La crisis económica de Sri Lanka la inflige una élite egoísta

Este es un artículo de opinión de Anis Chowdhury y Jomo Kwame Sundaram. Chowdhury fue profesor de economía de la Universidad Occidental de Sídney y ocupó altos cargos en la ONU entre 2008 y 2015 en Nueva York y Bangkok. Kwame Sundaram fue profesor de economía y secretario general adjunto de la ONU para el Desarrollo Económico.

Una atestada calle de Colombo, la capital de Sri Lanka, cuya población soporta las inclemencias de una profunda y creciente crisis económica, cercana al colapso. Foto: Alex Azabalche / Unsplash

SÍDNEY / KUALA LUMPUR – Sri Lanka, que en su día fue considerada un caso de éxito en materia de necesidades humanas básicas, se encuentra ahora sumida en su peor crisis económica desde su independencia en 1948. Este aciago momento en el país insular asiático ofrece lecciones para otros países en desarrollo.

China como chivo expiatorio

Sri Lanka acaba de dejar de pagar su deuda externa por primera vez en su historia. Atribuir su actual situación a la llamada trampa de la deuda china es una nueva distracción propagandística de la nueva Guerra Fría de la que sin duda se va a oír hablar mucho más.

En esta fabulación interesada, Sri Lanka es un país atrapado en una deuda originada en proyectos ruinosos de elefantes blancos planteados y financiados por créditos de China. Culpar de la crisis de la deuda del país a los préstamos chinos no solo es erróneo desde el punto de vista de los hechos, sino que también impide comprender los orígenes y la naturaleza de su crisis actual.

La deuda externa del gobierno de Colombo sumaba en abril de 2021 el monto de 35 100 millones de dólares. Los errores políticos han reducido la inversión extranjera directa (IED), las exportaciones y los ingresos oficiales, cambiando la composición de su deuda externa a peor.

La deuda con el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), el Banco Mundial, China, Japón y otros acreedores bilaterales, incluida India, ascendía en cada caso a una décima parte del total. El endeudamiento en los mercados de capitales, un 47 %, es decir, casi la mitad, es el principal responsable de la insostenibilidad de sus compromisos externos.

Al fin y al cabo, los créditos de los bancos multilaterales de desarrollo, principalmente el Banco Mundial y el BAD, y de los acreedores bilaterales se conceden en su mayoría en condiciones favorables, mientras que la deuda contraída con fuentes comerciales conlleva tipos de interés más elevados y plazos más exigentes.

Anis Chowdhury

Los créditos contraídos en el mercado comercial suelen ser a más corto plazo y están sujetos a condiciones más estrictas. Cuando los bonos soberanos o los préstamos comerciales vencen, hay que devolver su valor íntegro. Los costes del servicio de la deuda externa aumentan en consecuencia.

En abril de 2021, cerca de 60 % de la deuda esrilanquesa estaba contraída a un plazo inferior a 10 años. La parte de la deuda denominada en dólares estadounidenses aumentó considerablemente, pasando de 36 % en 2012 a 65 % en 2019, mientras que los créditos  denominados en el renminbi chino se mantuvieron en torno a 2 %.

Añadiendo la deuda garantizada por el gobierno de Beijing a las empresas estatales, en 2019  los créditos totales de China representaban 17,2 % del total de los pasivos de la deuda pública externa esrilanquesa. Mientras tanto, los créditos comerciales crecieron rápidamente, pasando de apenas 2,5 % de la deuda externa en 2004 a 56,8 % en 2019.

El tipo de interés efectivo de los créditos contraídos en los mercados en enero de 2022 era de 6,6 %, más del doble que el establecido en la deuda china. No es de extrañar que los pagos de intereses de Sri Lanka representen por sí solos 95,4 % de sus decrecientes ingresos públicos en 2021.

Problemas profundos

Tras la recesión de 2001, el país se recuperó, antes de que el crecimiento volviera a contraerse después de 2012 y de la contracción pandémica de 2020. Sri Lanka también experimentó una desindustrialización prematura, con la caída de la participación de la industria manufacturera en el producto interno bruto (PIB) de 22 % en 1977 a 15 % en 2017.

Jomo Kwame Sundaram
Jomo Kwame Sundaram

Los ingresos fiscales del gobierno se redujeron desde 18,4 % del PIB de promedio en el periodo 1990-1992, a 12,7 en el lapso 2017-2019. Una situación que empeoró en 2020 por el impacto de la pandemia de covid-19, cuando los ingresos tributarios representaron 8,4 %.

Adicionalmente, los ingresos no fiscales, principalmente dividendos y beneficios de las inversiones públicas, cayeron de 2,3 % del PIB en 2000 a 0,9 % en 2015.

La relación exportaciones-PIB de la nación al sur de la península india, se redujo casi a la mitad, pasando de 39 % en 2000 a 20 % en 2010. Esta proporción sufrió un fuerte golpe durante la pandemia, cayendo a 17 % en 2020. Desde el año 2000, las entradas de inversión extranjera directa se situaron entre 1,1 % y 1,8 % del PIB, antes de caer hasta 0,5 % en el pandémico 2020.

Durante el período 2012-2019, la proporción de los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el stock de deuda esrilanquesa cayó de 28 % a 14%, mientras que los créditos comerciales se dispararon.

La crisis de la deuda esrilanquesa se debe claramente a las decisiones políticas de los sucesivos gobiernos desde la década de los años 90.

Propensión a las crisis

En febrero de 2022, el país solo tenía 2310 millones de dólares en reservas de divisas, demasiado poco para cubrir su factura por las importaciones y sus obligaciones por el servicio de la deuda, que ascienden a 4000 millones de dólares.

Sus 22 millones de habitantes se enfrentan a cortes de electricidad de 12 horas, y a una escasez extrema de alimentos, combustible y otros artículos esenciales como las medicinas. La inflación alcanzó un máximo histórico de 17,5 % en febrero de este año, y los precios de los alimentos aumentaron 24 % en el bimestre enero-febrero.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

Pero la crisis económica no es algo nuevo para para los habitantes del país insular.

Como productor de materias primas que exporta principalmente té, café, caucho y especias, los ingresos por exportación han sido durante mucho tiempo volátiles y vulnerables a las crisis externas. Los ingresos en divisas también proceden de la confección, el turismo y las remesas, pero su proporción ha crecido poco las últimas décadas.

Desde 1965, Sri Lanka obtuvo 16 préstamos del FMI, normalmente con onerosas condiciones. El último fue en 2016, por 1500 millones de dólares para el período 2016-2019. Las medidas de austeridad exigidas han reducido la inversión pública, perjudicando el crecimiento y el bienestar de la población.


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Dos episodios recientes empeoraron las cosas.

En primer lugar, las explosiones de bombas en iglesias y hoteles de lujo de Colombo en abril de 2019, que provocaron una drástica y honda reducción de la afluencia de turistas,  de 80 %, mermando consecuentemente los ingresos en divisas.

En segundo lugar, la pandemia perjudicó no solo la actividad económica, sino también las reservas de divisas, ya que a menudo se pagaban precios de monopolio para conseguir pruebas, tratamientos, equipos, vacunas y otras necesidades de la covid.

Recortes fiscales sin control

Las denominadas políticas etnopopulistas del gobierno del presidente Gotabaya Rajapaksa, en el poder desde noviembre de 2019, han echado más leña al fuego.

Movilizando con éxito el sentimiento mayoritario de los budistas singhala contra las minorías de tamiles,  musulmanes y  cristianos, buscó además apoyo político recortando los impuestos a la clase media, pese a que este antiguo militar llegó al mando con fama de tecnócrata.

El gobierno recortó los impuestos de forma generalizada, recaudando solo 12,7 % del PIB en ingresos en el periodo 2017-2019, una de las cuotas más bajas entre los países de renta media del mundo. Al perder cerca de 2 % del PIB en ingresos, su relación impuestos-PIB cayó a 8,4 % en 2020.

El tipo del impuesto sobre el valor agregado (IVA) se redujo de 15 % a 8 %, mientras que suprimieron otros impuestos indirectos y el sistema de reparto de ingresos.

El umbral mínimo del impuesto sobre la renta se elevó de 500 000 rupias anuales (1493 dólares) a tres millones (8956 dólares), ¡y son pocos los que ganan tanto en el país! Los tipos del impuesto sobre la renta de las personas físicas no solo se redujeron, sino que se hicieron aún menos progresivos.

El tipo del impuesto de sociedades se redujo de 28 % a 24 %. Con una caída de 33,5 % de los contribuyentes registrados (empresas y particulares) entre 2019 y 2020, la base impositiva cayó ampliamente.

Así, una parte aún mayor de la población quedó exenta de impuestos directos, aumentando la popularidad del gobierno, especialmente entre la clase media.

Pero los recortes fiscales no lograron estimular la inversión y el crecimiento, pese a las prédicas en ese sentido en su momento de los presidentes republicanos estadounidenses Ronald Reagan (1981-1989), de Donald Trump (2017-2020) y de sus gurús económicos.

Así, los sucesivos gobiernos de Colombo no consiguieron aumentar la recaudación de impuestos, exprimiendo los ingresos públicos. Para financiar los déficits presupuestarios, se endeudaron cada vez más en los mercados internacionales de capitales a tipos comerciales más altos y con vencimientos más cortos.

Como el gobierno redujo las tasas impositivas y eximió a la mayoría del pago del impuesto sobre la renta, los ingresos públicos disminuyeron. Debido a la caída de los ingresos y al deterioro de la calificación crediticia, el gobierno tuvo que pedir más préstamos, a tipos de interés más altos.

Ante las limitaciones fiscales y de divisas, el gobierno declaró a Sri Lanka nación 100 % ecológica en abril de 2021. La prohibición de todas las importaciones de fertilizantes, aparentemente para promover la agricultura agroecológica como parte de una transformación verde más amplia, agravó la tormenta perfecta que se avecinaba.

Esta política, que se puso en marcha en noviembre de 2021, redujo drásticamente la producción agrícola, haciendo necesarias más importaciones de alimentos. La caída de la producción de té y caucho también redujo los ingresos de las exportaciones, agravando la escasez de divisas.

Evidentemente, el gobierno esrilanqués abordó los retos económicos a los que se enfrentaba con medidas políticas populistas. En lugar de abordar los problemas de larga data, esto en la práctica solo «corrió la arruga», vale decir intentó postergar la solución de un problema,  empeorando así el inevitable colapso.

T: MF / ED: EG

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