NAIROBI – Olorosos, pantanosos y llenos de bichos, los manglares tienen sus superpoderes bien escondidos. Sin embargo, cada vez se conoce y se confía más en que estos ecosistemas son una “bala de plata” para mitigar los efectos del cambio climático.
“Los ecosistemas de manglares son un hábitat y un vivero para diversas plantas y animales, y pueden absorber entre tres y cuatro veces más carbono que los bosques tropicales de tierras altas, lo que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático”, explica a IPS la académica Sevvandi Jayakody, profesora titular de la Universidad Wayamba de Sri Lanka.
“Los manglares también actúan como una defensa natural contra las mareas de tempestad, incluyendo la mitigación de los efectos de los ciclones y los tsunamis”, acota Nicholas Hardman- Mountford, jefe de Océanos y Recursos Naturales de la Secretaría General de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), con sede en Londres.
En este contexto, afirma, los países de la Mancomunidad colaboran teniendo como marco la Carta Azul de la Commonwealth, un acuerdo suscrito por los 54 Estados miembros para colaborar activamente en la resolución de los problemas relacionados con los océanos y cumplir los compromisos mundiales de un desarrollo sostenible de los mismos.
La Carta Azul funciona a través de grupos de acción voluntarios liderados por los llamados internamente “países campeones”, que se congregan en torno a la contaminación marina y la economía azul sostenible.
El Grupo de Acción sobre Ecosistemas de Manglares y Medios de Vida está formado por 13 países diversos, entre ellos Australia, Bahamas, Bangladesh, Guyana, Jamaica, Kenia, Maldivas, Nigeria, Pakistán, Trinidad y Tobago, Vanuatu y el Reino Unido, y está liderado por Sri Lanka.
Hardman-Mountford explica a IPS que los países intercambian conocimientos centrados en la protección, gestión y sostenibilidad de los manglares dentro del grupo de acción. Los conocimientos compartidos incluyen una amplia gama de temas, como la política, la legislación y los marcos normativos.
“Casi 90 % de los países de la Commonwealth con costa tienen manglares, y al menos 38 de estos países con manglares han proporcionado algún nivel de protección a sus manglares. En total, 16 países han protegido alrededor de la mitad o más de sus manglares”: Nicholas Hardman- Mountford.
Aprovechando el poder protector de los manglares, Jayakody detalla que Sri Lanka está construyendo activamente su segunda línea de defensa.
La primera línea de defensa del país, los arrecifes, se vio dolorosamente comprometida por el mortífero terremoto y tsunami del océano Índico del 26 de diciembre d 2004, una de las peores catástrofes de la historia moderna, en la que murieron casi 230 000 personas en decenas de países.
Tal fue la devastación del tsunami conocido como Sumatra-Andamán, que el gobierno esrilanqués calculó pérdidas para el país superiores a 1000 millones de dólares en activos y 330 millones de dólares en producción potencial.
Peor aún, unas 35 000 personas murieron o desaparecieron. Solo en Sri Lanka, los daños materiales incluyeron 110 000 viviendas, de las cuales 70 000 fueron destruidas. En total, al menos 250 000 familias perdieron sus medios de subsistencia.
Los expertos consultados por IPS desde la llamada capital mundial del Ambiente, Nairobi, por ser la sede central del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), afirman que los manglares tienen una inmensa capacidad para prevenir estas catástrofes y combatir otros efectos devastadores del cambio climático.
El caso de Trinidad Tobago
Reforzada por las crecientes pruebas científicas, Trinidad y Tobago, la nación caribeña con dos islas, situada a pocos kilómetros del noreste de Sudamérica, ha dado pasos importantes en la construcción de su defensa con manglares, que son un ejemplo de lo que se está haciendo en otros países que integran el grupo de acción sobre los manglares de la Mancomunidad.
Rahanna Juman, directora interina del Instituto de Asuntos Marinos, un organismo de investigación financiado por el gobierno, dice a IPS que en 2014, el gobierno trinitobaguense encargó un estudio aéreo del país. Con estos datos, se determinó un estimado del carbono en los bosques de manglares de todo el país.
“Esta información ilustró cómo los manglares y otros bosques de madera dura podían compensar las emisiones y se incorporó al inventario de gases de efecto invernadero de Trinidad y Tobago. Es importante destacar que el estudio demostró de forma concluyente que los bosques de manglares almacenan más carbono por hectárea que otros bosques frondosos”, explica Juman.
En 2020, su Instituto de Asuntos Marinos recibió fondos de la Alta Comisión Británica para financiar un proyecto de evaluación del carbono del suelo de los manglares en el que participaron Trinidad Tobago y Guyana y Suriname, dos países situados en la parte continental del noreste de Sudamérica, pero que son parte de la Comunidad del Caribe (Caricom).
Juman indica que la evaluación descubrió que la cantidad de carbono en el suelo de los manglares era muchas veces mayor que la cantidad de carbono sobre el suelo. “Se trata de una evaluación que podría repetirse en otros países de la Commonwealth porque hemos desarrollado una técnica de bajo coste para realizar esta importante evaluación», asegura.
Y añade que los manglares están empezando a incorporarse al programa de Naciones Unidas de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+), lo que significa que los países podrían ganar dinero por proteger y restaurar estos ecosistemas.
Mientras tanto, Hardman- Mountford cita varios retos en la exploración del carbono azul porque todavía es un área de la ciencia y la política en evolución.
Sri Lanka entiende muy bien este reto. Tras el tsunami de 2004, Jayakody afirma que el gobierno puso en marcha vastos proyectos de restauración de manglares que abarcan más de 2000 hectáreas, en colaboración con otros organismos.
Debido a la escasa información sobre los manglares, la experta cuenta que la mayoría de estos proyectos fracasaron. Sin embargo, aprovechando la investigación científica realizada a lo largo de los años, Sri Lanka es hoy un caso de éxito en la restauración y conservación de la cubierta de manglares, estimada en 19 600 hectáreas.
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Otros retos a los que se enfrentan los países interesados en el carbono azul de los manglares son la falta de protección de los mismos, ya que aproximadamente 75% de los bosques de manglares de todo el mundo siguen sin protección y están sobreexplotados, pese a ser ecosistemas especialmente frágiles.
A lo largo de los años, la especialista esrilanquesa detalla que los manglares han corrido un riesgo muy alto de ser destruidos porque no se comprendía del todo su poder para evitar la erosión costera, proteger los litorales y proporcionar medios de vida a las comunidades locales mediante la pesca.
Hardman-Mountford está de acuerdo y añade que los manglares han disminuido en todo el mundo, con una pérdida de entre 30 % y 50 % en los últimos 50 años debido a la sobreexplotación, la contaminación, la agricultura, la acuicultura y el desarrollo costero no sostenible.
La Mancomunidad de Naciones tiene un enorme papel que desempeñar para invertir este declive.
En total, 47 de sus 54 países tienen costas.
“Casi 90 % de los países de la Commonwealth con costa tienen manglares, y al menos 38 de estos países con manglares han proporcionado algún nivel de protección a sus manglares. En total, 16 países han protegido alrededor de la mitad o más de sus manglares”, afirma.
Este es un reto que Sri Lanka está superando con éxito. Dado que se calcula que 40 % de la población de Sri Lanka vive a lo largo de la costa, Jayakody explica que se consideró que era urgente proteger tanto los medios de subsistencia como las costas de una mayor degradación.
“En 2015, Sri Lanka creó el Comité Nacional de Expertos en Manglares, y gracias a él se cartografiaron todos los manglares. Además, se protegieron varias zonas nuevas, y se han realizado incesantes esfuerzos para que las comunidades comprendan mejor la importancia del ecosistema de los manglares”, precisa.
Además, Sri Lanka instauró este año las Directrices de Mejores Prácticas para la Restauración de los Manglares en Sri Lanka y el plan de acción nacional para los manglares, en seguimiento de la política nacional de manglares adoptada en 2020.
Australia es otro país que ha tomado medidas para mejorar la protección de carbono azul de sus manglares, con medidas intersectoriales y que trascienden su territorio de dimensiones continentales.
“Para apoyar sus esfuerzos en la promoción y divulgación del carbono azul, el gobierno australiano lanzó la Asociación Internacional para el Carbono Azul en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático), en París en 2015”, dice Heidi Prislan, asesora de la Carta Azul en la Secretaría General de la Commonwealth.
Australia es también uno de los 28 países de la CMNUCC que se refieren específicamente a los beneficios de mitigación del secuestro de carbono asociados a los humedales costeros en su Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero. Otros 59 países mencionan los ecosistemas costeros como parte de sus estrategias de adaptación.
Para aumentar las oportunidades de que el carbono azul participe en el plan nacional de reducción de emisiones, el gobierno australiano ha apoyado la investigación de posibles metodologías de mitigación que podrían aplicarse para generar créditos de carbono a partir de proyectos nacionales.
Igualmente importante, detalla Prislan, es que los países miembros de la Commonwealth han asumido colectivamente 44 compromisos nacionales para proteger o restaurar los manglares.
Mientras el reloj mundial acelera su tic tac hacia una catástrofe climática, los especialistas consultados por IPS indican que no se puede seguir ignorando el enorme potencial del carbono azul y, más aún, del carbono azul de los manglares, para reforzar los esfuerzos de adaptación, mitigación y resiliencia ante el cambio climático.
T: MF / ED: EG