Acnur pide proteger a migrantes del Caribe en peligrosas travesías

La costa norte de Haití se ha convertido en punto de partida de olas de migrantes que, a bordo de frágiles embarcaciones, emprenden travesías hacia Estados Unidos que con frecuencia terminan en naufragios o en intercepciones de sus navíos seguidas de devoluciones al punto de partida. Foto: OIM

WASHINGTON – El arribo a Cuba de más de 800 haitianos, náufragos en un barco a la deriva que supuestamente debió llevarlos a Estados Unidos, movió a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) a solicitar a los países de la región que otorguen mayor protección a esos migrantes.

Shabia Mantoo, portavoz de Acnur, exhortó a esos gobiernos a “cumplir con sus obligaciones de salvamento marítimo, un requisito legal y humanitario, y a garantizar la identificación y el acceso rápido y sin trabas a los procesos de asilo de todas las personas que precisen protección internacional”.

“Para responder con eficacia y garantizar que las personas necesitadas de protección internacional no sean devueltas a su país de origen y a los peligros de los que han huido, son fundamentales la coordinación, la solidaridad y el reparto de responsabilidades”, añadió la portavoz.

Acnur alerta del aumento del número de personas que emprenden peligrosas travesías marítimas en busca de un destino de acogida, entre ellas un creciente número de haitianos, muchas de ellas en embarcaciones sobrecargadas y no aptas para la navegación.

El miércoles 25 una embarcación cuyo destino final previsto era llegar a la costa sureste de Estados Unidos terminó en la Cuba, después de que el capitán del navío lo abandonó, huyendo en una lancha pequeña, y el barco quedó a la deriva en alta mar, con unos 840 haitianos.

En la sobrecargada embarcación, que comenzó a inclinarse peligrosamente, había 70 niños, incluidos algunos bebés, según indicaron luego las autoridades cubanas que procedieron al rescate en las costas de la provincia de Villa Clara, 300 kilómetros al este de La Habana.

Algunas de las personas –acogidas y aisladas provisionalmente en un centro vacacional desocupado en Cuba- dijeron que esperaron en la isla de La Tortuga, en el norte haitiano, hasta dos meses, y que pagaron a los traficantes miles de dólares por un lugar en el destartalado barco.

Los contrabandistas se llevaron sus teléfonos móviles, y cuando el barco parecía zozobrar algunos migrantes saltaron por la borda mientras que otros usaron linternas para enviar señales de auxilio hacia la costa cubana.

La inestabilidad en Haití provoca una oleada de movimientos migratorios, aunque en toda la región del Caribe se realizan desde hace tiempo riesgosas travesías marítimas de refugiados y migrantes de diversas nacionalidades.

El 12 de mayo al menos 11 personas murieron y otras 31 fueron rescatadas después de que un barco volcó con un número desconocido de pasajeros frente a las costas de Puerto Rico, según informaron autoridades estadounidenses.

La Guardia Costera de Estados Unidos informó en mayo que durante el ejercicio contable de 2022 había interceptado a casi 3900 ciudadanos haitianos, más del doble que en 2021 (1527). Además, la fuerza armada estadounidense recibió informaciones de que al menos 175 desaparecieron o fallecieron.

Otro foco de peligrosas travesías marítimas por el Caribe está en Venezuela. En diciembre de 2020 naufragó un bote y perecieron 25 personas que iban a Trinidad y Tobago, y el pasado febrero un bebé murió abaleado y su madre resultó herida cuando la guardia costera trinitobaguense interceptó el bote en que viajaban.

Desde Venezuela también parten, y se han registrados naufragios con desapariciones y muertes, embarcaciones que introducen clandestinamente migrantes en sus vecinas islas holandesas de Aruba y Curazao.

Mantoo destacó que muchas de las personas que emprenden estas peligrosas travesías huyen de la inestabilidad política y de la inseguridad socioeconómica que ha provocado graves dificultades a las comunidades de todo el Caribe.

“La situación en Haití ha provocado oleadas de traslados combinados de migrantes y solicitantes de asilo del país, debido al reciente aumento de la violencia relacionada con las bandas, los desplazamientos internos, los desastres naturales y la falta de oportunidades de empleo”, especificó.

A todas estas dificultades añadió que “las condiciones humanitarias y de seguridad siguen siendo nefastas, convirtiendo las expulsiones o los retornos forzados en una situación aún más peligrosa”.

Por ejemplo, el 13 de mayo guardacostas estadounidenses y de las británicas Islas Turcas y Caicos, al sureste de Bahamas, interceptaron una embarcación “extremadamente sobrecargada” con 207 migrantes, en su mayoría de Haití, y los devolvieron a ese país de origen.

Mantoo insistió en que “los Estados receptores son los primeros responsables de proteger a quienes pueden tener temores fundados de ser perseguidos en su país”.

Por ello, consideró fundamental “garantizar que las medidas de desembarco de las personas rescatadas no den lugar a una devolución rápida”, para que accedan a los trámites de evaluación de sus solicitudes antes de ser expulsadas o deportadas”.

A-E/HM

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