadas. Es algo externo difícil de solucionar”.

Pérez dio como ejemplo que “si se deja colgada una tarea en la plataforma, para los niños es muy difícil leerla y hacerla, desde el celular”.

Su escuela está en un sector de alta vulnerabilidad, enclavada al final de la avenida Las Parcelas, en la precordillera andina en Santiago, la capital, adonde la mayoría de los estudiantes de primero a octavo grado llegan caminando.

En la Escuela San José Obrero, en el municipio de Peñalolén, en la precordillera que rodea la capital de Chile, 90 % de los alumnos provienen de familias vulnerables, con padres que trabajan como vendedores ambulantes, realizando tareas de limpieza u oficios similares. El apoyo de los padres en las tareas escolares es casi nulo, afirma la directora del centro de educación primaria, Cecilia Pérez. Foto: Orlando Milesi / IPS

Este centro público de primaria en la comuna (municipio) de Peñalolén, que atiende una comunidad escolar de 427 alumnos, es un ejemplo de las vulnerabilidades de conectividad del alumnado en las zonas urbanas y rurales con mayores carencias.

En este país sudamericano con 19 millones de habitantes, hay 3,6 millones de estudiantes en educación básica (primaria) y media. La primera acoge a dos millones de alumnos en ocho cursos (de 6 a 13 años) y el resto la media (de 13 a 17 años).

En las escuelas particulares subvencionadas por el Estado estudian 53 % del total, en municipales 40 % y en privadas 7 %

“Tenemos niños hoy de tercero básico que en 2020, en plena pandemia, partieron estando en primero donde debieron aprender a leer y escribir. Esos niños salieron de kinder y ahora aparecieron en tercero con un retraso muy significativo”, relató sobre las consecuencias de la forzada educación a distancia durante la pandemia.

Por ello, dijo Pérez, “tuvimos que priorizar el currículo y reforzar lenguaje y matemáticas que es super importante para continuar el aprendizaje”.

Añadió que otro problema grave que enfrentan es que muchos de sus alumnos viven situaciones de violencia intrafamiliar.  “Su soporte es el colegio en lo emocional y lo social y al dejar de compartir con compañeros perdieron dos años de convivencia social”, detalló.

“Tenemos niños entre quinto y octavo (de 11 y 12 años) con mucha violencia, mucho individualismo, mucha sexualización que nunca había pasado tanto. En parte debido a que en la casa no hay control parental sobre los celulares”, aseveró.

Un problema adicional es la conectividad pues en Peñalolén “hay muchos cerros y en algunas partes internet no funciona. Hay familias que devolvieron el ‘router (aparato de conexión para dispositivos)’ que les prestamos porque donde viven la señal no llega”.

Los niños de mayor edad de la Escuela San José Obrero, en el municipio de Peñalolén, cercano a Santiago de Chile, permanecen dos horas más en el centro, realizando actividades deportivas y otras del plan complementario dentro de su formación. Así evitan que un excesivo ocio y el poco control en sus hogares se vuelva peligroso para ellos. Foto: Orlando Milesi / IPS

Afrontando la desigualdad 

La profunda brecha digital entre los chilenos se agrava por las dificultades de acceso a internet en pueblos aislados, localidades rurales y también en comunas urbanas donde las empresas de telecomunicación no brindan servicio o donde los delincuentes sustraen los cables del tendido.

“La desigualdad en nuestro país, también se manifiesta en el acceso a internet. Miles de estudiantes no pudieron ejercer durante la pandemia su derecho a la educación por falta de conectividad”, sintetizó la situación el izquierdista presidente Gabriel Boric, en el poder desde marzo.

Para enfrentar esta situación, agregó este mes a través de una comunicación pública, “nuestro Plan Brecha Digital Cero asegurará, al año 2025, que todos los habitantes del país tengan acceso a conectividad”.

“Esto requiere un esfuerzo sostenido de continuación de actuales iniciativas como lo es el Proyecto de Ley de Internet como Servicio Básico y la generación de nuevos proyectos que nos permitan llegar a zonas aisladas y rurales», enumeró.

Boric puso como ejemplo la localidad de Porvenir, que hace un mes se convirtió en la zona más al sur de este alargado país sudamericano con acceso a la red 5G.

El presidente, de 36 años, ganó las elecciones tras las grandes protestas en 2019, en que una de las demandas fue acabar con la desigualdad social, una de las mayores del mundo según organismos internacionales, y donde un acceso más equitativo a la educación fue una de las grandes banderas.

Paulina Romero, una estudiante del primer año de la carrera de Química y Farmacia, se convirtió en un símbolo de la brecha digital que pretende eliminar Boric, cuando hace dos años se difundieron imágenes suyas subida al techo de su casa, en la pequeña comunidad de San Ramón, en la sureña región de La Araucanía, en un peligroso intento de lograr señal y poder realizar los trabajos demandados.

Un colorido mural pintado en la escalera que lleva al segundo nivel de las aulas en la escuela básica de Peñalolén, en la precordillera de Los Andes que se ve al fondo, nevada, en pleno invierno austral en Chile. Foto: Orlando Milesi / IPS

Planes contra la brecha

Claudio Araya, subsecretario (viceministro) de Telecomunicaciones, dijo a IPS que todos los esfuerzos se concentran en mejorar la conectividad.

“Se aprobó en el Congreso (legislativo) hace un  mes un proyecto que garantiza el acceso a internet para  los estudiantes”, dijo. Destacó que en parte ese acceso ya existe pero no resulta operativo para los escolares, porque, por ejemplo, “muchos niños estando en zonas de cobertura tenían problemas para estudiar a distancia porque no podían pagar sus planes”.

Añadió que está en plena implementación un proyecto para que todos los centros públicos, a cargo de los municipios o el Estado, así como los privados subvencionados tengan cobertura para zonas aisladas y velocidad de conexión

“Una parte del proyecto se está completando ahora, en agosto, con 8300 colegios,  una segunda parte con 500 más, hasta marzo del 2023, y una tercera con un concurso que se va a publicar antes del 2023, que son unos mil colegios y fracción”, detalló.

Su despacho también asignó ya recursos para un nuevo proyecto, llamado de “última milla”, que busca acercar la conectividad a zonas aisladas o rurales. “Ya llevamos del orden de 200 millones de dólares invertidos y están contemplados unos 150 millones de dólares adicionales para llegar con cobertura de servicios a la comunidad”, precisó.

Hay 40 computadores disponibles en la Escuela San José Obrero para que los niños busquen información y completen su aprendizaje en diversas asignaturas bajo la supervisión de un docente encargado. Pero no hay posibilidad de computadores portátiles que puedan llevar a sus hogares, donde la mayoría carecen de ellos. Foto: Cortesía de Escuela San José Obrero

Otra escuela que tropieza con la conectividad

La conectividad es el principal problema para los 73 estudiantes de la escuela de la pequeña localidad de Samo Alto,  en un área de la precordillera del municipio de Río Hurtado, a 440 kilómetros al norte de Santiago.

“Estamos educando niños del siglo XXI con recursos y tecnología del siglo XX”, comentó a IPS por teléfono Omar Santander, director de ese centro de primaria.

“La conexión con el mundo global no existe. Uno enciende un computador, entra a la red y se desconectan todos los demás computadores. Es imposible trabajar en línea. Tenemos computadores y tablet, pero ahí están, y solo se pueden utilizar con recursos y programas descargados ad hoc”, relató.

Los estudiantes no se pueden comunicar y “son brechas que no nos permiten entregar mayores oportunidades”, aseveró.

“La falta de computador es el problema menor. Hemos logrado eficiencia de internet y tenemos equipamiento. La gran problemática es la conectividad”, insistió, tras contar que no resultó suficiente una antena que fabricaron para rebotar la señal.

Recordó que “el año pasado cuando hicimos clases híbridas, mitad en casa y mitad en escuela, un día tratamos de conectarnos y fue una desilusión terrible”.

“Hay una cantidad de información, de recursos pedagógicos a disposición de los estudiantes a la que lamentablemente no tenemos acceso”, se lamentó.

Detalló que “todo lo que tiene que ver con acceso a recursos que enriquecen la lecto escritura, el cálculo, la matemática,  esta ahí y nosotros no podemos hacer uso de ello”.

Desde lo alto de la Escuela San José Obrero se aprecia Santiago de Chile, abajo al fondo, en un atardecer pleno de nubes tras una reciente lluvia en el primer día del invierno en el país. Foto: Orlando Milesi / IPS

Más que acceso a internet

Para Luciano Ahumada, director de la Escuela de Informática y Telecomunicaciones de la Universidad Diego Portales, “reducir la brecha digital va mucho más allá de contar con un plan de internet”.

“Implica también promover el uso e impacto cotidiano de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) para maximizar el bienestar de las personas. Es un desafío mucho más complejo y lento que el acceso”, indicó a IPS.

A su juicio, “se debe trabajar el acceso, pero también las barreras económica, étnica, de género y estableciendo un concepto marco de ciberseguridad o conceptos básicos en la población para vivir de forma sana dentro de este nuevo mundo”.

“Hay una brecha económica, otra etarea, otra étnica, que en distintos países se ha evidenciado súper fuerte», destacó.

Para el académico, “partir por el acceso, es el desde. Es una buena iniciativa, necesaria para masificar el acceso a internet, pero debe pensarse en masificación con indicadores de alta velocidad porque con redes del pasado no podemos realizar acciones de futuro y establecer bases para una sociedad de información”.

ED: EG

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