GINEBRA – La credibilidad de la Organización Mundial del Comercio (OMC) está en juego estas semanas y no depende del azar, sino de la aprobación de un intrincado convenio ideado para proteger las especies piscícolas y a toda la riqueza biológica submarina de la depredación que perpetran las flotas pesqueras, en particular las que capturan en alta mar.
Un organismo de la OMC, el Grupo de Negociación sobre las Normas, intenta sacar adelante los debates sobre la pesca, que se arrastran desde hace 20 años, específicamente desde noviembre de 2001, cuando fueron establecidos por la Cuarta Conferencia Ministerial de la OMC, realizada en Doha, la capital de Qatar.
Todo ese trabajo y “en cierta medida cómo el mundo ve a la OMC en su conjunto será juzgado en función de si en las próximas dos semanas podemos cumplir nuestro mandato”, reconoció el embajador colombiano Santiago Wills, que preside el Grupo, ya que el proyecto va a ser debatido en la 12 Conferencia Ministerial, que acogerá esta ciudad suiza del 30 de noviembre al 3 de diciembre.
Otro dictamen que obliga a la OMC fue aprobado en septiembre de 2015 por gobernantes y representantes de los 193 Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando aprobaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que, mediante la Agenda 2030, se propusieron para “transformar nuestro mundo”.
Uno de los ODS, el 14, dedicado a preservar la vida submarina, establece como su meta 6: “De aquí a 2020, prohibir ciertas formas de subvenciones a la pesca que contribuyen a la sobrecapacidad y la pesca excesiva, eliminar las subvenciones que contribuyen a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada y abstenerse de introducir nuevas subvenciones de esa índole”.
De esos datos surge que la OMC está en mora desde hace casi un año y se le presenta una oportunidad de restaurar el crédito si consigue que su inminente Conferencia le apruebe el texto sobre las subvenciones pesqueras que, como borrador, se denomina “instrumento”.
Las negociaciones son trabajosas y como siempre en la OMC desde su creación en 1995, los resultados de la balanza se inclinan en favor de los países ricos del Norte. Eso se desprende de la lectura del segundo borrador del “instrumento” que Willis distribuyó el 8 de este mes, según evaluaron negociadores comerciales radicados en esta ciudad suiza.
El contenido que va asumiendo el “instrumento” se aleja también de las recomendaciones de los 193 Estados que como parte de la meta 6 reconoce que “la negociación sobre las subvenciones a la pesca en el marco de la Organización Mundial del Comercio debe incluir un trato especial y diferenciado, apropiado y efectivo para los países en desarrollo y los países menos adelantados”.
Esa declaración multilateral ha sido interpretada como una ratificación al principio del trato especial y diferenciado (TED) que intenta equilibrar las desventajas ostensibles entre los socios del sistema comercial con algunas compensaciones, en especial sobre los plazos para aplicación de los acuerdos.
El TED ya existía en la arquitectura del comercio internacional mucho antes de la creación de la OMC, pero desde hace dos décadas es cuestionado con perseverancia por las naciones industrializadas, con Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea (UE) a la cabeza.
Objetivo: Dividir al Sur
De hecho, fue uno de los temas en que más insistió la representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Katherine Tai, en entrevistas con figuras del sector durante las dos visitas que hizo en octubre a Ginebra.
Will remarcó las pretensiones de estadounidenses y europeas de dividir a los países en desarrollo a los efectos de la aplicación del TED.
En su propuesta del artículo 5 sobre “subvenciones que contribuyen a la sobrecapacidad y a la sobrepesca”, en el inciso 4b, un país en desarrollo podrá mantener las subvenciones prohibidas en general por ese artículo, solo “si su participación anual en el volumen mundial de la producción de la pesca de captura marina no supera el 0,7 por ciento” de ese total.
El porcentaje de 0,7 por ciento figura entre corchetes, es decir está abierto a negociación y podría incrementarse. Pero el método de diferenciación de países en desarrollo por sus volúmenes de producción divide a estas naciones en razón a su número de habitantes.
Por ejemplo, India, con más de 1300 millones de habitantes, superará con creces ese porcentaje de captura marina. Lo mismo puede ocurrir con Indonesia y sus 273 millones, Pakistán, con 220, Nigeria, 206, o las misma Filipinas, con 109 millones.
India ya ha hecho saber que se opone a numerosas disposiciones del borrador de Willis y replica con la demanda de un plazo de 25 años para que los países en desarrollo apliquen las restricciones del artículo 5.
El gobierno de Nueva Delhi resalta que, con su población, solo destina a subvenciones a la pesca la suma anual de unos 103,5 millones de dólares. En contraste, las grandes naciones pesqueras, con China, el bloque de 27 países de la UE y Estados Unidos en los primeros lugares, sostienen a sus flotas con partidas anuales que ascienden en total a 34 500 millones de dólares.
Otra propuesta de Estados Unidos, presentada el 26 de mayo de 2021, incita a que los estados miembros de la OMC denuncien a buques y operadores “respecto de los cuales el (Estado) Miembro disponga de información que indique razonablemente el uso de trabajo forzoso”.
Ese texto, incorporado al artículo 8 del borrador de proyecto sobre subvenciones a la pesca acoge literalmente el lenguaje de la iniciativa de Washington.
La inclusión del trabajo forzoso y de otros aspectos del derecho laboral a los tratados de la OMC había sido promovida por las naciones del Norte industrial en los primeros años de vida de la institución.
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Al rechazar esa pretensión, los países del Sur en desarrollo observaron que esos temas corresponden y se tratan en la esfera de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de las más antiguas del sistema multilateral de la ONU. Además, en 1999, la Tercera Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en la ciudad estadounidense de Seattle, descartó la incorporación de esos aspectos en sus acuerdos.
En principio, la aspiración de Estados Unidos de reactualizar en la OMC el trabajo forzoso y otros derechos laborales se presenta como una de las armas esgrimidas por Washington en su política de hostilidad comercial contra China. Sin presentar pruebas, desde Estados Unidos se han manifestado sospechas de que en algunos buques pesqueros chinos se impone esa forma de explotación humana.
Fuentes comerciales estimaron que con esas dos iniciativas, Estados Unidos y el resto de las naciones industrializadas intentan alterar el actual equilibrio en la OMC para obtener mejores condiciones a la hora de negociar con el bloque de países del Sur.
Con la nueva interpretación del principio de trato especial y diferenciado que se pretende incorporar a las subvenciones pesqueras, se dividiría el frente de los países en desarrollo.
Y con los aspectos laborales condicionando los acuerdos de comercio, un antiguo sueño de europeos y estadounidenses, se podría revertir el proceso de deslocalización de grandes empresas de ese origen, atraídas desde los años 980 por condiciones de trabajo más favorables en Asia, principalmente, y otras regiones.
En definitiva, el texto definitivo del borrador final del acuerdo sobre las subvenciones a la pesca se conocerá en los días 22 y 23, cuando el Consejo General de la OMC se reúna para redactar el proyecto del orden día que la Conferencia Ministerial deberá aprobar cuando abra sus sesiones el 30 de noviembre.
ED: EG